En agosto, las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires (CABA) tuvieron que someterse a una nueva reglamentación ministerial que dispuso la prohibición del uso de celulares en las aulas, con el objetivo de disminuir las distracciones durante las horas de aprendizaje y esparcimiento escolar.
Según la nueva resolución, las escuelas bajo la órbita del Gobierno Porteño tienen que articular medidas para que los chicos no utilicen los celulares en las aulas ni los recreos, quedando a total discreción de los padres el enviar a sus hijos con el teléfono.
La medida, consensuada por un amplio gabinete interdisciplinario de docentes y especialistas, no sólo tuvo impacto en el territorio de aplicación.
En la provincia de Chubut, un diputado sugirió regular el uso de los dispositivos móviles en las aulas y se basó en un informe de la UNESCO que detalla «efectos nocivos del excesivo uso de la tecnología en niños y adolescentes en el ámbito escolar».
¿Qué dice el informe de UNESCO?
El documento que el diputado chubutense Juan País citó está fechado en el año 2023 y concluye que algunas tecnologías pueden contribuir al aprendizaje en algunos contextos, pero no cuando se las utiliza en exceso o de forma inadecuada. En particular, señala que el uso de teléfonos inteligentes “puede perturbar el aprendizaje en las aulas”.
En esa línea, el informe reveló que, en un estudio replicado en 14 países, el simple hecho de tener un teléfono móvil cerca con notificaciones fue suficiente para que los estudiantes perdieran la atención de la tarea en cuestión.
Además, a cada chico le llevó alrededor de 20 minutos volver a enfocarse en las tareas escolares, luego de distraerse con el dispositivo.
Al respecto, Laura Stipanovic, que gestionó el proceso de consulta del informe GEN, de la UNESCO, contó: «Desde Noruega hasta la India, de Reino Unido a Canadá, de Singapur a Brasil, sólo por citar algunos ejemplos, han adoptado nuevas políticas y orientaciones para limitar el uso de los teléfonos celulares en las aulas«.
El caso de Noruega permite ver, en directo, si las medidas de restricción tienen algún efecto. “Se hizo un estudio en 477 centros de enseñanza media y se comprobó que, tras la prohibición, disminuyó en un 60 por ciento el número de alumnas que necesitaron atención psicológica y se redujo el bullying en un 43%» sostuvo la experta.
«Desde Noruega hasta la India, de Reino Unido a Canadá, de Singapur a Brasil, sólo por citar algunos ejemplos, han adoptado nuevas políticas y orientaciones para limitar el uso de los teléfonos celulares en las aulas», Laura Stipanovic de UNESCO.
Por otra parte, de los resultados de las pruebas PISA 2022, se desprende que la utilización de dispositivos digitales personales dentro del aula está asociado con un menor desempeño en el aprendizaje y la pérdida de sociabilidad.
Además, estudios de diversas universidades concluyeron en que la reducción del uso del celular está ligada a una disminución del acoso cibernético (ciberbullying) y a efectos positivos en la salud mental de los jóvenes.
No obstante, un estudio realizado en la Universidad de Gloucestershire reveló que un 45% de los estudiantes considera que el uso de teléfonos móviles en las aulas es una ayuda en su educación.
Entre los argumentos, se puso el acceso a libros de estudio y material de forma digital, para interactuar mejor. En ese aspecto, la tecnología puede ser una aliada en el proceso educativo, siempre y cuando se utilice de manera adecuada.
Entonces ¿celulares en las aulas sí o no?
Durante la pandemia de coronavirus la población mundial aprendió a extender las posibilidades que brinda la tecnología. El mundo ya no es el mismo y, por lo tanto, los hábitos adquiridos serán muy difíciles de erradicar.
Así, muchos expertos sostienen que, más que prohibir, una estrategia eficaz podría ser la de incluir los dispositivos en el aprendizaje, con estrategias ligadas a convertirlos en una herramienta más.
Esto, sin embargo, trae a colación otra problemática: quizás los más reacios a usar la tecnología sean quienes tienen que promoverla en las aulas. Muchos docentes, acostumbrados a ciertas metodologías áulicas anteriores, pueden verse frustrados a la hora de reaprender su labor.
El desafío entonces se presenta doble: por un lado, enseñar a los alumnos a moderar el uso de los celulares en clases e incorporar límites a las distracciones en momentos clave. Por el otro, evitar demonizar a la tecnología y sumarla como una herramienta sumamente útil para el desarrollo de las actividades dentro y fuera del aula.
Fuente: MDZol.com