Pueblos originarios lograron la restitución de restos ancestrales 

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La Organización Territorial Huarpe Pinkanta, que agrupa a 14 comunidades indígenas de la provincia de San Juan, logró este mes de mayo recuperar los cuerpos de sus ancestros que se encontraban en un museo de Buenos Aires. Este hecho representa un momento histórico para el Pueblo Huarpe y para las comunidades originarias del país.

Franco Gil, integrante de esta comunidad y del Consejo de Participación Indígena (CPI), comentó que la lucha por la restitución de los restos de las comunidades indígenas de San Juan comenzó hace 5 años aproximadamente: “Son restos de la colección del Museo de Agustín Gnecco, que cuando falleció sus hijos lo donaron al Museo Udaondo de Luján, Buenos Aires, en 1944. Luego, por el año 1998 se hicieron los primeros estudios de los restos y recién en el 2008 se pudo determinar su origen étnico. Estos pertenecían al pueblo Huarpe”.

Si bien este reclamo se inició de manera informal hace varios años, recién en el 2019 se realizó formalmente mediante una nota.

Este reclamo se enmarca en la Ley nacional 25.517 sobre restos mortales de las comunidades indígenas y representa una importante política de reparación histórica, ante el genocidio, la colonización y cosificación de los Pueblos Originarios del territorio nacional.

Gil explicó que esta restitución no es la única que se realizó en el país, pero es la más grande ya que cuenta con 37 restos. También, es la primera restitución que se hace a Cuyo.

Además de restos humanos, restituyeron otros elementos, como vestimentas, objetos ceremoniales, collares y elementos para las ceremonias de sepultura.

La emotiva ceremonia de sepultura que se realizó el pasado 23 de mayo, se diferenció de las costumbres actuales ya que datan de antes del proceso de conquista. Así, los pueblos Huarpes reivindicaron sus tradiciones. El integrante de la comunidad explicó cómo fue el momento: “Nosotros decimos que hay que vivenciarlo para entenderlo. Fue dividida en dos etapas, una fue en la que recibimos los restos y los guardamos en un lugar de la comunidad, y la otra parte estuvo a cargo de las hermanas y consistió en sepultar cuatro de esos restos”.

Estas acciones representaron la importancia de la lucha por la recuperación y revalorización de las costumbres ancestrales que justamente consisten en sepultar los cuerpos a lo largo del territorio: “Hicimos la sepultura de cuatro restos, por los cuatro puntos cardinales, en una zona determinada, en un sitio sagrado de la comunidad de Las Chacras, en Caucete. Y eso fue otra ceremonia aparte, muy emotiva, muy fuerte, que se hizo incluso con mucho frío y con la bendición de la lluvia”.

Posteriormente, se hizo un gran fogón y participaron todos tanto adultos/as, como ancianos/as y niños/as: “Fue muy positivo ver a toda la comunidad en su conjunto participando. No sólo estaba la comunidad Pinkanta sino que asistieron otras comunidades, como el pueblo Diaguita y pueblos originarios de Mendoza y San Luis”.

Este proceso perdurará durante dos o tres meses, ya que los demás restos se sepultarán en otros territorios, y se espera que culmine en agosto para el Año Nuevo Huarpe. Luego de esto, las comunidades impulsarán y fortalecerán mucho más los demás reclamos, sobre todo los de San Juan.


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