Educación sexual: cómo abordar el tema en casa

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El abordaje de la sexualidad suele estar atravesado por un espíritu reduccionista. Por ello, frente a quienes lo reducen a actividad sexual o, inclusive, a genitalidad, hay especialistas que plantean conceptos más integrales.

“Es una construcción que abarca valores, cánones sociales, fantasías, miradas propias y ajenas, así como deseos, entre otros aspectos biológicos, psicológicos y sociales”, señala el doctor Ariel Carballo, médico del servicio de medicina familiar y comunitaria del hospital Italiano, quien, a fines de 2018, dio una charla a la comunidad sobre sexualidad y adolescencia.

El acompañamiento de los padres, pero también de los médicos, es clave para que los chicos que entran en la pubertad puedan sentirse libres y, al mismo tiempo, responsables y conscientes de lo que implica llevar una vida sexual plena y segura. “Hablar de sexo puede llevar solamente unos minutos, pero la educación sexual es una tarea de toda la vida, que comienza desde que ellos nacen”, destaca Carballo.

Para eso “es importante que los padres no crean que es espontánea y natural, sino que la sexualidad requiere de educación”, advierte, por su parte, el psicoanalista Andrés Rascovsky, expresidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Así como en otros aspectos de la vida, en este también es esencial proporcionar información veraz y clara sobre algunos conceptos y métodos de anticonceptivos y de prevención de enfermedades de transmisión sexual.

Construir vínculos

Los espacios para dialogar y educar deben ir abriéndose y construyendo desde la primera infancia. A los 4 o 5 años, los niños descubren la diferencia de los sexos y eso tiene un impacto. Hay que estar ahí para explicar esas diferencias, para contenerlos y hablar sobre los cuidados y el respeto al propio cuerpo –y al ajeno–, así como nociones básicas de intimidad. “Uno de los roles del padre es poner distancia entre el bebé y la madre, así como ir generando una identificación del hijo, para lo cual es necesario ser una figura de cierta valoración intrafamiliar. A su vez, las hijas tienden a identificarse con su madre, sobre todo cuando llega la pubertad (entre los 8 y los 17 años)”, señala Rascovsky.

Carballo indica que los numerosos cambios que sufren los adolescentes en su cuerpo “los llevan a hacerse preguntas”. De ahí que es esencial que los padres hayan sabido construir con ellos un vínculo de confianza y que estén siempre atentos para generar un diálogo que les permita conversar acerca de cómo los chicos se sienten y piensan, lo que desean y aquello sobre lo que tienen dudas o inquietudes, sin ser juzgados o reprendidos, sino escuchados y orientados.

Incluso, es en la preadolescencia cuando los chicos suelen asimilar que “los padres tienen sexo entre sí, más allá de que van tomando conciencia –algunos más y otros menos– en función de cómo se va viviendo el erotismo en la pareja de adultos”. En psicoanálisis se lo llama “escena primaria”. Allí es importante introducir el concepto de placer. Porque, “muchas veces, aparece la idea de tener relaciones sexuales sólo para concebir hijos. Hay que separar la cuestión erótico-placentera de la correspondiente a la procreación; sin acentuarla, pero también sin evadirla. Además, hay que incluir la idea de amor, de consideración, así como del peligro del embarazo no deseado y de la transmisión de enfermedades, entre otros aspectos ligados a la instrucción sexual”, explica el psicoanalista.

Si bien es esperable que dentro del grupo de amigos circule información, así como prejuicios, lo ideal es que los padres hayan transmitido “nociones básicas ligadas al coito, la preservación de la situación erótica y el cuidado amoroso respecto del otro”, dice Rascovsky.

“Vivimos en una sociedad de mucha competencia fálica y exhibicionismo. Entonces, no se toma mucho en cuenta al otro y a la relación amorosa, sino a la experiencia erótica en sí”, añade. De allí que sea esencial estar al tanto de lo que ven y escuchan los adolescentes para generar instancias de diálogo.

Pudor

“Los padres que son más tímidos pueden acercarles un libro, una revista o una película para que los chicos puedan informarse”, así como promover la visita médica para esclarecer dudas y educar sobre métodos anticonceptivos y evaluar cuestiones ligadas a la identidad de género y a la orientación sexual.

Una encuesta realizada cuatro años atrás por el Instituto Gino Germani, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), concluyó que el 44 por ciento de los adolescentes argentinos mantuvieron relaciones sexuales antes de los 16 años y que antes de hacerlo hablaron con amigos (40 por ciento) en lugar de médicos o padres.

Además, el 80 por ciento de ellos debutó sexualmente con su novio o novia y un alto porcentaje no se cuidó la primera vez.

Falta de información, una constante

Se desconoce cómo evitar el embarazo no intencional.

Según una encuesta realizada hace cuatro años por la Universidad de Buenos Aires (UBA) entre adolescentes, el 80 por ciento de los que tuvieron actividad sexual por primera vez en ese período etario lo hizo con su novio o novia, pero igual porcentaje dijo no haberse cuidado de manera correcta para prevenir embarazos no deseados. Además, un 37 % dijo haber usado la denominada “píldora del día después” y un 6 %, el método de “coitus interruptus”. El 30 % de los adolescentes admitió desconocer los métodos anticonceptivos.

Recomendaciones y sugerencias

Los adolescentes pueden, por la etapa en la que se encuentran, ser reticentes a hablar con sus padres o con otros adultos de referencia (abuelos, tíos, maestros) sobre sexualidad.

Es clave insistir sin invadir. Para lograr un acercamiento efectivo, el doctor Ariel Carballo, del hospital Italiano, recomienda:

No asumir nada cuando hagan preguntas. Por ejemplo, si los chicos consultan a qué edad es normal comenzar a tener relaciones sexuales, no quiere decir que ellos estén comenzando a plantearse iniciarlas.

Permitir que el adolescente comparta sus opiniones para, si no se está de acuerdo, poder conversar acerca de ellas. Si se cercena su libertad de expresión, evitará volver a hablar y la comunicación, así, quedará cerrada.

Ser claro, directo y breve. Es tan embarazoso para los chicos como para los padres hablar de sexualidad.

Aprovechar situaciones cotidianas, escenas de series o de películas, así como comentarios en la televisión, para discutir sobre la sexualidad y desarrollar el sentido ético. Esto es más efectivo que darles un discurso sobre lo que deben o no deben creer.

La Voz


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