La campaña de cara a las PASO ya entró en la recta final, pero hay un tema que parece no haber ingresado en los discursos de los candidatos. O al menos así lo percibió la población. A tal punto que el 85% de los argentinos no recuerda o no escuchó ninguna propuesta sobre educación.
El dato surge de una serie de encuestas que la Fundación Cimientos llevó adelante en colaboración con la consultora Isonomía. Los informes muestran que el 44% de los consultados -2.000 personas de entre 16 y 80 años- consideran que la educación es imprescindible para el crecimiento del país.
Del mismo modo, la mayoría parece conocer la situación de la secundaria: saben que es el último nivel de educación obligatorio y que casi la mitad de los jóvenes no la termina en tiempo y forma. Entre las posibles soluciones, un 26% cree que se resuelve mejorando la enseñanza, un 17% con apoyo económico a los estudiantes más vulnerables y otro 16% con más escuelas y mejor infraestructura.
Pese a proclamar la importancia de la educación, la temática no aparece en las campañas políticas. «Diferentes encuestas demuestran que los padres son críticos de la educación del país pero consideran que sus hijos reciben una educación de calidad. Por ende, los segmentos medios de la población, que históricamente fueron los motores e impulsores de la ampliación de derechos y defensores de los mismos, hoy no están alzando, en su mayoría, la bandera la educación pública porque pareciera que les es lejana», planteó Marcelo Miniati, director ejecutivo de Cimientos.
De hecho, la clase media, en mayor parte, abandonó la educación pública en Argentina, un proceso que atraviesa desde hace décadas a todos los gobiernos. «Los estratos medios, que en otras épocas hicieron de la educación pública su hogar, hoy están eligiendo la educación privada impulsados por los problemas estructurales de nuestra educación pública (deficiente calidad, problemas edilicios y sobre todo incumplimiento de los 180 días de clase). Y la crisis de la educación se vuelve un tsunami invisible que está produciendo una catástrofe en la generación de jóvenes actuales y que golpeará mucho más fuerte en los jóvenes del mañana», consideró Miniati.
Desde el regreso de la democracia, los ministros de educación no superan los dos años en el cargo. Y los programas educativos, en general, se modifican. «Debemos exigirle a nuestra clase dirigente que logre los consensos básicos para una política educativa exitosa a largo plazo que atraviese a todos los gobiernos», agregó.
En Argentina se suele hablar de educación a principio de año, cuando se discuten las paritarias docentes. En especial, la provincia de Buenos Aires por ser el mayor sistema del país, concentra la atención. Luego no hay un abordaje integral del tema.
«Ese combo hace que la clase dirigente política de nuestro país se sienta cómoda evitando hablar de educación de una manera profunda en la que se abogue por lograr trayectorias escolares significativas, capacitación de nuestros docentes, infraestructura que vuelva las escuelas habitables y una calidad educativa que prepare a nuestros jóvenes para el futuro», señaló Miniati.
Infobae