En el Episodio 20 de El Podcast de Ricardo Lorenzetti, el juez de la Corte Suprema pone el foco en uno de los derechos más discutidos del presente: la educación pública igualitaria. Lo hace desde una pregunta central que atraviesa toda la conversación: cómo sostener un sistema educativo que garantice igualdad real en un contexto de crisis de los derechos, escasez de recursos y transformaciones tecnológicas aceleradas.
“En el siglo XXI lo que vemos es una crisis, como ocurre con casi todos los derechos. Una crisis que no es solo del derecho, sino del sistema”, señala Lorenzetti al comenzar el episodio. La educación, explica, atraviesa tensiones similares a las que afectan a otras áreas del Estado de bienestar, pero con una particularidad: su impacto es directo sobre la cohesión social y la gobernabilidad futura.
El episodio recorre los distintos niveles del sistema educativo. En la escuela primaria, Lorenzetti advierte sobre la pérdida de autoridad de los docentes y la sobrecarga de funciones que exceden la tarea pedagógica. “Los maestros no solo educan, también cumplen funciones sociales que deberían estar a cargo de otras áreas del Estado”, afirma, y subraya que esa situación debilita el núcleo mismo del proceso educativo.
En la escuela secundaria, el diagnóstico se repite. Deserción, dificultades para sostener la atención y una brecha creciente entre lo que se enseña y lo que viven los adolescentes. “Es muy difícil lograr la atención de los educandos cuando la tecnología ofrece mucho más de lo que puede ofrecer un maestro en el aula”, señala, al describir un escenario que atraviesa a distintos países.
La universidad ocupa un lugar central en el análisis. Lorenzetti se detiene en los conflictos actuales entre gobiernos y casas de estudio, especialmente visibles en Estados Unidos, pero también presentes en América Latina. “Hay una gran crisis en muchísimos países”, dice, y aclara que el problema no es la libertad de expresión o la crítica académica, sino la gobernabilidad interna, la falta de renovación y la distancia entre la universidad y los grandes debates públicos. “Las universidades tienen que participar en la discusión de los grandes temas de la sociedad, la economía y la gobernabilidad del siglo XXI”, sostiene.
Frente a las críticas recurrentes al sistema, Lorenzetti vuelve sobre una idea clave del episodio: la educación pública como motor de movilidad social. “Si solo existiera educación privada, hay que pagarla, y ese dinero no es accesible para la gran mayoría de la población”, explica. Por eso, remarca, la gratuidad no es un gesto simbólico, sino una condición estructural. “El derecho más básico es el derecho a ser educado y progresar”, afirma.
El recorrido histórico funciona como respaldo de ese argumento. Desde la Ley 1420 hasta la Reforma Universitaria de 1918, pasando por las distintas etapas del siglo XX, la educación pública fue una política sostenida en el tiempo. “Hay temas que debemos admitir que son parte del contrato social y no es bueno volver a discutirlos cada diez o veinte años”, advierte Lorenzetti. Volver una y otra vez sobre las bases, señala, debilita al sistema y lo vuelve inestable.
Eso no implica negar los problemas actuales. El episodio enumera con claridad los déficits de calidad, la desjerarquización docente y las desigualdades entre instituciones. “Hay una gran distancia entre lo declarado y lo efectivamente logrado”, reconoce. Por eso, propone separar dos planos: no discutir el derecho a la educación pública, gratuita y laica, pero sí asumir la necesidad de reformas permanentes orientadas a mejorar su funcionamiento.

El derecho comparado aporta ejemplos concretos. Lorenzetti recuerda cómo la Corte Suprema de Estados Unidos intervino para terminar con la segregación racial en las escuelas y avanzar hacia una igualdad real. “No alcanzaba con reconocer el derecho, había que hacerlo efectivo”, señala, al destacar el rol de los tribunales en la mejora de la educación.
Hacia el cierre, el episodio conecta la educación con los desafíos del futuro. En un mundo atravesado por la inteligencia artificial, la globalización y el desempleo tecnológico, la formación deja de ser un proceso cerrado para convertirse en una tarea permanente. “Vamos a necesitar formar a nuestra gente de manera constante”, afirma Lorenzetti, y plantea que la educación debe ocupar el centro de la gobernabilidad del siglo XXI.
Defender la educación pública igualitaria, concluye el episodio, no es una consigna del pasado. Es una decisión política que define si una sociedad apuesta a la integración, la movilidad social y la construcción de un horizonte común.
Fuente: Infobae.com