Entrar, saludar, escribir en el pizarrón, dar la clase formalmente, seguir un plan de estudio al pie de la la letra, saludar e irse cada uno a seguir con su vida. Esa es la rutina para la mayoría de los profesores, alumnos y alumnas universitarios.
«La mayoría», no incluye a educadores que deben entrar a dar clases a un hospital, vestidos como para entrar a una sala de operaciones, o utilizando un barbijo.
Tampoco suma a los que tienen que seguir un protocolo para ingresar al penal, donde quedan literalmente encerrados durante las horas cátedra en la que reciben, por ejemplo, alumnos esposados, o maltrechos por las condiciones en las que son trasladados para tomar la clase.
¿Son distintos a los demás profesores? ¿tienen una preparación especial para esto?. En realidad, según lo cuenta Dolores Montenegro, una profesora de inglés que da clases en las carreras de Historia y Literatura que coordina la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo dentro del sistema penitenciario provincial de Mendoza, no son especiales, pero sí tienen que tener una sensibilidad diferente.
En cuanto a tener una preparación puntual, quizás sea un tema que abre infinitas posibilidades de debatir.
Diario UNO intentó reflejar en esta nota la experiencia de alguien para la que la educación en este tipo de contextos, debe ser humanizada y no sólo conformarse con impartir conocimientos.
Educar tras las rejas
¿Qué significa dar clases en contextos de encierro?
Básicamente, priorizar la función transformadora de la educación. Necesitamos ser agentes de transformación, y no agentes repetidores de contenidos.
-¿Pero esto cómo se logra?
-Tenemos que ser capaces de humanizar la práctica educativa. En el sentido que yo no puedo entrar, saludar en inglés y dar la clase en forma tradicional. Porque me encuentro con una realidad diferente, que parte, sin duda en que la gente a la que yo le voy a tratar de enseñar, no llega a mi clase y luego se va a su casa.
-¿Con qué realidades te encontrás en el aula del penal?
Muchas situaciones complejas. Algunos de mis alumnos vienen a clase sin haber comido. Les tengo que dar tiempo para esto. Otras veces, vienen las chicas desde El Borbollón, maltrechas por el traslado.
Me ha sucedido de tener a dos personas esposadas, una es alumna de mi carrera y otra no. Y tenemos que esperar que venga el guardia a sacarle las esposas.
-Realmente es sorprendente y fuerte lo que contás
Es así, la primera vez que me pasó me sorprendió, pero por eso resalto lo de humanizar la práctica.
Carencias del sistema
Consultada acerca de las herramientas pedagógicas que tuvo que utilizar para estar frente a una clase con alumnos que cumplen una condena en la cárcel, la profesora explicó que no recibió una preparación específica.
-Es decir que para esto no te prepara ningún plan de estudios
Lo que te puedo decir es que hay avances en los planes de estudio, pero cuando yo empecé a estudiar, no había una preparación tan específica al respecto. Por otra parte, hay situaciones para las que no se aprenden sino con la práctica.
¿Qué consejo le darías a alguien que tiene la inquietud de enseñar en el penal?
Que deje los prejuicios de lado. Para mi ante todo son personas, son mis alumnos. Un pensamiento muy frecuente es que se trata de adictos, que querían dinero fácil, o de vagos que prefirieron salir a robar. Otra idea común es que «son así desde chiquitos». Ninguna de esas cosas suelen coincidir con la realidad. Las personas privadas de su libertad tomaron una decisión, a veces, en segundos. Que es la que las hace estar de ese lado y nosotras de este lado.
-¿Qué te faltaba cuando empezaste a dar clases en el penal?
-Lo que creo que nadie me podía contar y que me di cuenta sola, fue que necesitaba tiempo. Porque yo quería realizar escuchas atentas con mis alumnos. Decidí que lo iba a hacer, como decisión pedagógica. Tomarme el tiempo para saber qué esperaban, qué necesitaban, qué vivían, cuál era su realidad. Eso me sirvió para contextualizar el aprendizaje.
-¿Qué significa contextualizar las clases?
Mirá, por ejemplo, en los libros de inglés les encanta hablar del desayuno británico. Mis alumnos se divirtien con esto. «Profe, a quién le van a dar tostadas y huevos revueltos acá» , esta es una forma de entrar en su realidad. Terminamos riéndonos todos.
Una propuesta diferente
En la Facultad de Filosofía y Letras, esta carencia del sistema se tomó en cuenta y por este motivo se creó la Diplomatura en Docencia y Gestión de las Modalidades del Sistema Educativo.
En esta se incluye una preparación para educación en contextos de encierro, y otras modalidades como educación hospitalaria, domiciliaria y rural.
Estas son algunas alternativas para abordar situaciones educativas especiales, que si bien no son suficientes, son un comienzo para integrar este tipo de miradas en la formación.
Diario UNO