Nicolás Trotta es abogado y docente universitario, y coordinó los equipos técnicos que acompañaron la campaña del Frente de Todos. Desde 2014 se desempeña como rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la primera institución de educación superior impulsada y cogestionada por más de 30 organizaciones sindicales. ¿El objetivo? Que los estudiantes, una vez graduados, accedan a posibilidades reales de insertarse en el mercado laboral. Bajo esta premisa, con el apoyo de Conicet, Trotta fue uno de los principales promotores del Centro de Innovación de los Trabajadores (CITRA), un espacio novedoso en que la producción de los conocimientos está directamente imbricada con las necesidades y problemáticas sociales. Un escenario académico que busca restablecer los puentes –hoy quebrados– con el mundo del trabajo.
A pesar de su edad (43), ocupó diversos cargos en la administración pública. Fue subsecretario de Tecnologías de Gestión de la Jefatura de Gabinete de Ministros (2008-09); director de la Escuela Nacional de Gobierno (2004-08); secretario administrativo del Bloque Justicialista de la Legislatura de la Ciudad (2003); y director de la Comisión de Desarrollo Económico, Mercosur y Políticas de Empleo (2000-02). Es autor de diversos libros y artículos, entre los que se destaca Latinoamérica piensa, publicado recientemente por Editorial Octubre.
El diagnóstico en Educación es preocupante en varios frentes. Infraestructuras deterioradas y presupuestos recortados (en relación a variables como la participación del PBI y la inversión calculada por alumno); paritarias conflictivas y falta de relación con las organizaciones docentes; la formación de los educadores y la de los estudiantes en todos los niveles (repensar y debatir patrones de calidad educativa y modelos de evaluación); y la democratización de las condiciones de acceso y participación, desde la educación inicial (sala de 3 años) hasta la superior (universitaria); constituyen algunos de los desafíos inmediatos.
Los propósitos de su gestión
Revertir la visión mercantilista de los procesos educativos será el propósito a corto plazo, a partir del diseño y la instrumentación de políticas educativas con una renovada intervención estatal. Frente a un gobierno que en sus estamentos nacional y provincial se lamentaba porque los pibes “caen en la pública” (Macri, 2017) y afirmaba que “nadie que nace en la pobreza llega a la universidad” (Vidal, 2018), la educación deberá concebirse, nuevamente, como una “herramienta de transformación social”. Como un instrumento que, en definitiva, “busque quebrar y no reproducir los esquemas de profunda desigualdad al cual pertenecemos”.
Desde esta perspectiva, a tono con la propuesta de Alberto Fernández, Trotta tendrá el deber de recuperar la inversión para la cartera –concebida de manera prioritaria– y generar uncontrato social educativo, que reúna las perspectivas de todos los actores que componen el sistema. El diseño de un modelo federal que se adapte y procure resolver esas desigualdades tan profundas, signadas por asimetrías de desarrollo que se evidencian en cada una de las provincias que componen el mapa, a lo largo y a lo ancho de todo el territorio nacional. Así, tal como adelantó el presidente electo, Argentina volverá a tener una paritaria nacional docente, eliminada mediante decreto por la administración macrista a principios de 2018.
Trotta es consciente –lo ha dicho en múltiples ocasiones– de que la educación debe ser pensada de manera integral como una política de Estado; ser abordada desde una óptica que privilegie el largo plazo y sea capaz de superar las visiones fugaces. Desde esta perspectiva, plantea la necesidad de confeccionar una agenda de cara a los próximos veinte años, más allá de los obstáculos y las urgencias de ocasión. En cualquier caso, si de urgencias se trata, la educación representa un conflicto listo para ser encarado con celeridad, frescura y convicción.
Página 12