Estamos a muy pocos días de comenzar un nuevo ciclo lectivo (hoy comienza la escuela primaria en CABA). Un arranque que parece contar, desde su comienzo, con una presencialidad plena. Además, se finaliza formalmente a la “nunca bien ponderada” promoción acompañada, en la que, más allá de las recomendaciones del Consejo Federal de Educación (CFE), cada jurisdicción tomó diversas y muy diferentes decisiones con respecto a la promoción y acreditación de saberes, entre otros puntos salientes.
Dejamos atrás casi dos años de escuelas cerradas, en algunas jurisdicciones ese tiempo se duplica. Dejamos atrás una virtualidad que no dio los resultados mínimos esperados, pero no dejamos atrás el medio millón de estudiantes que ya no lo son, producto de una ausencia del Estado para garantizar la trayectoria educativa de esos estudiantes.
El ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, anunció con bombos y platillos el programa “Volvé a la escuela” en 2021, destinando $5.000.000 para tal fin, o sea, $0 por cada estudiante que dejó la escuela durante la pandemia.
La pandemia vino a visibilizar la “tragedia educativa” en las cuales está inmerso el sistema desde hace muchos años, la pandemia corrió la alfombra, apareció desnudo el sistema y la sociedad en su conjunto comenzó a preocuparse por un problema de larga data.
Estamos creando una desigualdad educativa apabullante. Los padres que pueden dedicar tiempo a sus hijos y cuenten con los recursos económicos harán de sus hijos una nueva elite educativa.
La culpa se encuentra en muchos rincones y no se trata de señalar a nadie, sino de que cada uno de los actores involucrados cumpla con su obligación y deber.
La sociedad, muchas veces anestesiada, tiene que despertar ante la tragedia educativa que está formalizando su condición. La reacción tiene que ser ahora antes de que sea demasiado tarde. La pandemia está ayudando a visibilizar, el resto lo tenemos que hacer todos…
La política, influyente actor, debe poner en agenda a la educación y declarar, momentáneamente, la emergencia en educación. Ese sería el primer y más corto paso a llevar adelante. Luego la discusión tiene que ser “grande” y deben ponerse en consideración políticas publicas educativas que tengan una mirada a corto, medio y largo plazo.
Una política educativa que sea merecedora de estos tiempos cambiantes, que tenga la templanza y sabiduría de poder crecer en la incertidumbre y conflictividad, una política educativa que piense en formar sujetos autónomos, con pensamiento crítico y preparados para estudios superiores, para la producción y el trabajo, para la vida misma.
Una política educativa que repudie el adoctrinamiento y que sea feliz cuando el conocimiento se haga carne en cada uno de los niños y adolescentes argentinos.
La familia, otro actor fundamental en educación, es el primer núcleo educativo y formativo de todo ser humano. La sola presencia, apoyo, contención y escucha por parte de la familia ya es un paso fundamental en la trayectoria educativa de ese niño o adolescente.
Los docentes, el actor que más cerca se encuentra, si de tragedia educativa hablamos, forman parte del eslabón más fuerte o con mayor debilidad, dependiendo de su mirada dentro del sistema educativo. Los docentes y su formación, los docentes y su “ideologización”, los docentes y su compromiso.
Y por último, y no menos importante, los estudiantes, el actor más importante y donde el sistema debería siempre poner todas sus miradas.
Si hablamos de los estudiantes, de su trayectoria, de su formación y de la búsqueda implacable en pos del conocimiento, debemos ser sinceros y hablar de “estafa” hacia ellos. Hace más de una década que el sistema hace “como si” se llevara adelante el proceso de enseñanza y aprendizajes. Pero todos sabemos muy bien, salvo porcentajes mínimos, que ese proceso no se cumple.
Vamos a tomar como referencia, desde la dimensión pedagógica, espacios curriculares que tengan que ver con la lengua, literatura y la matemática. La incomprensión lectora es muy grave, no estamos hablando solo de leer un libro. Hablamos, por ejemplo, de que en la primaria los estudiantes no pueden leer de corrido, no pueden entender un simple texto. Dicha problemática se traslada hasta los primeros años de la secundaria. No hablemos de intentar leer un libro de texto al uso… la comprensión lectora que no está, no solo dificulta al espacio curricular en cuestión, destruye todo atisbo metodológico de aprendizaje en el resto de los espacios curriculares. Existen estudiantes que comienzan la escuela secundaria sin saber leer y escribir. Si eso no es una estafa, no comprendo entonces el significado de dicha palabra.
En matemática el sistema de ecuaciones es de difícil comprensión por parte de los estudiantes, no pueden despejar una x, no entienden fracciones. Esto es solo una parte de la problemática si de la dimensión pedagógica hablamos.
En los estudiantes también existen problemas o déficit en la atención durante una clase, muchas instituciones deben prohibir la utilización de dispositivos móviles (Celular, Net o Tablet) porque son utilizados para ver futbol, YouTube, Instagram o Tik Tok.
La educación se nos desangra, debemos ayudarla entre todos, la educación necesita de un sistema que pueda llevar adelante la necesidad imperiosa de la construcción del conocimiento, de desarrollar la capacidad de pensar libremente y de alcanzar una capacidad civil auténtica. Esto es el suficiente bagaje ético y político para ser un miembro valioso en una sociedad libre y autentica.
Si la educación fue considerada como un pilar fundamental de las sociedades libres es porque la distancia de la ignorancia al conocimiento podía salvarse, mostrando así el camino y las herramientas, para que quien iniciaba, desde la mirada social y económica, desde más abajo pudiera igualarse e incluso superar a quienes arrancaban, por la fortuna de su situación social, desde una posición más acomodada.
Un punto en discusión tiene que ver con la sindicalización de la escuela pública, desde mi mirada, ha degradado la institución. Toda ideología cuenta con un pensamiento sesgado que destruye hasta el espíritu (diamante en bruto) que hasta el momento contaba el docente, destruye su vocación y las ganas de superación son maniatadas por una estandarización ideológica.
La escuela necesita, como el agua, dejar de producir estudiantes en serie, necesita dejar de producir súbditos, necesita abocarse al conocimiento como punto de partida hacia otros momentos en la formación integral del ser humano.
Decir que el agua moja es una obviedad, ¿decir la verdad también lo es? Luchemos para que los sueños, de millones de argentinos en formación, sea una realidad.
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