Los desafíos de la educación, según grandes maestros

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Hace unos días, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, tuve el gusto de moderar una conversación con grandes maestros. Estuvieron presentes Hanan Al Hroub, docente palestina ganadora del Global Teacher Prize en el año 2016 y un grupo de docentes argentinos destacados. Como solemos decir, fue música para mis oídos, un concierto de voces que resonaba en la sala por su gran concentración, por su enorme capacidad de síntesis que decantaba del conocimiento de toda una vida en las aulas. Una síntesis llena de sentido.

¿Cómo describir la emoción de esos momentos inspiradores? ¿Cómo poner en palabras lo que uno experimenta cuando está cerca de alguien que es modelo y guía? Son personas que deslumbran, momentos que iluminan. Eso viví la semana pasada en la Feria del Libro, rodeado de siete maestros brillantes que hace un tiempo caminaban tranquilos por la vida y hoy, cuando los ven, les piden selfies y los aplauden. Ellos fueron finalistas al Global Teacher Prize en distintas ediciones.

El encuentro estuvo teñido por la simpleza. No fue una charla de fórmulas complejas ni definiciones rebuscadas, fue un encuentro de verdades claras y sencillas pero dichas con la contundencia de quien vive lo que dice.

Entre los maestros estuvieron María Cristina Gómez, docente de historia; Silvana Carnicero, profesora de inglés; Inés Bulacio, maestra en un hospital porteño; Graciana Goicoechandia, profesora de informática y Martín Salvetti, profesor de una escuela técnica. Todos ellos argentinos, elegidos como docentes embajadores de la educación en el certamen que impulsa Fundación Varkey para elevar el estatus docente en todo el mundo.

La primera pregunta fue para Hanan Al Hroub. Ella creció en un campo de refugiados y años después padeció la violencia armada junto a su familia. Frente a esas duras vivencias, forjó una pedagogía para decirle «no a la violencia» y desarrolló un método centrado en el juego y el aprendizaje. Le pregunté qué papel juega la educación en la construcción de la paz. Respondió que no es posible trabajar sin esperanza en nosotros mismos: «La paz empieza en el aula con justicia, valores y ética. Comienza allí y de ahí se esparce a la sociedad».

Cuando pregunté a todos cómo estaban haciendo para generar interés en sus estudiantes, las respuestas fueron diversamente ricas. Cada uno interpretó su partitura de acuerdo con su contexto. Martín, el profesor de la técnica, expresó que trata de que los chicos hagan, creen, de que toquen con sus manos y experimenten para que el conocimiento sea significativo. Inés, maestra hospitalaria, destacó la importancia de que sus alumnos se sientan reconocidos, valorados y que puedan identificar que eso que están haciendo puede transformarlos. En esa línea, María Cristina aseguró que un maestro solo podrá cambiarle la vida a un chico si tiene expectativas sobre él, si le ofrece lo mejor: «Un gran maestro muestra a sus alumnos que tienen otra opción». Y afirmó: «Estamos ahí para cazar el talento, para ver las particularidades de cada chico»Esta frase me quedó resonando: los verdaderos maestros son cazadores de talentos.

«¿Quién los inspira?» solté. Inés aseguró que los niños, con sus palabras y sus silencios, son los que muestran el rumbo. María Cristina recordó que sus alumnos le inspiran una rebeldía, una reacción ante cualquier eventual resignación, al reconocer que ellos no tendrán otra oportunidad: «Tienen este día, no podemos esperar a mañana, tenemos que romper hoy el circuito del ‘no puedo'». Con esa expresión nos señaló un sentido de urgencia que muchos de sus oyentes compartimos.

«¿Y el desafío?». Martín expresó la urgencia de que haya menor desigualdad educativa. Graciana aseguró que su desafío era enseñar a aprender a convivir entre distintos: «Muchas ocasiones se han convertido en una especie de River versus Boca, buscando el momento para entrar en conflicto con el otro. Tenemos que quebrar esas barreras y aprender a convivir más allá de las diferencias». Inés aseguró que su reto es ofrecer a cada uno de sus alumnos un aprendizaje de calidad y singular. María Cristina, por su parte, indicó que el desafío es multiplicar, sistematizar, acompañar al docente desde todos los ámbitos e impulsar a que todo el sistema educativo cambie.

Luego terminé pidiéndoles a los maestros que nos cuenten una anécdota o que nos den un consejo. María Cristina alentó a los docentes a que hagan, a que no se detengan ni analicen los obstáculos, porque nunca saben dónde van a llegar: «Seguir es lo único que nos va a hacer salir adelante».

Hanan remarcó la importancia de que los docentes sean buenos investigadores, desarrollen habilidades por su cuenta y que trabajen desde el corazón: «Sigan sus pasiones, que eso los llevará hacia adelante. El conocimiento es importante, pero lo fundamental es enseñarles cómo aprender habilidades para la vida, cómo atravesar la complejidad del mundo. No se enfoquen solamente en el conocimiento de los libros, los niños necesitan mucho más que eso. Y el último consejo: disfruten dentro de sus clases».

Estos maestros ponen la música de la sociedad que queremos. Aquella tarde, en la Feria del Libro, fueron aplaudidos de pie. Sin embargo, no puedo dejar de recordar que ellos, en sus aulas, hacían trabajos sobresalientes antes de que fueran reconocidos por cualquier certamen. Solo faltaba nuestro aplauso. Y la pregunta que cierra es casi obvia: ¿A cuántos maestros nos está faltando aplaudir?

El autor Agustin Porres es director regional, Latam, Fundación Varkey.

Infobae


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