Cuando se publicaron los resultados de las pruebas PISA 2000, los ojos se posaron en Finlandia. La primera evaluación de la OCDE lo daba como líder. La atención mediática se centró, entonces, en el modelo educativo finlandés: en cómo seleccionan a sus maestros, en el prestigio de la carrera docente, en la aparente alegría de los chicos que se combina con aprendizajes de calidad.
En 2015, más allá de que sus resultados fueron de elite, Estonia lo desplazó como el número uno de Occidente en PISA. Tres años después sigue consolidando esa tendencia. Dentro de los países de la OCDE, fue el mejor en lectura (523 puntos) y en ciencias (530). Detrás de Corea y Japón, quedó en tercer lugar en matemática (523).
La comparación, en este caso, no es odiosa. Estonia y Finlandia comparten ciertas características: sus sistemas son pequeños en cantidad de alumnos, la enseñanza es pública y gratuita casi en su totalidad, apuestan por una una pedagogía de trabajo por proyectos y enfocada en competencias y fundamentalmente sus sociedades tienen a la educación como una de sus prioridades. Incluso sus propios funcionarios mencionan que intercambian políticas.
“La educación siempre fue una prioridad para los estonios sea cual sea el momento histórico. Por ejemplo, hace ya 150 años, la tasa de alfabetización de la población era del 94%. Los estonios siempre creímos que la educación abre nuevas posibilidades. Es una de las fuerzas impulsoras de nuestra sociedad. Somos verdaderamente una nación educativa”, dijo su ministra de Educación Mailis Reps en una entrevista que concedió a Infobae.
En Estonia, un pequeño país a orillas del Mar Báltico, viven 1.3 millones de personas. Su educación obligatoria es totalmente gratuita y apunta a evitar la segregación por clase social dentro del aula. Las escuelas no pueden seleccionar a sus alumnos, ni por sus antecedentes académicos ni por su nivel socioeconómico. El Estado se hace cargo del transporte escolar, del comedor, de los libros. Las escuelas privadas, que tienen muy pocos alumnos, también reciben subvención estatal.
Reps cree que el éxito educativo de su país se debe a distintos factores, aunque se detiene en uno: la autonomía. “Tenemos un sistema educativo descentralizado y muchas decisiones se toman a nivel escolar. Nuestras escuelas y maestros tienen una gran autonomía para decidir cómo enseñar, a qué personal contratar o qué capacitaciones brindar. Incluso tienen libertad para dar forma a sus propios planes de estudio siguiendo las pautas establecidas en los planes de estudio nacionales”, explicó.
El sistema se basa en la confianza en los directores y docentes. Ahí está uno de los diferenciales: no se baja una línea de arriba hacia abajo. Las escuelas tienen el suficiente margen para apropiarse del proceso educativo, incluso para delinear su propia currícula; algo impensado por estas latitudes.
La confianza proviene de una formación exigente. La preparación siempre se lleva a cabo en universidades y se combina con una fuerte carga de prácticas en el aula. El sistema está dividido en preescolar, básica, secundaria superior y profesional. Todos están regulados por estándares. Para acceder a preescolar se necesita lograr el nivel 6, mientras que para básica y secundaria se requiere un nivel 7. Ese nivel implica que todos, para ejercer, deben tener una maestría.
Una vez dentro del sistema, existe una cultura muy arraigada de la capacitación. Según cifras oficiales, el 98% de los maestros y el 100% de los directores asistió al menos a una actividad de desarrollo profesional en el último año.
– ¿Qué nivel de prestigio goza la carrera docente en la sociedad?
-Creo que la reputación de los docentes es buena en Estonia. Sin embargo, los maestros son los más críticos de sí mismos y debemos continuar nuestros esfuerzos para que se sientan más valorados. Uno de nuestros desafíos es que más jóvenes busquen convertirse en docentes. Para eso, una de las apuestas fue mejorar el salario. En los últimos años, lo aumentamos considerablemente. Ahora el salario inicial es igual al promedio de Estonia. El piso docente está en 1.250 euros, aunque la mayoría cobra un promedio de 1.500 euros.
-¿Cómo evalúan a los profesores en actividad? ¿Tienen incentivos salariales para aquellos con mejores desempeños?
-No hay escalas salariales de docentes definidas a nivel nacional. El gobierno nacional solo establece el salario mínimo de los docentes después de negociar con el sindicato de maestros. El director de la escuela es quien define la compensación real de los maestros. Este enfoque da como resultado un abanico salarial amplio entre los subsistemas (estatales, municipales, privados). Por lo general, se tienen en cuenta los años de experiencia docente, las calificaciones adicionales, las actividades de desarrollo profesional, las responsabilidades de gestión además de la enseñanza, las tareas especiales como mentoría y desempeño sobresaliente.
La paradoja del país más digital del mundo
Ya desde hace unos años, Estonia es calificada como “el país más digital del mundo”. Es que, por caso, el 99% de los servicios del Estado están digitalizados y el 98% de los ciudadanos tiene un documento digital. Además, es el país con más cantidad de start-ups por habitante del mundo; una suerte de Silicon Valley europea.
La educación no estuvo exenta. Al contrario, marcó el puntapié inicial para el proceso de digitalización. A fines de los ‘90 empezaron a conectar a las escuelas y al principio del nuevo milenio ya tenían todo el sistema con acceso a Internet.
Uno creería, entonces, que Estonia destina una fortuna a educación, a sostener un sistema de excelencia, con la mayor sofisticación tecnológica. Sin embargo, comparado a otros países europeos, invierte bastante menos: el 6% de su PBI (el mismo porcentaje que Argentina debería destinar por ley). En números concretos, invierte cerca de 7.400 dólares por alumno, mientras que en la Unión Europea el promedio es de 10.800 dólares.
“No tenemos una gran cantidad de recursos en educación comparado a otros países, pero lo gastamos sabiamente: para aumentar los salarios de los maestros, crear materiales de aprendizaje, hacer que la red escolar sea más eficiente y construir edificios más modernos que necesiten menos recursos para mantenerse después. Elegimos las áreas específicas a priorizar con la idea de tener un beneficio más largo o de mayor impacto para los estudiantes”, sostuvo Reps.
Según contó la ministra estonia, están implementando un cambio en la forma en la que la tecnología entra en el aula. “Internet brinda muchas oportunidades para la realización personal, el aprendizaje o la recopilación de información, pero también plantea nuevas amenazas. Por eso, la transformación digital hoy es una de las reformas más significativas o, más bien, el cambio de discurso más fuerte en el sistema educativo estonio”, planteó.
El foco hoy está en brindar las competencias necesarias para “desenvolverse en la sociedad, aprender en forma independiente y estar alerta ante las amenazas cibernéticas”. Con la cabeza en los empleos del mañana, enseñan robótica, programación y “habilidades complejas”; las necesarias para convertirse en artista digital o desarrollador de videojuegos, por ejemplo. Buscan que el uso de los dispositivos vaya más allá de la clase de computación, que sirva también para aprender idiomas o seguir procesos creativos. “Los dispositivos están muy bien integrados en el proceso de enseñanza, Los alumnos usan sus notebooks personales en las clases para hacer que el aprendizaje sea más eficiente”.
Infobae