WhatsApp, Google Classroom y Zoom, las App elegidas para dar clases

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El aislamiento dispuesto por el gobierno nacional llevó a muchas escuelas públicas a establecer plataformas como Facebook, WhatsApp, Google Classroom y Zoom, entre otras herramientas, para dar clases y también como forma de contención y resolución de situaciones como el acceso a los alimentos, en un escenario que plantea muchas «dificultades y exigencias».

Las desigualdades socioeconómicas se ven sobreexpuestas por una condición de excepcionalidad: mientras que muchas escuelas privadas cuentan con dispositivos pedagógicos previos a la pandemia y solo acrecentaron su uso, en la otra punta de la pirámide social se debió actuar con premura para establecer canales nuevos.

Virginia, docente de escuelas secundarias públicas de la provincia de Mendoza y en una privada de la Ciudad, tuvo preparación previa en educación a distancia y siempre se consideró como una docente «integrada digitalmente», pero reconoce que esta situación ha revelado diversos límites pedagógicos.

«Cada escuela fue creando páginas de Facebook, algunos docentes usan Google Clasroom y otros hacen ‘videoconferencias’ a través de diversas apps. El pibe que tienen la posibilidad de conectarse contesta por dónde le mandes la consigna, el problema es aquellos que no tienen forma de hacerlo. También hay docentes que no tienen una computadora o acceso a wi-fi. Este es uno de los grandes temas y esto pasa no sólo en el interior, pasa a 10 minutos del centro de la Capital», señaló.

La problemática de la conectividad fue prevista por el Ministerio de Educación nacional que llegó a un acuerdo para que los contenidos del portal Sigamos Educando no consumieran datos y, además, imprimó 7 millones de cuadernillos que fueron distribuidos para mitigar de manera «analógica» la brecha digital.

De vuelta en el terreno de las herramientas electrónicas, si bien existen escuelas con un «campus virtual» propio, las más innovadoras se sumaron a dar contenidos a través de Zoom, la aplicación boom de la cuarentena que, sin embargo, ha demostrado falencias en materia de ciberseguridad.

Pero si la misión primaria es «dar continuidad pedagógica«, las plataformas también son utilizadas por las familias de la comunidad para saber dónde y cuándo pueden recibir los alimentos del comedor y, por otra parte, a los docentes se les pide «mantener el contacto» para detectar -por ejemplo- situaciones de violencia.

Julieta vive las diferencias en carne propia: es mamá de una nena de 4 que concurre a un céntrico jardín privado que ya estaba dotado de herramientas digitales y, además, es docente de nivel inicial en un colegio -también privado- que atiende especialmente a la población de la Villa Zabaleta y dónde la implementación de recursos de este tipo fue muy distinta.

«El colegio de mi hija ya tenía una plataforma armada antes de todo esto: te mandan todos los lunes cinco actividades para hacer cada mañana, siguiendo con los contenidos que venían trabajando y ayer las ´seños´ hicieron un Zoom. En mi colegio, en cambio, trabajábamos por WhatsApp y recién ayer pudimos armar un Facebook con los papás. Al principio mandábamos más actividades pero ahora lo primordial es mantener el vínculo afectivo con chicos que vimos sólo 15 días y saber cómo están las familias», comentó.

WhatsApp -que a mediados de 2019 alcanzaba al 80% de los argentinos- y Facebook -con más de 20 millones de usuarios en el país- fueron herramientas rápidamente adaptadas y, a través de ellas se crearon páginas y grupos para establecer contacto en las comunidades educativas.

Director de una escuela secundaria en Monte Chingolo, Fernando relata el desafío de trabajar no sólo por la continuidad pedagógicas sino para trabajar en la inclusión: «Primero detectamos que era más utilizable el WhatsApp que el Facebook. Contactamos a todos los chicos, revisamos los contenidos para pensar entre todos pensar cosas que tengan sentido, tareas que impliquen una producción que permite ida y vuelta. Recién en estos días incorporamos a los docentes a cada grupo para que pueda haber ida y vuelta directa».

«La clave es no dejarlos solos. Son chicos que en un 90 por ciento forman parte de familias que no pasaron por la secundaria. Todo el tiempo nos planteamos qué es y cómo enseñar en este contexto para que no sea un cúmulo de actividades», ejemplificó.

Por su parte, Adriana, docente de 1er grado en un colegio público de Florencio Varela destacó que, más allá de la preparación particular de cada docente para el uso de las herramientas digitales, hay una flexibilización horaria absoluta en el trabajo.

«Muchos incursionamos y nos preparamos para enseñanza virtual, pero en general es pensada como complemento al momento del aula. En la normalidad, el contacto se reduce a las horas de clase y después el docente pasa tiempo corrigiendo y planificando. En esta situación puede que las respuestas te lleguen a las 8 de la noche, o que en un momento se te juntan 200 mensajes de tareas y dudas. Es un escenario muy exigente», señaló.

MDZol


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