En la sociedad del conocimiento en la que vivimos, donde la producción y la gestión del saber es la norma, el acceso a una segunda lengua es fundamental para el desarrollo de los individuos. Así como el latín fue la lengua universal de la antigüedad y el alemán, el idioma científico en los albores del siglo XX, hoy ese lugar es ocupado por el inglés. El inglés parece haberse impuesto como idioma universal, cultural, de negocios, de los mass media y es fundamentalmente el idioma de internet.
Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, el objetivo número 4 expresa: «Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos». En este marco, el acceso al idioma inglés es un aspecto por mejorar en el sistema educativo argentino. Según el último informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA, casi la mitad (47,5%) de los alumnos de las escuelas primarias de gestión pública no cuentan con acceso a la oferta educativa de inglés, mientras en las escuelas de gestión privada los alumnos que no acceden son el diez por ciento.
Esta situación expresa una gran desigualdad y acrecienta la brecha de calidad educativa entre los sectores más pobres y los más favorecidos. En las discusiones sobre educación es recurrente referirse a Finlandia como modelo a observar, pero podemos ver dentro de la región un programa que logró cerrar la brecha de acceso a la enseñanza del inglés en su sistema educativo.
Cruzando el Río de la Plata, en Uruguay, el Plan Ceibal en conjunto con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) han implementado con éxito un programa de inglés por videoconferencia. En todos los centros educativos urbanos de educación primaria de gestión pública hay instalados equipos de videoconferencia de la más alta calidad que permiten dictar clases de inglés a docentes remotos que ofrecen sus clases desde Uruguay, Argentina o Filipinas. Hoy el 70% de los alumnos de 4º, 5º y 6º de primaria acceden a las clases de inglés bajo esta modalidad en Uruguay. Hace unos años, estos estudiantes quedaban afuera de esta posibilidad. El problema principal en este caso era la falta de docentes para cubrir todos los grupos.
El programa es evaluado cada año a través de una prueba en línea. El objetivo de aprendizaje de inglés en Uruguay está basado en el marco de referencia europeo. Para 6º año es de A1+/A2 (nivel «básico»), y en las pruebas se observa que aproximadamente un 80% logra este resultado.
En 5 años, entre 2013 y 2018, se logró masificar el programa, cerrar la brecha de acceso y conseguir logros de aprendizaje significativos para los estudiantes. Este es un ejemplo de cómo la tecnología puede ayudar a reducir la brecha de acceso al inglés como segunda lengua.
Esta solución se podría implementar en la Argentina. Es verdad que el sistema uruguayo atiende a menos población que el argentino, pero los presupuestos también son relativos al tamaño de cada país.
Se necesita decisión política para implementar un sistema de este tipo: los ministerios provinciales, con el apoyo de nación, podrían comenzar a pensar en este tipo de soluciones. La instalación del equipamiento requiere de una inversión inicial significativa, pero abre perspectivas de futuro muy importantes, y los recursos no solo se pueden utilizar para inglés, sino que eventualmente se podrían dictar otros idiomas, tener videoconferencias entre escuelas, con científicos, con artistas. Se podrían llevar muchas de estas experiencias a los niños de los lugares más alejados del país y de los sectores más desfavorecidos.
En definitiva, esta experiencia muestra que la tecnología puede ayudar a cerrar brechas de acceso al conocimiento, acercándonos hacia la igualdad de oportunidades.
Infobae