Tenía 14 años cuando descubrió que la matemática lo acompañaría de por vida. Hasta ese momento, Luis Ferroni era un alumno más. Aprobaba, pero no brillaba. Los números no le interesaban demasiado. El click lo hizo cuando se anotó en su primeras olimpíadas de matemática. Lo hizo para quedar bien con su profesora después de desaprobar un examen y descubrió una faceta que hasta entonces desconocía.
«Me cayó la ficha de qué cosa era de verdad la matemática. El esquema de las olimpíadas era mucho más interesante y divertido que el que te muestran en la escuela. Mucho menos chocante y más próximo a lo lúdico y lógico», le contó a Infobae. Hoy, con 25 años, ya graduado de la Licenciatura en Matemática de la Universidad de Córdoba (UNC) con promedio perfecto. 10 en todas las materias. 10 en cada una de las veintiséis materias de la carrera.
Aquellas olimpíadas fueron en Tucumán, donde nació y cursó hasta terminar la secundaria. Con 19 años, viajó hasta Córdoba para hacer la carrera. No sospechaba por entonces que se transformaría en el mejor promedio de la universidad, que sería reconocido con la bandera y una medalla de parte de las autoridades.
—¿Cómo se fue gestando el 10 de promedio? ¿Te lo planteaste como meta en algún momento?
—Se fue dando de manera natural. En primer año de la facultad yo tenía mucha ventaja respecto de varios de mis compañeros. Contaba con un background en matemática muy fuerte por mi participación en olimpíadas. Ya había pasado por el estrés de aprender a hacer una demostración y a saber cuándo un razonamiento era correcto o incorrecto. Esto fue clave para que en los primeros exámenes me sacara 10. Después la cosa se fue nivelando para todos pero, en general, me tocaron profesores muy buenos y eso contribuyó a que si había temas que no podía entender, con su ayuda, podía sacar la materia adelante.
—¿La clave estuvo en la cantidad de horas que dedicaste al estudio?
—Creo que la clave es ser consciente de las propias capacidades y limitaciones. Yo nunca fui de poder sentarme horas y horas a estudiar, y esa indisciplina la reconocí rápido como una de mis limitaciones. Sin embargo, veía que tenía una buena capacidad para absorber información en períodos cortos de tiempo. Entonces, en vez de sentarme 5 o 6 horas de corrido a estudiar, simplemente estudiaba en varios intervalitos de 15 o 20 minutos. Eso junto con el hecho de que tengo una buena memoria me permitía avanzar con el estudio.
—¿Hubo alguna materia que te haya resultado más difícil?
—Diría que una materia te puede resultar difícil por alguna de estas tres razones. O bien porque está fuera de tu zona de confort, o bien porque es intrínsecamente difícil, o bien porque no te tocó un buen docente. En general yo diría que me gustaron casi todas las materias que cursé, y en general las que me parecieron difíciles fueron aquellas que caían en el primer grupo. Por ejemplo, una materia difícil fue una que se llama Geometría Superior que, a grandes rasgos, se trata de estudiar propiedades de objetos geométricos en dimensiones altas y como es difícil imaginar un espacio de 19 dimensiones la intuición a veces se vuelve en tu contra.
—Así y todo también te sacaste un 10 en esa materia. ¿Qué decían tus compañeros?
—Tuve buenos profesores que me ayudaron. En general con mis compañeros de la carrera no era un gran motivo de discusión el tema del promedio, porque muchos estudiantes del área tienen promedios altos. Si bien yo me gradué con promedio 10, una de mis compañeras terminó con promedio 9.88, y el año anterior hubo un egresado con promedio 9.92. A los que sí les parecía escandaloso era a mis amigos que no eran de la facultad. Le sacaban fotos a mi analítico y lo subían a Instagram o cosas así.
Podría decirse que su logro tiene un doble mérito por el área donde lo logró. En un país donde el 70% de los chicos termina la secundaria sin los conocimientos suficientes en matemática. Ferroni coincide con lo que se pregona en estos días: la clave está en cómo se enseña.
—La matemática en la escuela en general no atrapa a los chicos. Se suele ver como simplemente hacer cálculos o memorizar fórmulas y la realidad es que la disciplina está bastante lejos de ser así. Es muy importante aprender a razonar deductivamente y en ese sentido la matemática en la secundaria a veces se queda corta.
—¿Cómo creés que se debería enseñar?
—Para ser más concretos, en el secundario actual casi seguro que los chicos se van a enfrentar con problemas como «resolver esta ecuación cuadrática», para lo cual simplemente memorizan la fórmula y listo. Sin embargo, si le proponés a algún estudiante que calcule a mano cuánto es 1+2+3+….+2019 y le enseñás cómo razonar ese cálculo de modo que la cuenta te tome un segundo, lo sorprendés diciéndole que la respuesta es 2019 por 1010.
En los últimos dos años de carrera, junto a compañeros que cursaban Ciencias de la Computación, se propusieron alcanzar la final de una competencia mundial de programación llamada ICPC en China. Primero superaron la fase nacional, después sortearon la etapa continental. El año pasado, los estudiantes de la UNC se codearon con jóvenes de las principales universidades en Pekín. Y el resultado fue histórico: salieron en el puesto 25 por delante incluso de, por ejemplo, Harvard y Cambridge.
Desde octubre, Ferroni está instalado en Bolonia, Italia, donde cursa un doctorado gracias a una beca. No tuvo problemas de adaptación porque, durante años, estudió italiano. Propuestas de trabajo en el exterior no le faltan, pero su futuro, dice, está en Córdoba. En la universidad donde se graduó con promedio perfecto, como investigador y docente.
Infobae