El hijo de un celador. Un tenista profesional. Un compañero ortodoxo y uno mormón. El drama del padre que se quedó desocupado y el hijo del político que sale en la tele. El aula era un muestrario social. La heterogeneidad era la clave de la sociedad educativa argentina; el guardapolvo como símbolo de igualdad ante el maestro.
Hoy la desigualdad es el principal drama social de Argentina y la educación es donde más se nota esa impronta. Pero además se le suma otra característica: la segregación social escolar. Sí, las aulas son cada vez más «homogeneas» por sectores relacionados con el poder adquisitivo de los padres de los alumnos, cuestión que repercute en el ámbito donde crecen los niños y los adolescentes. Lo hacen «enfrascados», con menos posibilidad de conocer, intercambiar y dialogar con personas que vivan una realidad distinta a la propia.
Segregados
Con la tendencia autoflagelante que tenemos los argentinos, hay una tendencia a demonizar también a la educación. Pero hay que decir que a pesar del deterioro, Argentina tiene uno de los sistemas más progresistas del mundo y si se compara con los otros países del continente, la diferencia es aún más marcada. Ni en Cuba existe, como sí en Argentina, la posibilidad de una persona haga en el sistema de educación pública y gratuita desde la sala de nivel inicial hasta la universidad siguiendo su vocación.
Pero, claro, la lógica de escala social ascendente que es la base de la educación pública se ha deteriorado y cada vez más la «cuna» es un condicionante. Es decir, el ámbito económico donde se desenvuelve un niño puede condicionarle el futuro. Así, por ejemplo, un niño cuyos padres no tienen recursos económicos, tienen más del triple de probabilidad de no asistir al nivel inicial que pares en el estrato medio profesional.
Lo mismo ocurre con los problemas de aprendizaje: un adolescente que creció en una familia de bajos recursos económicos multiplica las posibilidades de no terminar la educación en término respecto de uno que pertenece a una familia con altos recursos económicos.
Otros condicionantes que son notorios tienen que ver con el acceso a la tecnología, a las redes de conocimiento y hasta a los libros.
La máxima de tener «las mejores escuelas» en los lugares más desfavorecidos es más una utopía en Argentina y en Mendoza en particular. Ha pasado con barrios que son parte de erradicación de villas que se montaron sin prever escuelas nuevas o sin generar políticas sociales que generen lazos con la comunidad.
El Observatorio Argentino por la Educación tomó la variable de la segregación escolar como una nueva forma de enfocar un tema que hace a la construcción de la sociedad: cada vez hay más encierro en el propio grupo de pertenencia y menos apertura a otras realidades. «La segregación escolar por nivel socioeconómico (NSE) se refiere a que los grupos de estudiantes de distinto origen social se distribuyen de manera desigual entre las escuelas. Es decir, que los alumnos más vulnerables tienden a concentrarse en ciertos establecimientos, y los más favorecidos, en otros», explican.
Hay dos formas de medir la segregación. Por un lado, a través de la «disimilitud». Es decir la proporción de estudiantes que deberían ser «movidos» para lograr una distribución diversa en las aulas. El otro es el «aislamiento», un concepto más claro: es la probabilidad que tiene un niño de un estrato social de convivir con otro de otro estrato social en el aula.
La «segregación escolar» es entre moderada a alta, pero con una tendencia a aumentar la brecha. «Sitúa a nuestro sistema educativo entre aquellos con una distribución más desigual de sus alumnos. Tanto en el nivel primario como en el secundario, sería necesario transferir a una proporción importante de los niños y jóvenes a otras escuelas para lograr una composición estudiantil similar en todos los centros educativos», explica el informe.
El aislamiento es mayor, incluso, en los sectores sociales de alto nivel económico. Es decir los niños y adolescentes de ese sector viven más aislados.
Esa segregación puede ser un síntoma de cómo se está construyendo la sociedad argentina.
MDZol