Lo más simple, para entenderlo, es cuando uno lo ve a Messi agarrar la pelota y encarar para el área; o cuando se recorren las líneas escritas por un Borges o un Cortázar; o si te cuentan lo que consiguió Einstein con su teoría de la relatividad especial, mientras era un empleado de la Oficina de Patentes de Berna. ¿Cómo lo hicieron? Barriletes cósmicos, ¡¡¿de qué planeta vinieron?!!
Messi, Borges, Cortázar, Einstein: cada uno se destacó en lo suyo, pero todos tienen una característica en común: sus altas capacidades para el aprendizaje. Sin llegar a casos tan extremos, hoy hay miles de alumnos argentinos que también tienen capacidades especiales. A estos chicos se los puede identificar a simple vista, cuando se advierte la amplitud del vocabulario que usan, cómo entienden rápido los conceptos más abstractos, el tipo de preguntas que hacen, cómo resuelven los problemas.
Pero resulta que muchas veces somos complicados, y lo que en principio es una virtud se convierte para estos chicos en una «pesada herencia». Lo más usual es verlos incómodos dentro de sus clases; terminan las tareas antes que el resto y entonces se inquietan; muchos de ellos empiezan a “hacer lío”. Y entonces pasan por alumnos “con problemas de conducta”, cuando no sufren bullyingpor parte de compañeros que no los entienden.
Lucia Vasta, Facundo Resmicoff y Valentina Groppa: tres alumnos con altas capacidades que van al colegio Norbridge. Foto Rolando Andrade
¿Y qué hace la escuela ante estos casos? En líneas generales, nada. Preocupado por los múltiples inconvenientes del día a día, el sistema educativo suele enfocar sus mayores esfuerzos en la otra punta de las capacidades infantiles: aquellos chicos que van más lento, que tienen problemas de aprendizaje, que les cuesta. Para ellos, hay una batería de posibles respuestas ya diseñadas, desde gabinetes psicopedagógicos, hasta clases de refuerzo y una atención especializada por parte de los docentes. ¿Y para los chicos que aprenden más rápido?
Empecemos por entender que estos chicos con altas capacidades, a los que los especialistas denominan -en su jerga- “superdotados”, “talentosos” o “precoces”, en realidad son muchos más -en cantidad- de lo que uno cree. No existe registro estadístico oficial, pero entre los expertos hay consenso en que rondan entre el 12 y el 15%. Es decir, que son más de uno de cada diez. O casi tres por aula.
Taller de robótica. Actividad que agrupa a alumnos de distintas edades en la escuela Norbridge. Foto Rolando Andrade Stracuzzi
El problema que tiene la escuela con los “chicos genios” ganó los titulares de los diarios hace dos meses, cuando se conoció un fallo inédito de la Justicia entrerriana que le dio por aprobado el secundario a una adolescente de 15 años con altas capacidades que no había cursado los contenidos en la escuela tradicional en forma presencial, sino a través de una opción a distancia que cumplía con la currícula establecida.
Es que para este 15% de los chicos casi no existe una respuesta de acción pedagógica diseñada desde el sistema educativo. Si bien la Ley de Educación Nacional -de 2006- sí los tuvo en cuenta, y en un artículo -el 93- expresa claramente que las autoridades educativas deben “facilitar la identificación, evaluación temprana, seguimiento y orientación” para los chicos talentosos, en la práctica hoy en el país sólo hay cinco escuelas -privadas- preparadas para su integración, que están en Capital, Pilar, Mendoza, Salta y Jujuy.
Clarín visitó uno de estos colegios, el Norbridge. El que está en Capital. A simple vista no se diferencia de otro colegio privado porque, claro, la que cambia está en el enfoque pedagógico. Lo más importante es que la escuela se adapta a las necesidades de los alumnos y cada uno de ellos puede ir armando su propio recorrido educativo, salteando los grados y los años de cursada como en el juego de la oca.
Padres y directivos de la escuela Norbridge. Foto Rolando Andrade Stracuzzi
Entre las principales herramientas pedagógicas están la «planificación diferenciada» (para las habilidades y capacidades de cada alumno), la «compactación curricular» (trabajar al máximo con aquello para lo cual el alumno tiene altas capacidades) y el trabajo por temas de interés (actividades que agrupan a chicos de diferentes años de estudio y edades).
«Las clases nunca son repetitivas y sin sentido»
Clarín se encuentra al profesor de historia Alejo Zanger (34) en un pasillo mientras se dirige a dar clase en cuarto grado. Explica cómo trabajan en las aulas. “Tomamos en cuenta diversas herramientas pensadas por Daniel Ricart, como las inteligencias múltiples, el creativismo cognitivo, distintas formas de abordar las tares que hacen los chicos, que nunca son repetitivas, sin sentido. Esto genera un ambiente más lúdico y al mismo tiempo valora las particularidades de cada chico. Pero otro aspecto que se destaca son las tutorías. Hay mucha atención desde el equipo pedagógico y los docentes al aspecto humano y relacional de los chicos”, cuenta Zanger.
Cuando habla de Daniel Ricart, Alejo se refiere al presidente y fundador de los colegios Norbridge (tiene tres sedes, la de Capital, una en Pilar y otra en Mendoza). Ricart es el creador del “creativismo cognitivo”, una metodología de enseñanza que pone el foco en cada alumno y se nutre de diversas teorías de la mente que se desarrollaron durante las últimas dos décadas, como las neurociencias, las inteligencias múltiples (de Howard Gardner), el método de casos o la inteligencia emocional.
Consultado por Clarín, Ricart explica que Norbridge no es necesariamente una “escuela para chicos genios”, pero sí es un colegio cuyo enfoque tiene en cuenta a los chicos con altas capacidades. Y que toma todas las herramientas que hoy están a disposición para que puedan potenciar este don.
Las herramientas que este tipo de colegios utilizan son múltiples, pero se pueden sintetizar en tres.
Una es la «planificación diferenciada. Ahora la que explica es Eugenia Racedo, directora del colegio. “Si el docente de cuarto grado, por ejemplo, detecta que algún chico tiene más capacidad en Matemática, va rápido con ese contenido para ese chico. Y le ofrece la currícula de quinto. El chico permanece en cuarto grado, pero ya está trabajando con la currícula de quinto. Puede ser que eso le quede chico, entonces lo invita a participar de Matemática en quinto, trabajando directamente con los chicos del grado superior”.
Clase de historia a cargo del profesor Alejo Zanger en el coelegio Norbridge de Buenos Aires. Foto Rolando Andrade Stracuzzi
Y si nada de esto funciona o además de Matemática el chico también tiene facilidades en otras materias, explica Racedo, entonces lo que propone el colegio es la “aceleración”. Esto es que el alumno de cuarto grado pase directamente a quinto grado, aún si está en la mitad del año.
“Acá hay muchos nenes que están acelerados. Rinden libre el año en el que están cursando. Todo el proceso se hace acompañados por directivos, docentes, familias, gabinete”, cuenta Racedo.
Otra estrategia pedagógica es la “compactación curricular”, que es trabajar al máximo con los temas para los cuales el chico tiene alta motivación y capacidad. Lo explica Ricart. “El currículum es un océano de un centímetro de profundidad. Pero en el área que el chico es talentoso le ofrecemos 10 centímetros de profundidad. Por ejemplo, si estamos en el área de Lengua con un chico de cuarto grado, primero lo aceleramos, lo ponemos en quinto grado, lo hacemos competir en las Olimpiadas de Lengua, después en las nacionales… Si todo le queda chico, vamos a diagramar un diario, del cual va a ser el director. Y así”.
Además de esto, sin importar qué edad tengan, en ese colegio agrupan a los chicos en actividades por áreas de interés y talento. Por ejemplo, talleres de robótica avanzada para todos aquellos que tengan especial capacidad para eso. O de derecho, para los que les gusta la cuestión pública. Los grupos no son mayores de doce alumnos, se dictan en medio de la jornada escolar y duran unos cuatro meses. A esta estrategia le dieron el nombre de «cross grading group». Así, en inglés.
En la visita al colegio Norbridge, Clarín también pudo hablar con un grupo de madres que estaban esperando la salida de sus hijos. Son Eugenia Racero, Cinthia Allega y Mariela Masiero. Cuentan que, en todos los casos, las altas capacidades aparecieron en algún momento de las trayectorias escolares de sus hijos, y que todas fueron a hacer un diagnóstico con un psicopedagogo.
En los análisis, dicen, se toma el típico test de cociente intelectual (CI). Pero esta es apenas una de las herramientas, la que muestra el desarrollo de la inteligencia lógico matemática. Al mismo tiempo, hay otras inteligencias (son 7 según la teoría de Howard Gardner) que también se analizan con el psicodiagnóstico y que determinan, en forma integral, si se trata de un chico con altas capacidades.
Entre estas otras inteligencias que miden los psicólogos está la capacidad de liderazgo, la inteligencia emocional y el vínculo socio afectivo con el resto de los compañeros, entre otras.
¿Escuelas especiales o comunes?
Hasta aquí las estrategias y los cuidados que reciben los «chicos genios» que van a las escuelas especializadas. Ahora, ¿qué pasa con el resto, los miles de estudiantes con altas capacidades que van a otros colegios del país?
Esos chicos también necesitan una respuesta por parte del Estado y hay dos modos de entenderla. Unos creen que el Estado tiene que generar escuelas especiales para chicos con altas capacidades, mientras que otros, en cambio, proponen que los estudiantes talentosos vayan a escuelas comunes, donde sean tenidos en cuenta por los directivos y docentes.
Entre estos últimos está Cristina Lovari, coordinadora nacional de educación inclusiva en el Ministerio de Educación nacional. En diálogo con Clarín afirmó que, antes que generar escuelas especiales, lo que buscan desde el Ministerio es “fortalecer a todas las escuelas para que puedan integrar a los chicos con altas capacidades”.
Daniel Ricart y la directora de la primaria Eugenia Racero. Foto Rolando Andrade Stracuzzi
“Nuestra posición es que todas las escuelas tienen que estar preparadas. Lo que proponemos es que todos los chicos argentinos tengan la oportunidad, no sólo los que van a las escuelas privadas especializadas. Para eso estamos trabajando en la concientización, detección temprana y en formar a los profesionales. Entre 2018 y 2019 hicimos una serie de videoconferencias con referentes de todo el país. Además, estamos haciendo llegar material para los docentes de todas las provincias”, dice Lovari.
Ricart está en la otra posición. Para él, el Estado debería crear una escuela para chicos de alta capacidad -al estilo de Norbridge – por provincia. “En el deporte se ve más claramente. Hay centros de alto rendimiento, como el Cenard, que son para deportistas con más potencial. En las escuelas debiera haber lo mismo, escuelas del Estado para chicos de más alto rendimiento”, afirma.
Avanza una ley en Provincia para detectar y atender a los «chicos genios»
La ley de Educación nacional, en el artículo 93, establece que “las autoridades educativas organizarán o facilitarán el diseño de programas para la identificación, evaluación temprana, seguimiento y orientación de los/as alumnos/as con capacidades o talentos especiales y la flexibilización o ampliación del proceso de escolarización”. Sin embargo, en los hechos esto sucede muy poco en la educación pública.
Por eso, hace dos meses ingresó en la legislatura de la Provincia un proyecto de ley que busca detectar y atender a alumnos con altas capacidades intelectuales. El proyecto fue presentado por la diputada oficialista María Carolina Barros Schelotto y cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación nacional.
La ley busca implementar distintas flexibilizaciones curricularesen todos los niveles educativos de la Provincia para que todas las escuelas puedan integrar a los chicos con altas capacidades.
“Cuando estos niños no logran satisfacer sus necesidades educativas bajan notablemente su rendimiento, pueden presentar problemas de conducta y de adaptación. Algunas veces se aíslan, se retraen o bajan su rendimiento para ser aceptados. Piensan, aprenden y se comportan diferente. Algunas veces se aíslan, se retraen o bajan su rendimiento para ser aceptados. Otras, son mal diagnosticados siendo sometidos a tratamientos inadecuados que llevan a la pérdida de sus capacidades”, dice el texto.
“Una vez que sea aprobada, de todos modos hay que ver cómo será reglamentada la ley. Y en eso estamos trabajando. Proponemos que haya al menos una escuela de este tipo por municipio en la Provincia. Tiene que haber capacitación, organización y todo esto implica una cuestión presupuestaria, que se deberá tener en cuenta, dice Daniel Ricart.
Otras personas, que impulsan la ley, tienen objeciones con esta versión y piden cambios. “Ojalá que no salga así, tiene errores conceptuales importantes. Partimos desde que la definición es errónea y las indicaciones de cuando acelerar también. Además, no aborda los talentos”, afirman.
Seguramente no sea una discusión central para la Legislatura que viene en la Provincia. Pero así como hay un foco puesto en los chicos con problemas de aprendizajes, otros tantos -de diversos talentos- también esperan una respuesta.
Clarin