La pareja de docentes seleccionada por el gobierno de Tierra del Fuego para desempeñarse en la escuela Nº38 «Presidente Raúl Alfonsín» de la base antártica Esperanza, durante el ciclo lectivo 2024, definió como un «desafío» y un «orgullo» poder formar parte de la dotación que celebrará los 120 años de presencia permanente e ininterrumpida de argentinos en la Antártida.
María de la Paz Labate (36) es licenciada en psicopedagogía y docente de nivel terciario, y junto a su compañero de vida Facundo Silva (39), profesor de educación especial y de educación física, fueron elegidos junto a Carmela, su hija de dos años y medio, como la familia que conducirá los destinos de la escuela más austral del mundo durante el año próximo.
«Vivimos esto con mucho entusiasmo, orgullo y responsabilidad. Porque es una tarea que nos implica como docentes profesionales, pero también como familia», aseguró Labate en diálogo con Télam.
Con su esposo tienen entre 15 y 17 años de experiencia en el ejercicio de la docencia en territorio provincial.
«Facundo es fueguino. Él hizo parte del jardín de infantes en la escuela que funciona en Lago Escondido (un establecimiento rural ubicado a unos 50 kilómetros de la capital fueguina). En mi caso vine a la provincia los 8 años. Nos conocimos en el Instituto Provincial de Enseñanza Superior (Ipes) que funciona en la ciudad de Ushuaia», contó la docente.
La historia de amor entre ambos también es particular: María de la Paz fue profesora de Facundo, cuando cursaba los primeros años de estudio de su carrera docente.
Después, cuando él ya era un estudiante avanzado de la carrera, empezaron a salir y se enamoraron.
«Pensamos en ir a la Antártida durante la pandemia. Nuestra primera inscripción la hicimos en 2021, cuando nuestra hija tenía cinco o seis meses. Ahí transitamos el primer proceso de selección donde quedamos como suplentes. Este año nos volvimos a inscribir quizá un poco mas formados, con mas experiencia, y ahora se nos dio la posibilidad», recordó María de la Paz.
La idea se le ocurrió a Facundo, aunque quien ahora se convertirá en la directora de la escuela antártica mencionó que dentro de su familia hay varios vínculos con el Continente Blanco.
«Un abuelo y mi papá han ido a la Antártida en campañas de verano como personal militar. Mi abuelo es buzo y mi papá marino, especialista en telecomunicaciones. El tema antártico siempre estuvo presente en casa. Se contaban noticias, anécdotas y se leían libros como el diario de viaje de (José María) Sobral (el reconocido explorador argentino). Muchas cuestiones que nos han servido en este momento», ponderó la docente.
Por su parte Facundo destacó que sus padres llegaron como migrantes a Tierra del Fuego en 1982, procedentes de Córdoba.
«Nací aquí en el sur y la escuela donde asistí de muy pequeño, en Lago Escondido, era un punto de encuentro, donde se festejaba el día del niño o los cumpleaños. Allí se reforzaban los vínculos. Yo proyecto eso a la Antártida. No pensamos solo en una experiencia pedagógica sino en entablar lazos entre las personas que van a invernar allá», remarcó Silva en diálogo con Télam.
También evaluó que, como fueguinos, la pareja cuenta con un capital cultural relacionado con la identidad del lugar.
«Vamos a albergar a estudiantes que vienen desde diferentes lugares del país y a contener a sus familias en espacios comunitarios, para generar ese tipo de vínculos que perduran en el tiempo», confió el docente.
A su vez, sobre el riguroso proceso de selección que llevan adelante organismos de Tierra del Fuego junto con instituciones nacionales, Labate explicó que el procedimiento inicia con la convocatoria que realiza la Junta de Clasificación y Disciplina de la provincia, donde cada familia es merituada, primero, por sus antecedentes.
«Después viene una fase de tipo informativa donde maestros antárticos que ya atravesaron la experiencia caracterizan la vida en la Base Esperanza y eso nos da insumos para armar un proyecto curricular que finalmente se defiende ante un comité integrado por representantes del Ministerio de Educación y la Secretaría de Malvinas y Antártida de la provincia y el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar)», detalló María de la Paz.
En la selección de las autoridades se evalúa desde el perfil de cada docente (por ejemplo Facundo tiene experiencia en la nieve porque trabajó en Cerro Castor, el principal centro de esquí de la zona) hasta la propuesta pedagógica y de relación con la comunidad de la base.
A la escuela antártica asistirán el año próximo 17 alumnos: 4 de jardín de infantes, 8 de nivel primario y 5 de secundaria, que a su ves cursarán sus estudios mediante el Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seade).
La propuesta del nuevo equipo docente abarcará a «toda la comunidad educativa», e incluirá «talleres específicos para adolescencias» y una articulación con otras instituciones, de la provincia pero también del país y del mundo.
«Nuestra misión también es visibilizar la tarea que se hace en la escuela y en la base en general, de poblamiento y de ejercicio de la soberanía», resaltó Labate.
La familia aguardará los meses de verano para ser trasladada a la Antártida, por el medio de transporte y en la fecha que establezcan las autoridades, según razones logísticas y también de índole meteorológica.
Una posibilidad es que vuelen en un avión Hércules de la Fuerza Aérea Argentina hasta la Base Marambio, y luego en otro avión más pequeño hasta Esperanza, aunque también podrían subirse al Rompehielos Almirante Irizar de la Armada Argentina y desembarcar en lancha, directamente en la base.
«Sabemos que nuestros padres, nuestros familiares que quedan aquí, nos van a extrañar mucho. Por nuestra parte imaginamos una vida muy dinámica y activa, abocada por completo a las tareas en la escuela y también al contacto con otros establecimientos. Ayudando a que las familias de otros lugares se adapten al hielo, la nieve y la falta de luz en invierno», describió María de la Paz.
Los actuales docentes antárticos, que finalizarán su tarea a fin de año, son Dahiana Tévez Moreno y David Ramírez, a quienes acompañan sus hijos Bastián (11), Nemías (7) y Ezequiel (6).
La pareja es oriunda de la localidad santiagueña de Bandera Bajada, un paraje de menos de 1.000 habitantes, del cual emigraron con destino a la ciudad de Río Grande buscando cimentar un futuro familiar.
Los argentinos en la Antártida
La Base Esperanza fue inaugurada en 1952 por el general Edgar Leal con la premisa de construir un poblado habitado por familias que consolidara los derechos soberanos de Argentina sobre su territorio antártico, y a diferencia de otras bases funcionan allí un caserío con una vivienda independiente para cada miembro de la dotación que es acompañado por su familia.
Además de la escuela funciona LRA 36 «Arcángel San Gabriel», de Radio Nacional, una oficina postal, un museo y una capilla, entre otros servicios propios de una urbanización.
Los docentes que acaban de ser designados para pasar un año en ese lugar tienen claro que además de las tareas profesionales y de las lógicas dificultades geográficas y climáticas, cumplirán una función clave relacionada con el ejercicio de la soberanía.
«Se cumplen 120 años de presencia permanente e interrumpida de argentinos en la Antártida. Es un desafío enorme poder trabajar en ese logro, y continuar fortaleciéndolo», afirmó María de la Paz.
Para Facundo, ser fueguino o fueguina se encuentra «estrechamente vinculado con el ejercicio de la soberanía».
«Por eso nuestras prácticas educativas en la Antártida tendrán el desafío principal de poner en valor a muchos hombres y mujeres que desde hace 120 años hacen soberanía en este rincón de nuestro país», concluyó el docente.
Fuente: Telam