Amor por la vocación. En eso se refleja lo que viven actualmente las escuelas agrotécnicas de la provincia. Allí no existe la cuarentena. En los cerca de 80 días que lleva la provincia en aislamiento social y obligatorio por la pandemia, en esas escuelas la actividad no se detuvo. Con guardias mínimas y repartidos en turnos, directivos, docentes, técnicos y porteros duplicaron sus labores para seguir manteniendo sus proyectos en pie, aunque lógicamente la producción, sin los alumnos, disminuyó considerablemente.
A puertas cerradas y con el silencio lógico por la ausencia de estudiantes, las escuelas con orientación agropecuaria y agroindustrial debieron obligatoriamente seguir con el mantenimiento de huertas, plantas y animales. Si bien lo más difícil se presentó al inicio de la cuarentena, cuando fueron los porteros y caseros quienes tomaron la posta para cumplir con tareas vitales como regadío y alimentar a animales, luego ya con la apertura de escuelas con guardias mínimas volvió todo a la normalidad, o casi. Es que cada escuela debió conformar grupos integrados por directivos, docentes, técnicos y porteros para poder cumplir con todas las obligaciones.
«Acá no se puede parar con los procesos productivos. Para algunos productos, plantas y animales, no hay cuarentena que valga», comentó Nelson Daniel Ahumada, coordinador a cargo de la Escuela Agrotécnica de Zonda. Allí, en ese establecimiento donde cuentan con una fábrica de dulces, un vivero con más de 2 mil plantas, una sala de extracción de miel y apicultura y una granja con 200 animales, las tareas contaron desde el comienzo de la cuarentena con el trabajo fundamental tanto de Ahumada, como del director Sergio Murúa y del portero-casero Juan Almirón. Ellos eran los únicos que podían asistir en ese momento y fueron quienes debieron realizar las tareas básicas como alimentar a los animales y regar las plantas que en pleno mes de marzo debían regarse todos los días y hasta dos veces por jornada. «De noche hasta los policías que hacen la guardia ayudaban al casero con las tareas, es increíble la simbiosis que hemos logrado con esta pandemia. Somos una gran familia», expresó Ahumada. Hoy día, son ocho personas las que se desempeñan por turno para que, desde las 8 hasta las 17, se pueda cumplir con todo. Allí, el técnico Juan Guajardo, a cargo de la producción de vid y cocina, está a cargo del vivero: «Nuestra función es producir plantas y si bien grabamos videos, es difícil que los chicos no estén en prácticas como la de siembra, repique, poner estacas, regar. Es difícil, si hubiésemos dejado de venir perdemos el material de estudio y los chicos después cuando vuelvan las clases presenciales, no tendrían con qué estudiar», comentó.
En tanto que en el moderno taller de Industria, Marianela Fernández se las ingenió con la ayuda de su colaborador Omar Godoy para producir jalea y pan de membrillo y tomate triturado, grabar videos y enviarlos a sus alumnos. Lógicamente que la producción es mucho menor ante la falta de alumnos. En la granja donde residen 200 animales entre aves, gallinas, cabras, cerdos y patos, el trabajo diario lo realiza Carlos Gamboa, quien es el encargado de revisar la granja y brindarles agua y alimentos a todos, todos los días. «Esto no puede parar. A los animales se les debe hacer un seguimiento diario, tenemos una chancha que está a punto de tener cría y hace unos días tuvimos nacimientos de conejos que no se pueden descuidar», comentó Ahumada quien dejó plasmado el sentido de pertenencia de todos quienes día a día trabajan en la institución zondina.
La Escuela de Enología es la más cercana al centro sanjuanino y cuenta con 20 personas entre docentes con cargo, regentes, porteros y coordinadores que realizan las guardias mínimas. Al comienzo de la cuarentena fueron los caseros los que se hicieron cargo del mantenimiento de viveros y plantas, la producción vegetal y la alimentación para animales. «Hay mucho sentido de pertenencia, desde los caseros hasta los profes, todos se desviven a diario para que no se pierda nada y todo esté de pie cuando regresen los chicos», comentó su director Sergio Montero. Hoy, la planta agrícola está a cargo de Adrián Castro y Verónica Echegaray junto a los porteros Fabricio Funes y Juan Lima, quienes vienen haciendo una tarea enorme pero lógicamente que la producción transita a ritmo lento en tareas que antes eran llevadas a cabo por 10 alumnos.
En cuanto a las pérdidas en cuarentena, la Enología perdió lo que era un clásico: el vino. El año anterior a esta altura la escuela capitalina ya había elaborado la bebida gracias a la cosecha de unos 60 mil kilos de uva y este año no pudieron producir nada. Además, debido a que se pasó la estación, se perdieron casi 5 mil kilos de membrillo. «Nos duele, pero son las consecuencias de la pandemia, aunque ahora ya vamos volviendo a la normalidad. Pero sin los alumnos, nada es igual», comentó el directivo.
La Escuela Agrotécnica «Domingo Faustino Sarmiento» en la villa cabecera de Media Agua nunca cesó su actividad. Gracias a la buena predisposición de todos (docentes y directivos) se las ingeniaron para no perder ni un día en las actividades. Ahora están en la temporada de tomate y membrillo, y también en la elaboración del aceite de oliva. Esa institución de 118 hectáreas cuenta con 360 animales. Su director, Luis Pérez, comentó que son cuatro personas las que se reparten diariamente para llevar a cabo todas las tareas: «Es enorme lo que están haciendo los profes acá, este es el verdadero amor a la profesión que quizás desde afuera no se ve». Y sí, porque los profes deben seguir produciendo, grabando videos y guías teóricas para sus alumnos. La producción allí con respecto a años anteriores, disminuyó en un 40%.
La Escuela Agrotécnica Juan Manuel Belgrano, de Jáchal, cuenta con guardias mínimas de cinco personas por jornada que se ocupan de los cinco sectores didácticos y productivos como granja veterinaria y forraje, el sector frutihortícola y la industria con la fabricación de dulces y conservas. «Nadie ve el enorme esfuerzo y sacrificio para llevar adelante todo esto», comentó su director Jorge Codorniú. Los profes y porteros agarraron pico, pala y las máquinas necesarias para ya tener listas 6 hectáreas de campo para la plantación de alfalfa y 3 destinadas para maíz. Además están preparando la huerta de primavera-verano con lechugas, acelgas y berenjenas. «Hemos recibido la donación de mineras de la zona de un invernadero donde se hace recría de plantines y camas para germinación que ha sido un alivio enorme ante la falta de los estudiantes que son quienes hacían ese seguimiento», cerró el director de la escuela.
Diario de Cuyo