Si bien hace tiempo que la tecnología viene interpelando a la educación tradicional, la irrupción del ChatGPT abre una serie enorme de interrogantes. Para quienes todavía no están familiarizados con él, se trata de un bot de inteligencia artificial, pero mucho más complejo que, por ejemplo, los bots automatizados a los que nos tienen acostumbrados los centros de atención al cliente.
El ChatGPT, creado por la empresa OpenAI, es capaz de desarrollar ampliamente sus respuestas, pero lo que lo vuelve todavía más espectacular es su posibilidad de aprender y corregirse. También puede imitar estilos de escritores o personalidades y desarrollar textos en distintos formatos: se le puede pedir la respuesta en un texto expositivo, pero también que escriba poesías o cuentos sobre distintos temas. También es capaz de traducir a distintos idiomas.
Como es de esperar, la aparición de semejante herramienta ha generado mucho revuelo en el ámbito educativo, una mezcla de fascinación, curiosidad y terror.
Del lado de los profesores, el miedo está principalmente relacionado a dos cuestiones. En primer lugar, el hecho de no poder distinguir entre el trabajo de un alumno y el copy paste de una respuesta del bot. Pero, en segundo lugar, hay un temor tan silencioso como inquietante ¿podrá la IA reemplazar a los docentes?
En cambio, la mirada de los alumnos es otra. No hay miedo, a esta altura la mayoría de los estudiantes son nativos digitales, por lo que, para ellos, una nueva tecnología no representa un peligro, sino más bien una novedad que merece ser tenida en cuenta. Desde su punto de vista, el chat representa una enorme “tentación” principalmente para quienes se dedican a las ciencias exactas o a la ingeniería, ya que resuelve con gran precisión problemas de física, química o matemática y, además, puede explicar el paso a paso de dichas soluciones.
En cambio, no sucede lo mismo en las áreas de humanidades o ciencias sociales, donde los sesgos, las imprecisiones y, sobre todo, el uso de un lenguaje muy característico, lo delata con más facilidad.
¿Qué hacer entonces?
En algunos lugares se optó por prohibir su uso. Es el caso de las Escuelas Públicas de Nueva York y de algunas Universidades de Francia, España e India, entre otras. Sin embargo, esta decisión se parece más bien a la pretensión de tapar el sol con las manos. Seguramente se podrá controlar su uso, por ejemplo, en exámenes presenciales, impidiendo que los alumnos tengan dispositivos como tablets, teléfonos o notebooks, pero será muy difícil de controlar en otros escenarios.
La IA, como cualquier otra herramienta tecnológica, es justamente eso, una herramienta. Y en este caso, una muy atractiva que, por más que se intente alejarla de la vida de los estudiantes, ellos mismos la traerán, más temprano que tarde. Por lo tanto, debería aprovecharse la oportunidad para encarar proyectos que supongan un modo distinto de abordar el aprendizaje, no ya como una acumulación de datos sino como una actividad en la que se desarrolla la capacidad de análisis, el pensamiento crítico y el razonamiento guiado por la lógica.
En un mundo en que la información, los datos, los textos e incluso las explicaciones están al alcance de la mano, cada vez cobra más sentido eso de que la educación debe “enseñar a pensar”. Vuelven a cobrar tremenda vigencia aquellas palabras de Montaigne, dichas en referencia a la lectura de libros, “más vale una cabeza bien hecha que una cabeza bien llena”.
En términos contemporáneos, educar debería ser generar en los alumnos las habilidades necesarias para poder aprovechar y servirse de la mejor manera de la inconmensurable cantidad de información y conocimiento que los rodea.
Para terminar, le preguntamos al ChatGPT cuáles eran los desafíos de su uso en el aula. Esta fue su respuesta:
El uso del ChatGPT en el aula plantea varios desafíos que deben ser abordados para asegurar una implementación efectiva de la tecnología. Algunos de estos desafíos son:
1. Falta de interacción humana: Uno de los principales desafíos es la falta de interacción humana. Los estudiantes pueden perder la oportunidad de interactuar con otros estudiantes y maestros, lo que puede tener un impacto negativo en su desarrollo social y emocional.
2. Precisión y confiabilidad: Otro desafío es la precisión y confiabilidad de la tecnología. Aunque ChatGPT es un modelo de lenguaje muy avanzado, puede haber errores en su capacidad para comprender el contexto y la intención detrás de las preguntas y respuestas.
3. Personalización limitada: A pesar de su capacidad para adaptarse a las necesidades individuales de los estudiantes, el uso de ChatGPT puede estar limitado por su capacidad para proporcionar una experiencia realmente personalizada. La tecnología no puede reemplazar completamente la experiencia de aprendizaje individualizada que un maestro puede ofrecer.
4. Dependencia de la tecnología: Otro desafío es la dependencia de la tecnología. Si los estudiantes se acostumbran a depender de la tecnología para obtener respuestas, pueden perder la capacidad de pensar críticamente y resolver problemas por sí mismos.
5. Uso inadecuado: Un desafío adicional es asegurarse que los maestros y los estudiantes usan la tecnología de manera adecuada y efectiva. Si no se capacita adecuadamente a los usuarios o no se utilizan las características de la tecnología de manera efectiva, el uso del ChatGPT en el aula no puede ser mejorado.
En general, es importante abordar estos desafíos y tomar medidas para asegurar que el uso de ChatGPT en el aula sea efectivo y mejoras para los estudiantes y los maestros.
El futuro ya (casi) llegó.
Mdzol.com