La suspensión de las clases presenciales en marzo pasado y el desarrollo del año lectivo a través de la virtualidad que planteó la pandemia trae una nueva realidad a las aulas para el próximo año. Un desafío para los docentes que tendrán en un mismo salón alumnos que transitaron el 2020 de distinta manera: aquellos que se mantuvieron conectados a la propuesta virtual en forma continua, otros que lo hicieron en forma intermitente y aquellos que no lo hicieron nunca. Múltiples realidades con las que deberán trabajar para reducir lo más posible la brecha de conocimientos.
«Las diferencias habituales que hay en los procesos de aprendizaje entre los alumnos se ampliaron a lo largo de este año. Si bien intentamos no perder la vinculación se hizo difícil y hay una brecha que, sin dudas, se acrecentó», señala Mónica Almada, directora de la escuela primaria N° 7 del Distrito Escolar 8, Niñas de Ayohuma, de Parque Chacabuco. Cada escuela deberá enfrentar una situación diferente de acuerdo a su realidad, a las características de su población, a la situación particular que hayan atravesado sus alumnos y a la comunidad que la conforma.
El 2021 se va a abordar de diferentes maneras, y el primer paso es la escuela de verano en donde se hará foco en el aprendizaje de contenidos prioritarios. «Va a ser un camino para intentar que la brecha se achique», dice Almada. En efecto, en la ciudad de Buenos Aires, del 4 de enero al 5 de febrero, la escuela de verano convocará a aquellos alumnos de nivel inicial, primario y secundario, que motivos que pueden ser familiares, de salud o de falta de acceso a la tecnología, aún tienen materias que todavía se encuentran en proceso de aprendizaje. En total serán 116 escuelas, unas cinco o seis por distrito escolar, ubicadas estratégicamente para que la mayor cantidad de chicos pueda asistir. Las clases serán en dos turnos, mañana y tarde, la modalidad de concurrencia será en burbujas (nueve alumnos y un maestro), de los cinco días, tres serán de escuela y dos recreativos (los chicos asistirán a piletas en complejos como Parque de la Ciudad, Parque Norte y distintos polideportivos dentro de CABA).
«Esta convocatoria es un refuerzo para aquellos chicos que tuvieron poca participación o falta de respuesta a las propuestas del colegio durante el año y para todos los que quieran anotarse porque la convocatoria está abierta a todos», dice Daniel D’Amico, director de la escuela primaria N° 11 del Distrito Escolar 4, de La Boca. Hasta el momento se calcula que unos 10.500 alumnos concurrirán y, si bien será una etapa de gran importancia para favorecer la nivelación, la tarea de los maestros continuará durante los meses siguientes.
«Lo principal para favorecer una mejor organización de la escuela con este panorama es contar con buena información. Ese ha sido el objetivo de trabajo en la segunda mitad del año y lo va a ser con la escuela de verano y durante el período de febrero. Estos tres momentos tienen un foco para obtener buena información sobre lo que aprendieron los chicos y nos va a dar el punto de partida para la siguiente etapa», sostiene Lucía Feced, subsecretaria de coordinación pedagógica de la ciudad de Buenos Aires.
Contenidos específicos
Para subsanar las diferencias que van a existir en el aula, Feced explica que uno de los ejes en los que están trabajando es dar orientaciones a la escuela sobre cómo armar agrupamientos distintos, plantear trabajos que no sean solo a nivel de grado, sino que sean por intereses o por necesidad de trabajo intensificado de manera particular. «Es posible que dentro de un aula se armen grupos para trabajar contenidos específicos teniendo en cuenta estas diferencias que va a haber entre los alumnos. A veces puede ocurrir en un mismo grado o puede ser que implique trabajar dos grados juntos. Por ejemplo, primero y segundo grado con chicos que están en el mismo nivel de aprendizaje de un contenido», dice.
Y destaca que la base de estos planteos es la flexibilidad, ya que ninguno de estos agrupamientos va a funcionar para todas las materias ni para todos los días. «Lo más probable es que el que no se conectó o que no tuvo apoyo en la casa tenga que reforzar un tema de matemáticas, pero no necesite refuerzo en lengua porque está más avanzado en esa materia. Son agrupamientos flexibles», enfatiza.
D’Amico concuerda con que esta flexibilidad es lo que les va a permitir a los docentes resolver las diferencias que se presenten. Por ejemplo, en marzo y abril, la escuela trabajará para reforzar conceptos, y el chico que está en segundo grado va a rever temas de primero y aprenderá nuevos de segundo. Los maestros van a trabajar en conjunto, los alumnos de distintos grados se van a agrupar según el nivel que tengan. «La idea es darles los contenidos que les faltan, una vez que están nivelados van a continuar con el ciclo que les corresponde», dice D’Amico.
En ese sentido, Almada afirma que una de las tareas más importantes para los docentes es que tendrán que tener en cuenta y seguir muy de cerca la trayectoria de cada alumno. «Tendremos diferentes instancias de evaluación para ver cómo están, después tomaremos decisiones, por ejemplo, seguir con el aula como era antes o rearmar grupos, que quizá no tengan que ver con edades sino con un rango de conocimientos. Para nosotros el 2021 también va a ser un gran desafío», señala.
«El hecho de que dentro de un aula los grupos sean heterogéneos no es nuevo, pero sin duda que las diferencias van a ser, en algunos casos, más marcadas por todo lo acontecido durante 2020. El reto para nosotros es que el año que viene logremos acompañar no solo al grupo de chicos sino también a cada uno de ellos en su trayectoria e individualidad. Es un desafío grande para la escuela», finaliza Feced.
La Nación