Estudio de especialistas sanjuaninos: El virus y el esmog

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Mientras esperan sea aprobado el proyecto CICITCA – UNSJ “Territorialidad y organización del sistema de salud en la Provincia de San Juan”, Graciela Acosta, docente y directora del Departamento de Geografía de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, Cristina Mazuelos y Ricardo Villavicencio, también docentes e investigadores de ese Departamento, investigan aspectos relativos al Coronavirus. Es así cómo estudian  condicionantes en el ambiente, previos a la aparición del Covid-19, que pueden reforzar la factibilidad de muertes y complicaciones en la salud de personas contagiadas, sobre todo en las urbes hiperdesarrolladas del mundo.

Acosta, Mazuelos y Villavicencio son integrantes del Programa de Geografía Médica, del Instituto de Geografía Aplicada de la FFHA, y trabajan desde un enfoque conocido como Geografía de la Salud. “Es una disciplina o un enfoque particular de la Geografía que trata de establecer relaciones entre las personas y el medio en que se desenvuelven, viendo si existen o no acciones que permitan que su salud sea de mejor calidad. En Geografía de la Salud trabajamos con algunas líneas prioritarias; una de ellas es la ecológica, la cual hace referencia, para decirlo rápidamente, a si en el ambiente hay algo que enferme a las personas”, manifiesta Graciela Acosta.

Comportamientos

En ese sentido del componente ambiental, Ricardo Villavicencio menciona el esmog de las grandes ciudades, esa nube suspendida sobre los edificios, producida por la contaminación del mundo industrial contemporáneo. Primero acota que el virus, aunque produzca mayormente la muerte de adultos mayores y de personas inmunodepresivas, no se comporta de igual manera en los diferentes países. “Si se compara Italia, Alemania y Japón, tienen porcentajes similares de población anciana, sin embargo el virus no tiene el mismo comportamiento en esos países. No hay similitud en cantidad de muertos en Italia (Nota del Redactor: casi 7 mil decesos) y en Alemania (N. del R.: pasó las 150 muertes), país donde hay muchos menos fallecimientos, como también en Japón” (N. del R.: más de 40), indica. “Aunque aquí tienen que ver también los sistemas de salud y las medidas de prevención que se tomaron”, agrega Cristina Mazuelos.

A la afirmación de la investigadora cabe añadir que en los países más desarrollados es mayor la esperanza de vida de la población, por lo tanto hay mayor ancianidad. Por caso, los mapas de contagios del Coronavirus muestran que Europa y Estados Unidos son, por estos días, superficies rojas, marcadas de ese color como una simbología de donde más casos fatales existen. “El virus ataca generalmente a una población que es inmunodepresiva, a personas mayores que tienen menos capacidad para enfrentarlo. Y Europa tiene una población envejecida, en este caso la condición demográfica está pesando”, remarca Graciela Acosta.

Parte del aire 

Villavicencio asume el peso de la condición demográfica, pero además dice: “Si vamos al sistema sanitario, donde hay más muertes en Italia es en el norte, zona que es, casualmente, la zona más rica de ese país, y el mejor sistema de salud de Italia está en esa región. En China pasó algo similar”. Por eso es que este equipo de investigación suma la incidencia letal de la presencia de esmog en las grandes y contaminadas ciudades: “En el norte de Europa o en China, por ejemplo en Pekín, en una foto casi no se ve el cielo por las partículas en suspensión, por el esmog. Esas partículas se van acumulando en el organismo humano y mientras más tiempo alguien viva en ese lugar, peor condición pulmonar tiene. En los últimos diez años, la zona de Italia donde más se acumulan esas partículas es en el norte. La zona en donde más se acumula en China es justamente en la que más muertes hubo”, grafica Villavicencio, refiriéndose a la provincia de Hubei.

La Rai News italiana acaba de publicar una nota en la que científicos otorgan al esmog el aumento de la propagación del Coronavirus. Allí, la misma Compañía Italiana de Aerosoles, que niega la correlación esmog – propagación, admite que “la exposición aumenta la susceptibilidad a las enfermedades respiratorias y cardiovasculares crónicas y que estas altas concentraciones se observan con frecuencia especialmente en el Valle del Po, en invierno”. Valle del Po es una región del norte de Italia que incluye Lombardía, donde más muertes hay por el virus. “Muchas investigaciones -dijeron los expertos de la Sociedad Italiana de Medicina Ambiental- han relacionado la velocidad de propagación de contagios virales con concentraciones de partículas atmosféricas, que pueden constituir un vector efectivo para el transporte, propagación y proliferación de infecciones virales (…) Nuestro estudio se lleva a cabo con un método científico, basado en evidencia. La correlación está presente”.

De todas maneras, el equipo de investigación sostiene que “esto del esmog es para analizarlo país a país y región a región”. De paso, Villavicencio recuerda: “La Gripe A hizo mucho daño en el Distrito Federal de México. El DF es una de las ciudades más contaminadas del mundo. Mientras más tiempo la persona está sometida a las partículas, más la afecta la enfermedad, por eso también toma más a la ancianidad”. Luego, realiza una bajada local y dice: “En San Juan, por ejemplo alguien que trabaje en una calera vive respirando polvo, lo que perjudica su condición pulmonar. Pero en las áreas urbanas, si bien hay partículas en suspensión, no hay tanto esmog”.

Estos estudios se enmarcan dentro de la Teoría de la Difusión en Geografía Humana y “serían expuestos en un congreso de profesores de Geografía que se realizaría en Mendoza en mayo”, anuncia, en condicional, Cristina Mazuelos. La furia del Covid-19 exhorta al verbo en potencial.

Animales y virus
“Cuando en el origen de estas enfermedades existe un animal de por medio, en Geografía de la Salud lo conocemos como Complejo Patógeno. Estos complejos fueron estudiados por primera vez por el geógrafo Maximilien Sorre, en 1933”, explica Graciela Acosta. “Se trata de un complejo ecológico en donde intervienen el ambiente, un portador (que puede ser el cerdo, el murciélago, un pollo, etc.,), un huésped (que puede ser una serpiente, por ejemplo), que es el que tiene el virus, y esto se transmite al humano. Esto genera un sistema en el que el hombre es parte. Así se generó la gripe aviaria”, concluye la investigadora.

Si es pandemia, algo ya fue controlado
El 11 de marzo pasado, cuando el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, pronunció su discurso declarando pandemia al Coronavirus, lo hizo una vez que esa institución había constatado que la epidemia en China y Corea del Sur estaba bajando sus curvas de contagio. “Nunca antes habíamos visto una pandemia generada por un coronavirus. Esta es la primera pandemia causada por un coronavirus. Al mismo tiempo, nunca antes habíamos visto una pandemia que pudiera ser controlada (…) De los 118.000 casos notificados a nivel mundial en 114 países, más del 90% se concentran en tan solo cuatro países, y en dos de ellos –China y República de Corea- la epidemia se encuentra en claro declive (…) No podemos decir esto lo bastante alto, ni lo bastante claro, ni lo bastante a menudo: todos los países están a tiempo de cambiar el curso de esta pandemia”, dijo el funcionario. Después, se sabe, varias potencias planetarias subestimaron –y subestiman- el alcance del virus.

Imagen de portada: (de izquierda a derecha) Dra. Graciela Acosta, Lic. Ricardo Villavicencio y Dra. Cristina Mazuelos, docentes e investigadores del Departamento de Geografía de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ.

UNSJ – Revista U


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