Dos miradas opuestas sobre el futuro de la educación

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El contraste entre las publicaciones de la OECD (Organisation for Economic Co-operation and Development) y el WEF (World Economic Forum) es notable, diría preocupante. Del último informe de las pruebas PISA se desprende que los jóvenes de 15 años de ambos sexos anhelan carreras profesionales más bien básicas y poco sofisticadas, como policía, enfermería o mecánica de automóviles, mientras que el informe de las escuelas del futuro, recientemente publicado en Davos en el encuentro anual del WEF, se destaca la necesidad de formar alumnos en un conjunto de capacidades y saberes que en nada coinciden con las preferencias anteriores. Entonces, ¿a quién debemos seguir y quién está equivocado? ¿Acaso al respuesta está en el medio de ambos informes? ¿O la resulta que ambos se refieren a un planeta diferente al de la realidad de nuestro sistema educativo? Veamos.

El listado de preferencias profesionales de la OECD resulta inquietante, pues presenta omisiones difíciles de justiciar. En primer lugar, no ofrece expectativas de carreras profesionales centradas en la tecnología, como ingenieros en datos, programadores de robots, negocios con inteligencia artificial o agente de viajes virtuales. Si bien se asume que todas las carreras mencionadas se desenvolverán en un entorno más tecnológico y menos analógico (quienes responden son generación Z pura, nacidos en 2004/5), la omisión de la mención directa de la tecnología siembra algunas dudas sobre la calidad de la enseñanza que están recibiendo los encuestados, y las áreas de dominio en donde están siendo fortalecidos dentro de la escuela.

En segundo lugar, el listado no presenta originalidad alguna, omitiendo temas tan omnipresentes como la gestión de energías limpias, el gerenciamiento de comunidades virtuales, o derivaciones de la producción 3D en masa, e inclusive temas aún más sofisticados, como la curaduría de la memoria humana o la gestión de la cartera genómica. Es más, algunas de las profesiones señaladas ocupan posiciones vistosas entre las funciones en riesgo de ser completamente reemplazadas por la tecnología, por ejemplo, la de abogado, que aparece en las preferencias de ambos géneros.

Y, en tercer lugar, no se ven menciones a favor del emprendedorismo. ¿Acaso los jóvenes de 15 años de todo el mundo están especulando con que una empresa, un gobierno, un hospital, una escuela o un ‘alguien’ los vaya a emplear ni bien pongan un pie en el mundo del trabajo? ¿Es creíble pensar que los centennials están depositando el grueso de sus expectativas laboradores en posibles empleadores? ¿De verdad nadie está pensando en inventar, crear, construir, arriesgar, convencer a otros, equivocarse y volver a intentar cien veces más? Si el sistema educativo del todo el mundo está alentando la formación de policías, empleados públicos, simples administradores de empresas y otras actividades que serán reemplazadas por la tecnología, entonces debemos preocuparnos, no tanto por lo que alienta sino más bien por lo que omite.

Por su parte, el informe de WEF, consciente del advenimiento de la cuarta revolución industrial, con toda su complejidad y originalidad, desarrolla un marco pedagógico, presentando al contenido por un lado y a las experiencias pedagógicas por el otro. En lo que respecta al contenido, ofrece 4 grupos temáticos específicos: habilidades para la ciudadanía global, habilidades para la innovación y la creatividad, habilidades tecnológicas, y habilidades interpersonales. Cada grupo temático, por supuesto, presenta objetivo específicos de formación. Las habilidades para la innovación y la creatividad suponen el desarrollo de resolución de problemas complejos, el pensamiento analítico y el análisis sistémico; las digitales incluyen programación y responsabilidad digital; las interpersonales incluyen empatía, negociación, cooperación y negociación; y las de ciudadanía global incluyen temas de sustentabilidad y el rol desempeñado en la comunidad global.

En lo que respecta a las experiencias del marco pedagógico presentado por el informe de WEF, aparecen también cuatro grupos temáticos, altamente apalancados en los beneficios de las TICs: aprendizaje personal y autorregulado, aprendizaje inclusivo y accesible, aprendizaje colaborativo y basado en problemas, y aprendizaje de por vida y autodirigido. La mayoría de estos abordajes pedagógicos poseen una gran afinidad con la investigación neurocientífica sobre aprendizaje ofrecida por el reconocido Stanislas Dehaene, quien hace gran énfasis en el compromiso activo, involucramiento y empoderamiento del alumno en el proceso de aprendizaje, y en la función del feedback permanente en el proceso de consolidación de los aprendizajes.

¿Qué pasa cuando enfrentamos el listado de preferencias profesionales de OECD con el trabajo de WEF? No se visualiza una conexión natural entre uno y otro. El policía no dialoga con naturalidad con el experto en programación ni con el aprendizaje personalizado, y el mecánico no parece necesitado de la empatía ni del aprendizaje basado en problemas. Si bien se podría suponer que la cuarta revolución industrial es una sofisticación temática de los países ricos, o una problemática de las sociedades más tecnificadas, en la práctica es una realidad más cercana en todos los órdenes, y debería ser atendida de esa manera por el sistema educativo de todo el mundo. Nuestra región y nuestro país, por más lejos que se sientan de Davos, debe seguir con atención las recomendaciones o sugerencias emanadas de informes tan provocadores como el de las escuelas de futuro. De hecho, dentro de las 16 escuelas seleccionadas como caso de éxito, se incluye el caso de las Innova Schools, una red de escuela peruanas que analicé en detalle en mi libro Yo qué sé, recargado (#YQSR).

Sabemos que los centennials tienen características muy marcadas en cuanto a su visión del mundo, en cuando a la utilización de la tecnología y en cuanto a su acción modeladora de la cultura. Ello es justamente lo que despierta ciertas dudas respecto del informe de preferencias profesional de OECD. El marco conceptual desarrollado por WEF, al igual que el lista de escuelas que ofrece, nos provocan a que sigamos buscando formas de acercar el diálogo entre un diseño escolar anticuado, y un mundo plagado de problemas y oportunidades novedosas.

  Por Juan María Segura – El autor es presidente de la Asociación Civil Educación 137.

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