Luis Garcés: “Queda claro que la presencialidad de la escuela no es sustituible”

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Luis Garcés, doctor en Educación, docente e investigador (mandato cumplido) de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ, se refiere al escenario por el que atraviesa la educación formal (las escuelas) en medio del aislamiento por la cuarentena como consecuencia del Coronavirus.

“Nos lleva a reflexiones que tienen que ver con los cambios de cultura y esto, precisamente, es un metier de lo educativo. Se están repensando las relaciones sociales, se están repensando los roles del Estado, se está repensando una cantidad de lazos comunitarios, de formas, de creación de cultura, de relación y de recuperación de viejas formas que la humanidad ha tenido y de otras nuevas que debe enfrentar”, expone.

El experto en educación resalta que en este marco aparece una serie de problemáticas ligadas al sistema público de educación. Señala que la ausencia de la presencialidad “ha dejado a los chicos en sus casas y a los docentes haciendo ingentes esfuerzos por intentar la continuidad, como lo plantea el Ministerio de Educación de la Nación, en esto de que ‘la escuela sigue’”. “Sin embargo –dice-, hay algunos aspectos a reflexionar”. Y plantea que en este contexto “aparece una insuficiencia de los métodos a distancia o virtuales”. Se refiere a “la tardía e insuficiente incorporación que la escuela hizo de estas herramientas”.

Luis Garcés observa: “Durante el período que terminó en 2015 se hizo el esfuerzo (fue el primero que se hizo en la historia argentina de incorporar la tecnología, y digo el primero no solamente por la era informática, sino que la escuela argentina nunca había incorporado ni siquiera la televisión) a través de lo que fue la conectividad, la distribución de netbooks, más la apoyatura que se hacía vía canales (de TV) que el Ministerio de Educación incorporó para esto. Me refiero a los canales Encuentro, Paka Paka, etc. Esto fue discontinuado en los últimos cuatro años, lo cual ha hecho que ante una emergencia como esta, aquello que era incipiente podría habernos servido, pero hoy es absolutamente deficitario. Y, como siempre ocurre, es más deficitario en los sectores sociales más desfavorecidos, que son los que tienen menor acceso a estas posibilidades y es lo que aquellas políticas pretendieron en su momento pulir. Hay una situación frente a esto que es una demanda a veces excesiva, una autodemanda de los docentes para manejar lo que no podían manejar, y una demanda hacia los padres, que tampoco lo pueden manejar”.

Finalmente, Garcés sostiene: “Creo que va quedando claro que la presencialidad de la escuela no es sustituible, como pretenden ciertos grupos económicos que lucran con esta actividad (la conectividad, internet) y a veces pretenden la sustitución del docente. La presencialidad supone el vínculo gestual, el vínculo afectivo, el vínculo imposible de plantear desde la virtualidad. Lo otro es que la educación necesita incorporar estas herramientas, pero son medios, no son fines y quizás haya que bajar un poco la presión sobre las familias, sobre los chicos y sobre los propios docentes respecto a la posibilidad de hacer algo que no estaba previsto, por lo cual no estábamos preparados”.


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