Debate por la educación: ¿por qué los chicos no aprenden?

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Los resultados de las pruebas Aprender 2022 mostraron una recuperación del aprendizaje aunque todavía se registra un nivel por debajo de lo esperable en Lengua y Matemática. Este escenario lleva a una pregunta que siempre está dando vueltas en el mundo de la educación: ¿por qué los chicos no aprenden?
En momentos donde la normalidad volvió a recuperar el terreno de la habitualidad tras la pandemia, es necesario rediscutir la situación de la enseñanza, un proceso con varias aristas que trasciende las paredes del aula.

¿Por qué los chicos no aprenden?

El tema ronda los círculos de docentes, autoridades, especialistas, padres y trabajadores de la educación. Conviene para ello repasar por un momento de dónde venimos en materia de aprendizaje para saber hacia dónde apuntar para buscar un esquema que pueda ofrecer soluciones. Desde ya que nada es mágico y tomará su tiempo, por eso el diagnóstico de la situación es fundamental.

“Hay varias causas. Las extrínsecas que no dependen del niño, como el ámbito educativo o el ámbito familiar. También están las intrínsecas, relacionadas a las funciones cerebrales, que son los pilares que sostienen lo que la maestra va a enseñar”, explica la neuropediatra Sandra Berta, que desarrolló el sistema Banedi.

Estos “pilares”, explicó Berta en diálogo con Ámbito, son como “los pisos de un edificio que necesitan una base sólida a medida que avanza la estructura”. “Lo ideal sería que el maestro conozca esos cimientos pero eso nunca sucede”, agregó.

Esta definición es clara: hay situaciones por dentro y por fuera del alcance del estudiante que se mueven al mismo tiempo y no siempre al mismo compás. “La atención es la puerta de entrada al aprendizaje”, explica Marisa Docampo, vicedirectora del Colegio Logosófico González Pecotche de la CABA.

“¿No será porque no les interesa la metodología o el enfoque que se le está brindando? Es necesario un desarrollo que abarque tanto lo biológico como el lado psicológico y espiritual. Es decir, apuntar a una educación integral”, planteó Docampo, como lineamiento general.

Otra propuesta es darle la vuelta a la cuestión de por qué los chicos no aprenden desde otro enfoque alternativo que permite ampliar el debate. “¿Por qué los niños no aprenden de una manera duradera aquello que la escuela les propone como trabajo cotidiano o tarea para el hogar, aquello que luego le piden las evaluaciones?”, señaló Irene Kit, quien se desempeña como presidenta de la Asociación Civil Educación para todos.

La especialista deja una definición concreta en su aporte a la discusión para alcanzar resultados positivos en la problemática del aprendizaje: “Aprender de manera profunda y duradera tal que después pueda recuperar eso que aprendí en otra situación”, sostuvo.

El contexto social e individual del niño en la educación

Entre las situaciones del ambiente externo y que afectan el aprendizaje, apuntó Berta, hay dos focos clave. Por un lado lo educativo, es decir “aquello relacionado a cómo le enseñan a ese niño, algo que va de la mano en el estilo de aprendizaje del niño”, detalla. Se trata del formato en el que se enseña, donde no todos se adaptan a él. A este punto se suma el ausentismo escolar, derivado de diversas situaciones, como los cambios de maestros y el contexto familiar en el que se desenvuelve ese chico.

“La situación socioeconómica y la dinámica familiar son elementos que contribuyen al aprendizaje: si son niños a los que se les habla y son estimulados o no. También si hay conflictos en el núcleo familiar que afecten esa atención”, puntualizó Berta.

“Uno de los aspectos que tienen mucho que ver es el del desarrollo de la atención y la observación, la que hay que despertar en los niños y niñas para poder aprender más y mejor”, destacó Docampo como clave de los conflictos en el proceso de aprendizaje.

Según Kit, “hay algunas cuestiones sobre las que afortunadamente se puede actuar para poder mejorar las dificultades del aprendizaje, como la palabra escrita y el pensamiento lógico matemático”, apuntó. Por un lado, “En base a evidencia de las evaluaciones nacionales e internacionales, el nivel de lectura de nuestros estudiantes está bastante por debajo. “Tenemos a la mitad de los estudiantes que están en el nivel básico o inferior de lectura a los 15 años, según las pruebas PISA”, explicó.

Según la especialista en educación, esto tiene que ver con “el lugar que ocupa la lectura en la vida cotidiana de la escuela”. “La lectura es clave: permite acceder al capital cultural asentado en la palabra escrita, ya sea en formato impreso o digital, nos permite ampliar al infinito (según nuestra capacidad y voluntad) sobre aquello que queremos saber y conocer. Es también una herramienta que apunta a la sensibilización, con expresiones a través de la poesía, el teatro, entre otras. Además nos permite tener un canal de comunicación de nuestra propia interioridad, que es muy relevante sobre todo para loa adolescentes”, indicó en diálogo con este medio.

Efecto pandemia: lo colectivo como vía de aprendizaje individual

De común acuerdo, todos los actores que intervienen atribuyen a la pandemia una característica de ruptura de la línea temporal de los aprendizajes, que afectó a la educación y generó consecuencias negativas. Es decir que a lo que ya costaba reparar o encontrarle una solución, los dos años de emergencia sanitaria que obligaron al encierro y las restricciones le dieron una fuerza aún mayor, potenciando los efectos adversos.

Si bien los educadores y el Estado fueron capaces de implementar maniobras para que la educación siga y no haya un déficit de aprendizaje, los efectos fueron imposibles de evitar. Se logró, según la mirada, amortiguar ese golpe de la ausencia en el aula de los chicos.

Kit destaca allí que esto sirvió para poner en el centro el rol del docente en el aula y valorar su desempeño. “Siempre sostuve que estábamos reduciendo daños, la pandemia fue un tsunami y metimos lo que pudimos en una bolsa e hicimos lo que pudimos con esas cosas. Tenemos que aceptar por otra parte que un docente con 20 ó 30 alumnos debe desarrollar en el oficio docente esa mirada simultánea lo que pasa: quién cumple, quién tiene una dificultad, quién está relegado, quién necesita más explicación. Todo eso es muy difícil de hacer virtualmente”, planteó.

Para Docampo, “el estar en casa, por más que estuvieran contenidos y sus padres comprometidos con la labor docente, no fue suficiente para que pudieran ejercitarse en todas las habilidades que se desarrollan en los colegios, ya sea para la adquisición o para la consolidación de los aprendizajes”, afirmó. “Me gusta más pensar en cómo hacemos para que nuestros alumnos recuperen las ganas de aprender. Si la atención es la llave del aprendizaje, podemos ayudar a que el niño recupere la curiosidad, sea activo y colaborador de nuestros proyectos como también autónomo para poder vivenciar lo que está aprendiendo”, reflexionó.

“En 2023 hay que seguir instalando la idea de que hay que recuperar lo perdido porque la pandemia fue un golpe duro. Hay que recuperar absoluta prioridad en la lectura y la escritura, es decir, elegir contenidos estratégicos y centrales para que se pueda dedicar el tiempo primordial”, propuso Kit.

Por eso se necesita fomentar el interés de los alumnos, como motor del aprendizaje. “Desde su interés van a ir por textos y temas más complejos, donde van a dominar aún más la lectura y desde allí mejorar el manejo de la palabra escrita”, reflexionó la especialista.

Ámbito


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