El ritual originario que se celebra en la ciudad de San Juan

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Todos los años, las comunidades junto con el PUAI, celebran a la Madre Tierra en los jardines de la Ex Estación San Martín.

Este viernes 26 de agosto, las comunidades originarias de San Juan fueron protagonistas de una celebración donde se da de comer a la Madre Tierra en un ritual con muchas significaciones.

Vanesa Guaquinchay, de la comunidad Comunidad Huarpe Guaquinchay, fue quien se encargó de guiar la corpachada. Según la cosmovisión de los pueblos andinos, la Corpachada (“dar de comer”) es el momento donde se refuerza los vínculos de reciprocidad con la madre tierra, y se realiza durante todo el mes de agosto por ser el tiempo donde la tierra descansa y se prepara para la siembra. También acompañó el ritual Jesús Bustos, de la Comunidad Clara Rosa Guaquinchay, ubicada en El Encón.

La celebración fue muy concurrida y se realizó, como todos los años desde el 2005, junto al árbol sagrado del pueblo Huarpe en los jardines de la Ex Estación San Martín. Allí acompañaron miembros del Programa Universitario de Asuntos Indígenas (PUAI), autoridades de la Universidad Nacional de San Juan, funcionarios de la Capital, estudiantes de las cátedras de Antropología Cultural del profesorado y licenciatura de Historia y Geografía y público en general que se acercó a presenciar el agradecimiento a la Pachamama.

El ritual comenzó con la invitación de Vanesa a que todos y todas formaran un gran círculo y también invitó a que cuatro personas del público se ofrecieran a ser los guardianes de la celebración. Rápidamente, cuatro estudiantes se ofrecieron entusiasmados para ayudar a la representante de la comunidad. Vanesa ubicó a cada estudiante en forma de cruz cardinal, mientras les hablaba y explicaba su función. A cada uno y a cada una les asignó un elemento, fuego, aire, tierra y agua. Luego, por turnos, los tomó de la mano y así dieron tres vueltas alrededor del pozo donde la Madre Tierra sería alimentada en breve. El PUAI dispuso, como todos los años, las ofrendas que cada participante trajo, en cuencos sobre coloridos manteles andinos.

El momento central dio comienzo cuando la guía invitó a las personas a tomar alguna ofrenda y “darle de comer” a la Madre Tierra, no sin antes agradecer y pedir en este mes de su descanso. Es así que, de a poco, cada persona fue ofrendando, sacando de los cuencos legumbres, fideos, frutas, verduras, flores, pan, semitas, cigarros, agua y gaseosas; y hasta algunos se animaron a tomar el micrófono y contar a los demás cuál era su pedido o agradecimiento para este año.

Una vez que se dieron las ofrendas, Vanesa invitó a las y los guardianes a tapar el pozo con tierra y decorar con piedras alrededor, para dejar en evidencia que ahí pasó algo, que en medio de la ciudad un grupo de personas agradecieron a la Pachamama por todo lo recibido.

Finalizada la corpachada, la representante originaria brindó unas palabras a los asistentes: “Los pueblos originarios seguimos estando acá, seguimos teniendo luchas y seguimos teniendo problemáticas. No queremos quitar a nadie nada, solamente reclamamos lo que nos pertenece. Para nosotros es muy importante hacernos visibles, decir ‘acá estamos’. Empezar a ocupar espacios, ocupar lugares para que nos conozcan. Quiero que me conozcan como indígena porque ahí está mi esencia y desde ahí nacen mis valores. Uno de los mas importantes es el respeto por todo y por todos. Transitamos la humanidad y vemos que muchas veces está perdida y apurada por la vida misma, el trabajo, los problemas. Eso nos hace perder las cosas. Si nosotros nos enfocáramos en lo sencillo, puedo asegurarles que aquello que nos preocupa sería solucionable”.

Además, se refirió al cuidado de la Tierra y dijo: “Nosotros tenemos una mirada distinta e igual al resto de los seres humanos, que queremos compartir para que también las hagan propias los demás. Hay problemáticas que se visibilizan en redes o en noticieros, como las problemáticas de la naturaleza. Por ejemplo, los incendios, no creo que la Madre Tierra los provoque, la raza humana lo está haciendo. Tenemos que ser conscientes de que nosotros mismos destruimos nuestro lugar, nuestra propia casa, no tiene sentido”.


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