Emilia Radichi vive hace 14 meses en Carolina del Norte, adonde llegó desde su Entre Ríos natal con un contrato de trabajo como docente por tres años con posibilidad de extenderlo a cinco. Oriunda de Villa Hernandarias, pueblo litoraleño, la maestra de 36 años decidió postularse para un ofrecimiento de trabajo en Estados Unidos, para el cual debía cumplir tres requisitos esenciales: hablar inglés, estar ejerciendo la docencia y saber conducir.
«Sin ninguna expectativa, me inscribí el 18 de septiembre de 2018 al programa de Participate Learning y, para mi sorpresa, al otro día tuve una respuesta y así empecé una serie de entrevistas. Fui pasando etapas hasta que tuve una última reunión en la que debía improvisar una clase, algo sencillo y casero, y como quien no quiere la cosa conseguí ser una de las diez docentes argentinas que llegamos a aquí, a Estados Unidos, el año pasado», cuenta Radichi a Clarín.
Suena enérgica, entusiasta y con la sensación de haber dado el paso más importante de su vida. Docente de inglés de primaria, secundaria y ciclo terciario, hasta 2018 Radichi vivía como cualquier docente argentina «con la soga al cuello, implorando a que el sueldo se estire lo más posible». Tenía dos trabajos, uno como maestra de idioma y el otro como preceptora, ambos en la Escuela del Centenario, de la ciudad de Paraná.
Emilia Radichi, en el aula de la escuela Farmington Woods, donde pegó en una de sus paredes la bandera argentina.
Madre de Sophia, de 9 años, Emilia nunca había salido del país. «Interiormente tenía mucho miedo. Mis miedos eran muchos, pero sobre todo era no estar a la altura de las circunstancias, porque sabía que trabajar en Estados Unidos exige mucho. Pero nos vinimos con mi hija y acá estamos felices».
Y cada vez que tiene la ocasión, Radichi no deja de recomendarle el intento «a mis amigas docentes, que si tienen la oportunidad, no lo duden, es un cambio cultural y profesional increíble», desliza la entrerriana desde Fuquay-Varina, pueblito adonde vive y, hace saber, está a punto de comenzar con una clase virtual.
Participate Learning es una organización educativa norteamericana, que recluta docentes latinoamericanos desde 1987 para enseñar español. Para este año ya empezó la convocatoria de maestros de Perú, Chile y Argentina, país que ya lleva «exportados» 160 docentes. Hasta el 30 de marzo de 2021 se puede entrar en el sitio web participatelearning.com y seguir las indicaciones. «Esta nueva participación es para el ciclo lectivo que comenzará en agosto de 2021, pero se hace con tiempo porque el proceso de selección puede llevar hasta cuatro meses«, explica Ronald Ramírez, vocero de la empresa.
Emilia Radichi junto al micro que lleva a su hija Sophia a la escuela donde ella misma trabaja.
Desde San José de Costa Rica, donde se encuentra ahora, Ramírez afirma, según su experiencia, que «el docente argentino tiene un plus que pasa por su idiosincrasia, energía y personalidad que gusta, que cautiva, por eso este año se incrementará a 25 los maestros que queremos traer a Estados Unidos. Claro que si los que se presentan son más y cumplen los requisitos, 35 o 40 argentinos también serán bienvenidos».
Un detalle para nada menor: el docente seleccionado puede viajar con su familia y el cónyuge contará con permiso de trabajo. Además, si hay hijos en edad escolar podrán ingresar en la escuela pública, donde se les garantizará una vacante.
El representante de Participate Learning remarca que no hay límite de edad para presentarse en busca del trabajo docente. «Al contrario, valoramos mucho la experiencia del docente; es más, cuanto más años de actividad tenga, mayor será la remuneración», que oscilará entre 35 mil y 55 mil dólares por año, monto al que se le descuentan impuestos que van desde el 15 al 18 por ciento. A saber: la empresa acompaña al docente en todo momento y orienta en la búsqueda de una vivienda y en la compra de un auto, «esencial para trasladarse».
«Vine para tener una experiencia laboral distinta pero sobre todo para que mi hija tenga calidad de vida y perspectiva de futuro», afirma Emilia Radichi.
Luego de la clase virtual, Emilia Radichi reaparece para seguir la charla con este medio. «Veo las noticias de Argentina y cada vez estoy más convencida de la decisión tomada. Me pone triste ver cómo están las cosas allá, no entiendo cómo volvemos a vivir las mismas cosas de siempre. Ahora hay polémica con el comienzo de las clases, acá eso no pasa, no existe ese tipo de huelgas o marchas docentes. Me encontré con una realidad tan completamente distinta que cuesta dimensionar cómo podía vivir antes».
Puntualiza Radichi que «no es una vida color de rosa, ojo, me costó mucho adaptarme junto con mi hija, pero una vez que enganchamos el ritmo, listo, estamos muy instaladas y espero poder seguir acá. Imaginate que la tranquilidad que se respira… No sólo no viví ningún hecho de inseguridad, sino que no vi ni leí nada al respecto. Mi hija juega sola o con otros chicos en la vereda, podemos salir a la noche sin ningún drama y yo vivo económicamente bien, ganando 3.800 dólares al mes que hasta me permite ahorrar». En Argentina ganaba unos 25 mil pesos y pagaba la mitad de alquiler. «No sé cómo hacía, te juro».
Emilia y su hija Sophia en un pasillo de la escuela donde la mamá trabaja y la pequeña estudia.
A nivel educativo, Emilia dice que la experiencia que está atravesando en Estados Unidos es incomparable con la Argentina. «Yo enseño español en la escuela Farmington Woods, a unos 25 minutos en auto de donde vivo. Allí estoy en un aula donde hay tecnología de punta, desde un proyector digital, hasta ipads y notebooks para cada alumno, brindadas por el estado, calefacción y aire acondicionado, pisos alfombrados… ¿Se entiende? Yo en Paraná estaba en una buena escuela, pero con todas las carencias de la educación argentina».
Le cuesta creer a Emilia cómo en dos años su vida dio un giro radical, tan inesperado como bienvenido, de no haber salido nunca del país -hasta 2018 cuando viajó a Nueva York unos días- a trabajar en el exterior y proyectar una nueva vida. «Yo estoy en pareja hace más de un año con Justin y estamos viviendo juntos», cuenta. El programa contempla tres años de trabajo y la posibilidad de aplicar para otros dos más.
Emilia Radichi, junto a su hija Sophia, y su novio Justin.
Radichi quiere dejar en claro que ella se fue «no para huir del difícil momento que vive nuestro país, sino para tener una mejor experiencia laboral y cultural, y calidad de vida, pensando sobre todo en mi hija y sus posibilidades a futuro«.
Mucha gente conocida, pero también desconocida, le escribe por redes sociales a la entrerriana para preguntarle sobre su experiencia y ella no vacila en ayudar y responder ante cualquier inquietud. «Acá estoy para lo que necesiten, creo que es una posibilidad imperdible de dar vuelta la página y probar. No necesariamente es para toda la vida, pueden ser unos años y listo, pero a mí me transformó y eso que no sólo no tenía expectativas con venir sino que tampoco estaba urgida de irme».
Clarin