El Consejo Asesor Indígena de la UNSJ abordó un proyecto sobre el Área Natural Protegida de Valle Fértil

El Consejo Asesor Indígena (CAI) de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) fue creado por el Consejo Superior en 2019 para, dice la Ordenanza 010/19, asesorar a los órganos de la Universidad en lo concerniente a los pueblos y comunidades de la provincia de San Juan. También la normativa establece la misión de abordar, discutir y emitir opinión fundada sobre los temas específicos que comprendan, incluyan o afecten a los pueblos indígenas, planteados por las propias comunidades o por la Universidad. El CAI está integrado por el Rector y la Secretaria de Extensión Universitaria de la UNSJ y por un o una representante de cada una de las comunidades indígenas.

Con ese mandato institucional la UNSJ y comunidades realizaron otra reunión del CAI, que debe convocarse, al menos, una vez al año, sea en sede del Edificio Central de esta Casa de estudios (como fue esta vez) o en algún territorio de la provincia. En esta ocasión, la sexta, en la que fueron invitados e invitadas referentes de distintas comunidades de la provincia, fue abordado el proyecto “Línea de Base Ambiental y Sociocultural del Área Natural Protegida Valle Fértil”. Esa área natural, una de las más extensas y diversas de la provincia, fue declarada como tal en 1971 y hasta el momento carecía de un diagnóstico integral y sistematizado.

El objetivo de este proyecto interdisciplinar, producto de un contrato con el Consejo Federal de Inversiones (CFI) por parte de la UNSJ y cuyo responsable académico es el Dr. Carlos Borghi, investigador de esta Universidad, es generar información científica sólida y actualizada sobre la biodiversidad, los ambientes naturales, el patrimonio cultural y las dinámicas sociales y productivas que se desarrollan en el área. “Para ello, se están relevando distintos componentes, incluyendo flora, fauna, ecosistemas, usos del territorio, actividades productivas, turismo, y la relación histórica y actual de las comunidades originarias y pobladores locales con el territorio”, dice el Proyecto. De esta manera, sigue planteando, “esta línea de base constituirá una herramienta clave para la planificación y gestión del área protegida, ya que permitirá identificar valores de conservación, posibles amenazas, conflictos de uso y oportunidades para un desarrollo territorial compatible con la conservación de la biodiversidad y el patrimonio cultural. Asimismo, aportará insumos fundamentales para la elaboración futura de un plan de manejo participativo”.

Territorio, comunidades y Universidad

En esta sexta reunión desarrollada participó Andrea Leceta por primera vez desde que es vicerrectora. “Quería conocerlos y mantener el diálogo con las comunidades en un marco de respeto hacia ellas”, indicó.

Por su lado, Laura Garcés, secretaria de Extensión Universitaria de la UNSJ, expresó que la reunión se trata de una instancia más que tiene el trabajo con las comunidades que están dispersas en distintos lugares de la provincia. «Es un ejemplo más de la articulación de la Universidad con el territorio”, dijo. Luego añadió: “Todos aquellos proyectos de investigación o de extensión de nuestra Universidad que involucren a las comunidades indígenas tienen que ser tratados en el CAI”.

“Nuestras voces deben ser escuchadas”

Carina Calivar, de la comunidad diaguita Cacique Pedro Caligua, de Valle Fértil, es concejala de ese departamento y autora del proyecto de pedido de avanzar en la línea de base para el manejo del área protegida. Es una de las referentes que estuvo presente en la reunión del CAI. Al respecto, resaltó que “en este proceso se está cumpliendo con la consulta Previa, Libre e Informada (derecho de los pueblos indígenas que obliga al Estado a consultarles)”.

Además, la referente señaló: “Al proyecto le va a poner contenido el pueblo de Valle Fértil, entre él, las comunidades, en este caso, diaguitas. La extensión que abarca es más allá del departamento Valle Fértil y entran comunidades de Vallecito, Bermejo, Las chacras. Yo hablo por Valle Fértil, y allí hay habitantes que tienen su idiosincrasia, que realizan distintas actividades, que viven en esas zonas antes de que se creara el área protegida, entonces hay que empezar a dejar en claro todas esas cuestiones, sobre todo, qué se puede hacer y qué no, cuál es el patrimonio tangible e intangible, los sitios importantes, el valor del agua y todo lo que implica vivir dentro de un área protegida. Va a ser una instancia de mucho diálogo, la población debe tener una participación activa y nuestras voces deben ser escuchadas”.