Docentes: la mayoría es sostén de hogar

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Cobran uno de los peores salarios del mercado laboral, más de la mitad trabaja en más de dos escuelas, seis de cada 10 tiene más de un cargo o uno de 23 horas semanales, el 78 por ciento son mujeres, el 87,7 por ciento manifestó haber sufrido estrés en los últimos 12 meses, el 99 por ciento le dedica horas de trabajo por fuera de la escuela y el 65 por ciento de los docentes son único sostén del hogar.

Esta es, en síntesis, la radiografía del docente argentino que publica el primer Atlas de la educación: entre la desigualdad y la construcción de futuro, de la Universidad Pedagógica Nacional (Unipe), que reúne los principales temas del sistema educativo desde 1983 hasta la actualidad y que se presentará el próximo domingo

El trabajo, que incluye información y opiniones de expertos, muestra, entre otras cosas, cómo es la realidad del docente argentino del siglo 21.

Más allá de los salarios, que difieren entre provincias y se ubican entre los más bajos en relación a los de otros rubros, Diego Rosemberg, docente universitario y editor de La educación en debate, plantea cuáles son las condiciones en las que trabajan hoy los docentes en el país.

Se basa en la Encuesta Nacional de Salud y Condiciones Laborales, realizada por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera) a fines del año pasado y para la que se consultó a 2.283 docentes de 14 provincias.

Los resultados indican que en el mundo docente existe una sobrecarga horaria, trabajo extra no remunerado, aislamiento laboral y malas condiciones de infraestructura que se vinculan con patologías profesionales.

Según la encuesta, el 65 por ciento de los maestros o profesores aportan el único o el principal ingreso de sus familias. Al momento de la encuesta, en agosto de 2018, el piso salarial docente era casi 40 por ciento menor a la Canasta Básica Total, que se utiliza para delimitar si una familia es pobre de acuerdo a sus ingresos.

Trabajo y salud

Según revela la encuesta de Ctera, el 54 por ciento de los maestros y profesores trabaja entre 24 y 45 horas reloj semanales, mientras que el ocho lo hace aun más tiempo. Sólo el 38 por ciento cuenta con un único cargo, equivalente a 15 horas cátedra semanales o 23 horas reloj. Esta carga horaria se circunscribe exclusivamente al tiempo laboral en la escuela y no contempla las tareas realizadas fuera de ella.

La investigación indica, además, que a más cantidad de horas trabajadas mayor es el uso de licencias médicas.

Por otra parte, el 99 por ciento de los docentes encuestados contestó que dedica horas de trabajo por fuera del tiempo remunerado para preparar materiales didácticos, elaborar informes o corregir pruebas. El 54 por ciento lo hace entre tres y nueve horas semanales, el 21 entre 8 y 12 horas y un 11 por ciento aporta más de 12 horas extras.

Mujeres, mayoría

Ocho de cada 10 (78 por ciento) son mujeres que también se encargan, en su mayoría, de las tareas domésticas y el cuidado familiar. La segunda causal de licencias laborales de maestros y profesores se relaciona con la atención de familiares. El estudio muestra que casi la mitad de los docentes ar-gentinos (46 por ciento), con excepciones por provincia, trabaja sólo en una escuela. El resto lo hace en más de un establecimiento.

“El alto porcentaje de docentes con cursos en dos o más escuelas significa jornadas laborales fragmentadas que, agravadas por la falta de tiempos institucionales, producen aislamiento en el trabajo e impacto en la salud de los trabajadores y en el proceso de enseñanza y aprendizaje”, plantea el informe del gremio Ctera.

Los docentes consultados vincularon las malas condiciones laborales con los problemas de salud que los afectaron en el último año.

El 87 por ciento relacionó el clima de trabajo con patologías como estrés y disfonía. El 68 lo vinculó con problemas óseos, articulatorios y musculares, un 48 por ciento con problemas digestivos, y el 42 con dificultades respiratorias.

Infraestructura

En la encuesta realizada por el gremio docente se destaca que para el 53 por ciento de los consultados los problemas de infraestructura y mantenimiento “son un obstáculo” para desarrollar su trabajo cotidiano. Para el 64 por ciento, en su colegio hay una climatización inadecuada.

Entre los principales problemas edilicios, mencionaron el mal funcionamiento de los baños (43 por ciento), dificultades con la instalación eléctrica (40), instalaciones de gas inadecuadas (31), problemas de accesibilidad (20) y falta de agua potable (17 por ciento).

Las malas condiciones de infraestructura y mantenimiento fueron señaladas en el tercer lugar en el orden de importancia dentro de los problemas que dificultan la tarea docente.

En primer lugar aparece la falta de espacios institucionales y de equipos de apoyo para realizar tareas colectivas y, después, los problemas sociales y económicos de los estudiantes que –subraya el informe– “suponen una exigencia emocional y pedagógica que hace necesario contar con recursos específicos (psicólogos, psicopedagogos, trabajadores sociales”.

Sobre la falta de espacios y tiempos institucionales, ocho de cada diez entrevistados manifestaron que pueden realizar intercambios con colegas del mismo establecimiento en momentos breves u ocasionales en los que no tienen estudiantes a cargo. El resto dijo que cuenta con reuniones de trabajo o que no debate cuestiones laborales con compañeros.

En el aula, un enlace con la esperanza

Podríamos decir que hay que ser valiente para ser maestro en la Argentina del siglo 21, en un país atravesado por conflictos que a veces parecen irreconciliables y por realidades y humanidades diversas y dispares.

El educador se funde a diario con otras vidas, muchas frágiles y dependientes, que necesitan un andamiaje para sostenerse.

Siempre fue así, pero quizás ahora ese intercambio es más evidente y se expande en dosis demasiado desiguales, extremadamente complejas, confusas y diferentes, en aulas repletas por partes iguales de niños alegres y tristes, pobres y abundantes, solos y esperanzados, violentados o queridos. Eso sí, todos con la curiosidad intacta.

Los docentes que sienten la camiseta suelen repetir que no cambiarían su trabajo por nada del mundo, aunque el entorno sea hostil.

Aman lo que hacen, en especial en las escuelas sencillas, vulnerables y olvidadas.

La huella de los maestros es tan fuerte que la memoria de la educación nacional podría describirse a través de sus historias, de la marca de identidad que dejan en ese paso por las aulas, fugaz y dichoso.

Los maestros enseñan, ponen el cuerpo y acompañan, en una acción colectiva y personal de riqueza inconmensurable en sociedades que lucen, en apariencia, apáticas.

Contextos

En contextos atravesados por la injusticia y las desigualdades, el maestro es también hoy el enlace hacia la esperanza, una puerta a experiencias inéditas y fructíferas, capaz de torcer destinos en apariencia predeterminados.

Aunque no lo perciba con claridad, el maestro que se siente maestro es partícipe y artífice de la construcción de mundos nuevos y del despertar de la conciencia social.

La Voz


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