Los desafíos del sistema educativo son tema de debate y reflexión continuo en todo el mundo; más aún en las últimas décadas, en el contexto de un mundo cambiante y vertiginoso. Pero además, la necesidad de repensar cómo se les enseña a los niños y adolescentes se acentuó tras la pandemia de Covid-19. Es por esto que Fernando Reimers, catedrático de Educación Internacional en la Universidad de Harvard -donde dirige la Iniciativa de Innovación en Educación Global y el programa de Máster de Política Educativa Internacional- dirigió su charla virtual a los desafíos y oportunidades del sector en el contexto actual.
Organizada por Educar 2050, el catedrático tomó com referencia para su conferencia a la película argentina El suplente, dirigida por Diego Lerman, que describe la suerte de un profesor de literatura que enseña en un suburbio de Buenos Aires, en una zona de alta marginalidad. Reimers sostiene que en este filme se puede observar la enorme diferencia que un profesor comprometido con sus estudiantes puede hacer y, por otro lado, cómo docentes y estudiantes están inmersos en un sistema que es producto de la colaboración entre un conjunto de personas. “Si uno quiere una educación de calidad tiene que asegurarse que ese ecosistema esté bien alineado. Cuando no existe ese alineamiento, es difícil que las acciones heroicas de una sola persona se traduzcan en oportunidades de aprendizaje sostenidas a lo largo del tiempo”, explicó y puso énfasis en que uno de los desafíos para el sistema educativo es organizar a la sociedad civil para construir estos ecosistemas.
Por esta razón reconoció la importancia de repensar la educación, una necesidad que la pandemia dejó en evidencia. “La historia con la pandemia no es solo qué pasó durante esos años sino que enseñó la enorme fragilidad del sistema educativo. Nos mostró que muchos elementos que lo componen estaban pegados con saliva y ante una mínima disrupción se desarmaron”, aclaró. Por eso fue casi imposible mantener a los estudiantes interesados y aprendiendo sino que incluso al regresar del confinamiento se produjo una enorme desinstitucionalización. “Se hizo normal no asistir con regularidad a la escuela, tanto para estudiantes como para profesores, se hizo habitual bajar los estándares y hasta una fecha de entrega de un trabajo ya no significa nada” agregó. Sin embargo, según Reimers, la crisis educativa no fue creada por el coronavirus porque, previamente, los niños no estaban aprendiendo, no entendían lo que leían.
Según el profesor de Harvard para reconstituir la institucionalidad educativa es fundamental que la gente se ponga de acuerdo en torno alrededor de preguntas fundamentales como ¿en qué momento vivimos?, ¿cuáles son los desafíos importantes que enfrentamos como sociedad?, y por consiguiente, ¿qué le toca hacer a la educación para encarar los desafíos?”, sostuvo.
Además, considera que la falta de eje y de respuestas a estas preguntas se traduce en que muchas personas alrededor del mundo no le vean el sentido a la educación, que tanto estudiantes como profesores, hayan perdido la motivación. “Por eso ahora, más que nunca, es fundamental asegurar que la educación sea relevante, auténtica y significativa. Para eso, los estudiantes tienen que entender la conexión entre lo que aprenden y lo que ocurre afuera de la escuela; es imprescindible que sepan que lo que hacen tiene un sentido, por eso la importancia de las respuestas a estas preguntas sustanciales”, advirtió. A su vez, subrayó que el momento es tan serio que el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, decidió, en septiembre del año pasado, que el tema general de la Asamblea de la ONU estuviera centrado en responder acerca de para qué sirve la educación.
Pospandemia y renacimiento educativo
Además de destapar un panorama educativo frágil, el paso del coronavirus trajo también cientos de acciones positivas a cargo de héroes anónimos quienes en medio de la crisis se aseguraron de que niños y adolescentes continuaran su proceso de aprendizaje.
En ese sentido, Reimers considera que algunas de esas innovaciones, de esos esfuerzos, tanto de profesores como alumnos anticiparon el futuro y resolvieron problemas que tienen vigencia más allá de pandemia. Citó como ejemplos: la mayor comunicación entre familia y escuela que supuso esta situación, entre los mismos profesores, todos aportes de maestros comprometidos a enseñar y todo lo que se hizo en función del bienestar de los alumnos y de toda la comunidad educativa.
Respecto al atraso que produjeron los dos años de pandemia en áreas como la lecto escritura y la matemática, el experto en educación internacional instó a no poner el foco únicamente allí porque es indispensable valorar también -y no perder de vista- las grandes innovaciones que se produjeron como el descubrimiento del enorme poder de sociedad civil, de las organizaciones comunitarias, de las familias, de los padres, de los profesores para buscar solucionar los problemas que se planteaban. “El tratar de ignorar esto no sirve para nadie además de los funcionarios de gobierno que puedan sentirse amenazados porque la sociedad reconozca que no tuvieron soluciones y que sí tuvieron respuestas quienes estaban cerca de los estudiantes”, sostuvo. Y enfatizó: “a lo mejor, una de las cosas que hay que hacer de aquí en adelante es empoderar a profesores y estudiantes para que sigan siendo ellos parte de la solución. Esa es la gran propuesta”.
Agentes de cambio
Según el catedrático, uno de los ejes fundamentales para repensar la cultura educativa es promover conversaciones. Pero admite que esto no es algo que un gobierno pueda decretar sino que resulta de un proceso de aprendizaje compartido y la base es el diálogo. Para Reimers, a la educación la cambian las sociedades y se transforma desde las bases y no desde los ministerios, “y los estudiantes que tienen la voz más importante están silenciados” asegura. La invitación es, entonces, a un diálogo inclusivo en cada escuela, en cada comunidad, en cada universidad, en cada salón de clases, porque la idea más importante es que todas las personas son agentes de cambio.
Por último, detalló cuatro puntos importantes para que cada persona promueva el cambio en su comunidad:
1.- Diálogo participativo.
2.- Necesidad de mayor investigación.
3.- Experimentación
4.- Innovación
Para cerrar, planteó la importancia del rol mucho más comprometido de la universidad como socia de los sistemas educativos para tener una acción catalítica en este cambio y la necesidad de replantear la cooperación internacional en pos de un diálogo global.
La Nación