Educación argentina: el diagnóstico de un problema cada vez más grave

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La educación argentina está desde hace décadas cayendo de mal en peor. Pareciera darle la razón a los filósofos decadentistas que afirman que nuestro país se encuentra en un decadencia inexorable y sostenida sin posibilidad de recuperación. Los ministerios de educación y los actores que gestan y administran la política educativa no tienen continuidad en sus cargos, y quienes los reemplazan parecen recomenzar haciendo una tabula rasa y desechando lo anterior. Esta falta de continuidad y cambio constante hace que la política educativa que requiere siembra y tiempo nunca arraigue.

Los que llevamos años viendo estos vaivenes somos testigos de la fatiga que causa en las escuelas docentes estos permanentes cambios sin un norte claro. Los impactos de las políticas educativas se dan en el mediano y largo plazo por lo cual requieren sostenerse más allá de los cambios gubernamentales.

La educación argentina está desde hace décadas de mal en peor cayendo. Foto: Shuterstock

Son necesarias políticas de Estado y no de gobiernos

Junto a esto, lamentable en los ministerios de educación como en otros ámbitos de la política ganan lugar “el malestar por el internismo, el rumor, la traición, las criticas cruzadas es enorme y se lleva buena parte del tiempo y energía de los equipos” (Veleda, p. 132) mientras la realidad de las aulas transita por otro lado.

Para la clase política el éxito en materia educativa pareciera ser, como sostiene el especialista en educación Axel Rivas, “sinónimo de lograr pagar los sueldos todos los meses y no generar ningún conflicto con la resistencia activa (los sindicatos) y pasiva (los docentes, padres y alumnos)” (Rivas, 2004:93). Por lo tanto, el tema salarial y evitar los paros docentes son, no pocas veces, el único interés de la clase política en educación. Así entendemos intentos y pretensiones de declararla servicio esencial o estratégico esencial referido a la posibilidad de evitar que no se cumplan los 180 días de clase independientemente de lo que suceda en las aulas. Por lo tanto, ninguno de estos dos matices pone foco en la cuestión medular que aqueja a nuestro sistema educativo: la calidad de la enseñanza y aprendizaje.

Por otra parte, este año en el ámbito legislativo nacional de los 72 proyectos de ley presentados, ninguno hace referencia a la educación de calidad de manera directa. Un hecho destacable ha sido que este año el Consejo Federal de Educación logró acordar un plan nacional de alfabetización, cuya implementación depende de cada jurisdicción. Es un acuerdo digno de ser celebrado siempre y cuando no sea un slogan más de la política educativa y logre influir en el día a día del aula.

La educación argentina adolece de grandes urgencias

En el año 2022, según el relevamiento de Argentinos por la Educación, apenas “el 13% de los alumnos llegó a tiempo y con niveles satisfactorios de Lengua y Matemática en el nivel secundario”. Mientras que en el nivel primario solo “43 de cada 100 alumnos que comienzan la primaria llegan a 6° grado a tiempo y con los aprendizajes esperados” según el estudio de Argentinos por la Educación. Los números dan cuenta de una hipoteca impaga que embargará el futuro de miles de niños y jóvenes.

A esto se le suman cuestiones como las competencias necesarias para el siglo XXI que agigantan la brecha digital, y la desigualdad digital, que no está dada por tener acceso a internet, sino que radica en la “calidad de su utilización educativa”. Es decir, que el acceso a web se aproveche para el conocimiento y no solo para el entretenimiento. Esta brecha genera una verdadera grieta educativa entre los argentinos, agravando los malos resultados en matemáticas y prácticas del lenguaje, y convirtiendo a niños y jóvenes en analfabetos digitales.

La deserción parece haber disminuido

Según un informe de Argentinos por la Educación en el que se “destaca que durante la pandemia se dieron cambios importantes en los regímenes de promoción de grado los cuales podrían tener relación con cambios posteriores en el abandono escolar”. Por lo cual, estas estrategias de permanencia en la escuela y de dificultad para repetir, en algunas jurisdicciones más que en otras, dio lugar al “pasan todos” lo que facilitó la permanencia en la escuela, pero sin lugar a dudas, en detrimento a la calidad educativa. Como educador y pedagogo no estoy de acuerdo con la repitencia sin más, y acuerdo con establecer medios que “suavicen” ciertos trayectos como el paso al nivel medio y no generen frustraciones que conlleven al abandono de la escuela, en especial en los sectores más desfavorecidos. Pero bajar el nivel de la enseñanza para “incluir” y evitar deserciones y desgranamiento en la escuela solo agrava el problema.

La deserción parece haber disminuido. Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Hoy es posible terminar el secundario a distancia, con una dudosa calidad educativa

Esta política ¿realmente prepara al egresado para el ingreso a los estudios superiores o al menos para el mundo del trabajo?, en lo personal no lo creo. Otorga la posibilidad de acceder a un título secundario que no es acompañado con saberes, competencias y habilidades para el mundo adulto del siglo XXI, por lo cual, lejos de ser una política inclusiva es slogan político.

Por último, la tendencia estatista de todo el sistema educativo hace que prevalezca una concepción de un Estado “que te cuida” y que termina en varias jurisdicciones llenando de regulaciones y normativas burocráticas a los directivos sacándolos primeramente de su quehacer pedagógico. Esta tendencia estatista, a veces, también ahoga las iniciativas particulares buscando una homogeneización de todas las unidades educativas, no motivando la creatividad de las escuelas en los lugares donde están
insertas, tanto privadas como estatales.

En este punto llama la atención que las escuelas públicas de gestión privada cada vez más parecen sucursales privadas del Estado Te Cuida, no respetándose los grados de autonomía que las iniciativas privadas deben tener, su libertad de enseñanza según su ideario y la posibilidad de las familias a elegir trayectos particulares que quieran para sus hijos. Esta es una concepción de la gestión de la educación que es transversal a todos los colores políticos en los últimos 25 años. En fin, son varios los desafíos que se le presentan a la educación argentina, que si no se abordan se acentuará ese “de mal en peor cayendo”.

Es necesario un Pacto Educativo Argentino que involucre a todos los actores de la educación, generando políticas educativas transparentes, participativas y colaborativas nacidas de la escucha y el consenso.

* Mg. Juan Manuel Ribeiro, especialista en educación.

Fuente: MDZol.com


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