Según un reciente informe de ONU mujeres, “en la mayoría de los países donde existen datos, menos del 40% de las mujeres que sufren violencia buscan algún tipo de ayuda”. Por esto, es precisa una actitud proactiva: no se trata solo de esperar a que la persona pida ayuda, sino también de agudizar los sentidos para poder detectarlo.
El lugar donde se encuentran casi todas las posibles “Lucías” de nuestro país –y casi todos los posibles agresores– es la escuela. Convencernos de que tenemos la posibilidad de llegar antes nos impulsa a poner en acción proyectos educativos. Y el más capaz de prevenir la violencia, actualmente en primera plana del escenario social, es la Educación Sexual Integral (ESI).
A través de la ESI podemos prevenir la violencia en todas sus formas, desde la primera infancia hasta el último año del secundario. Los contenidos vinculados a este tema abarcan relaciones tóxicas, dependientes e indiferentes; violencia física, psicológica, simbólica, sexual, verbal, doméstica, económica; violencia hacia la mujer y hacia el varón; reflexión sobre actitudes cotidianas que promueven desigualdades; reconocimiento temprano de las señales de violencia; acoso y abusos. Lo hacemos desde la evidencia científica, gradualmente, promoviendo pensamiento crítico, incorporando valores y actitudes para la propia vida de cada día.
Cuando se profundiza en lo educativo, se ve con mayor claridad que la ESI trabaja sobre las raíces de los problemas sociales y, esas raíces, no tienen colores ni ideologías. La ley 26.150 nos abrió un camino para la promoción de la salud integral (física, psicoemocional, sexual y reproductiva, vincular, social, espiritual), del bienestar y de la felicidad de cada niño, niña y adolescente. Lo que sigue, es que cada familia y cada escuela, en un trabajo lo más armonizado posible, con base en conocimiento científico y en los valores personales y familiares, se anime a transitarlo gradualmente. Se trata de acompañar a chicos y chicas hasta la autonomía y el pensamiento crítico, y despedirlos de la escuela con la mochila cargada de herramientas para diseñar su proyecto de vida saludable.
Carolina Sánchez Agostini – Psicóloga, Máster en Familia, investigadora doctoral. Directora de la Diplomatura en Educación Sexual Integral de la Universidad Austral.
Ambito.com