La saga fue inaugurada por el ex presidente de Toyota, Daniel Herrero, cuando en 2021 dijo que no conseguían los 200 empleados que necesitaban para ampliar una línea de montaje en su planta de Zárate, porque los candidatos no tenían un nivel mínimo para el puesto y ni siquiera podían leer y entender un diario.
En ese momento la noticia tuvo bastante repercusión y habilitó a un debate sobre el rol que está cumpliendo la escuela secundaria y su desconexión con el mundo laboral.
Un año después, Argencon -la cámara que nuclea a las industrias del conocimiento- presentó un documento de situación, en el que señalaba que una de las trabas que tienen para crecer es la falta de talento capacitado.
Hacían referencia a un sistema educativo deficiente, a la poca elección de carreras tecnológicas por parte de los jóvenes argentinos y la escasa formación en inglés.
Hace poco, Paolo Rocca, presidente del Grupo Techint, volvió con el tema. En el marco del Día de la Educación, que ese grupo organizó en su escuela secundaria de Campana, contó que para el proyecto La Calera de Pluspetrol -en Neuquén- tuvieron que entrevistar a 10.800 personas para que solo quedaran 3.800.

Dijo que los candidatos fallaron en preguntas simples. Por ejemplo, si con 2 litros de aceite puedo sostener 4 motores, ¿cuántos litros de aceite necesito para sostener 10 motores? O hay una máquina que produce 20 piezas, ¿cuántas máquinas se necesitan para producir 100 piezas?
La semana pasada, en un ciclo sobre Democracia y Desarrollo organizado por Clarín, líderes de diversas industrias hablaron sobre los desafíos de la industria de punta en el país, y también pusieron énfasis en la necesidad de mejorar la educación.

Como puede verse, cada vez que se prenden los micrófonos, y tienen la oportunidad, los empresarios argentinos hablan de la importancia de mejorar la educación y la necesidad de que el tema esté en la agenda pública.
Pero cuando los micrófonos se apagan, todo parece desvanecerse. No queda claro qué hacen, efectivamente, para lograr que la educación sea una prioridad nacional.
En el mismo encuentro de Campana estuvo invitada la experta brasileña Priscila Cruz. Al ser consultadas por Clarín sobre las diferencias entre nuestros países, señaló que en Brasil no hay empresario que no entienda que una mala educación es malo para sus negocios, pero que no ve que en la Argentina estén involucrados.
Quizás sea solo una impresión de la invitada. Pero quizás no, y algo empiece a cambiar en la Argentina cuando los empresarios, además de hablar de la necesidad de que la educación mejore y esté en agenda, hagan lo posible para que sea realidad.