Los estudiantes que están en el último año del secundario «son los que más les afecta este aislamiento, ya que sienten que no pueden despedirse después de un ciclo en el que vivieron alegrías y tristezas», aseguró la psicopedagoga Liliana González quien destacó además el rol más cercano a lo emocional que a los contenidos que deben tener los docentes en este aislamiento.
«Los imagino tristes porque sienten que están perdiendo sus rituales, como es el viaje de egresados, el buzo o sus banderas», destacó la escritora y especialista en clínica de niños y adolescentes y precisó que en estos meses «muchos de ellos quizas hayan hecho un aprendizaje acelerado de la frustración»
«Por eso la escuela y los docentes tienen que garantizarles que van a tener su despedida que el viaje de egresados lo van a poder realizar en febrero o marzo y tambien dejarlos ser creativos con su fiesta, siempre cuidando los excesos», aseguró González.
En este sentido apuntó a que los docentes «tendrían que enfocarse más hacia lo emocional que hacia los contenidos, sin dejar que cumplan el rol de psicólogos porque no lo son, pero hay que entender que estos chicos en la edad que tienen la frustración les influye más».
La especialista apuntó a que los docentes y sus familias «ayuden a los chicos entender que a todos se nos ha caído un sueño alguna vez, los más grandes ya estamos acostumbrados a cambiar un proyecto por otro, pero a ellos les influye más la tristeza por lo que hay que garantizarles que se van a poder despedir».
«La escuela les tiene que dar un espacio para que hagan grafitis, obras de teatro, murgas para que se saquen esta bronca y esta tristeza de adentro. Esto sería más importante que los contenidos», destacó la especialista.
González, quien también es conferencista y columnista en diversos medios de comunicación, apuntó además que los estudiantes «también tienen que saber que muchos jóvenes no pueden soñar con un buzo o un viaje de egresados. La pandemia nos obliga también a mirar a los costados y valorar lo que uno tiene».
Respecto al grupo de los que empezaban primer año del secundario, la especialista destacó que en ellos «el gran cambio es que pasan de ser niños a grandes en los tres meses, por lo que no tener las clases presenciales los llena de ansiedad, ya que muchos viven este momento con mucha ilusión y expectativa».
«Ellos también estarán tristes porque esperaban con mucha ilusión este momento, ya que el secundario les abre la puerta a la adolescencia, a las juntadas a la reuniones con amigos, a los boliches, por lo que imagino que muchos de ellos también estarán confundidos con lo académico, ya que son muchos más materias y docentes», precisó la psicopedagoga.
Y agregó que con este grupo «necesitamos que los docentes los ayuden lo más posible a tener algo del clima el aula, en sus vidas a través de las plataformas virtuales, las video-cartas, que no sea sólo contenido lo que reciben».
Telam