Desde hace años, el desgranamiento escolar es un problema serio en la Argentina. Se sabe que muchos de los adolescentes que comienzan primer año no llegan a sexto y que casi la mitad no finaliza el secundario en el tiempo previsto.
En los últimos tiempos se ha sumado otro fenómeno: estudiantes que completan el último año del secundario, pero no reciben el título porque adeudan materias.
Datos del Ministerio de Educación de Córdoba indican que 37.313 alumnos cursaban sexto año del ciclo orientado y séptimo de la escuela técnica en 2017.
Sin embargo, a marzo de 2018 sólo habían egresado 28.964 estudiantes, lo que representa el 77,6% de quienes concluyeron el último año del secundario. La información de quienes egresaron en abril, julio y septiembre aún no está disponible.
Es decir que 8.349 alumnos no estaban en condiciones de recibir su título. O, lo que es lo mismo, el 22,4% de quienes terminaron de cursar no tenía el certificado analítico que acredita la finalización del nivel.
Ocurre tanto en colegios estatales como en los privados. En el primer caso, el 25,1% del alumnado no obtiene su certificación; y en los privados, sucede con el 19,3%.
La situación complica, entre otras cosas, a quienes aspiran a ingresar a la universidad.
Sucede que los postulantes tienen plazo hasta abril para completar el secundario y hasta julio o septiembre para entregar el analítico en la facultad.
Según un relevamiento de 2016 de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), el seis por ciento de los aspirantes a ingresar no comienzan las clases. Entre las principales causas están las materias pendientes del secundario.
La secretaria de Educación, Delia Provinciali, se mostró preocupada. Remarcó que el objetivo no era sólo que los alumnos permanecieran en la escuela, sino que egresaran. En este sentido, destacó que el programa Nexos –en el que trabajan las universidades y el Ministerio– acompaña las trayectorias de los estudiantes secundarios para que puedan continuar con éxito estudios superiores.
En 2012, durante la gestión de Alberto Sileoni, el Gobierno nacional lanzó el programa “Ponele título a tu secundario”, con el fin de que los chicos lo concluyeran.
Provinciali aseguró que en Córdoba la iniciativa fue exitosa ya que, entre 2015 y 2017, la entrega de certificados analíticos creció 25% en relación con años anteriores. “La escuela tiene que asumir que mientras el estudiante no tenga el título sigue siendo su alumno, a pesar de que haya terminado el nivel. La escuela los debe convocar, llamarlos, presentarles alternativas”, indicó.
Una opción cada vez más elegida por estudiantes de todos los sectores sociales que adeudan materias, un año o más después de que hayan finalizado el cursado, es el plan Fines o FinesTec (para escuelas técnicas).
Para María Cecilia Bocchio, doctora en Educación, investigadora del Conicet y profesora de la cátedra Política Educacional y Legislación Escolar de la Escuela de Ciencias de la Educación, de UNC, el abandono de la escuela está vinculado a las situaciones socioeconómicas de los estudiantes, a la necesidad de trabajar o de colaborar en el hogar, y al desfinanciamiento de los programas nacionales de inclusión educativa.
El valor de un título
“Hay una serie de estudios que muestran este fenómeno: los chicos terminan de cursar la secundaria, pero no obtienen el título, no dan todas las materias. Esto muestra que para esos chicos el título no tiene ningún valor, y la realidad es más o menos así”, opina Guillermina Tiramonti, especialista en educación e investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
“Los datos estadísticos indican que los chicos de los sectores más bajos, aunque tengan título, no obtienen empleo. Y los chicos de los sectores medios, tengan o no título, tienen una tasa de desempleo mucho menor. La escuela secundaria ha dejado de ser también una posibilidad para ingresar al mundo del trabajo”, remarca.
La especialista agrega que no se sabe a ciencia cierta qué hacen los chicos que no tienen su título. “Evidentemente no tienen en sus planes ir a la universidad o a un terciario, pero quizá estén insertándose en el mundo laboral o haciendo cursos con mayores posibilidades de abrirles las puertas del trabajo. La mayoría son chicos de sectores más pobres, pero también de sectores medios y medios altos que están en esa situación. Una probabilidad también es que vayan luego a programas más cortos, como el plan Fines, y terminen la secundaria”, subraya.
Adriana Di Francesco, docente e investigadora de la Universidad Católica de Córdoba, considera que el fenómeno de los alumnos que cursan hasta el último año del secundario pero que no egresan es una particularidad de la actualidad, en la que se presentan nuevas formas para la construcción de lazos y vínculos que, a su vez, redefinen la concepción del tiempo.
“Hay una laxitud que habilita a prolongar decisiones que antes no era imaginable, y se modifican los modos de construir la trama social”, opina Di Francesco.
Por otro lado, plantea que si bien es válido preguntarse cuál es el sentido que la sociedad les otorga a la educación y al conocimiento formal, “la escuela sigue siendo el espacio de encuentro entre quienes enseñan y quienes aprenden”. Sostiene, además, que las escuelas y el Estado propician acciones para modificar el egreso tardío o la no certificación de los estudios.
“Los estudiantes que no concluyen su escolaridad son una expresión más del fenómeno educativo en las nuevas tramas socioculturales, que reconocen otras concepciones de educación, de los tiempos y de las formas de construir un proyecto de vida, o de su ausencia”, plantea Di Francesco. Y concluye: “Lo plural de los tiempos, de las subjetividades, del abanico de realidades socioculturales nos invita a poner a disposición diversos modos de recorrer la trayectoria educativa y a garantizar que cada estudiante cierre su formación escolar. Y sobre todo, que se fortalezca el valor de educarse”.
La Voz