La escuela rural es el corazón de Colonia El Balde, una comunidad ubicada en el oeste de provincia de Buenos Aires, cerca del Meridiano V, el límite geográfico con La Pampa. En el mismo lugar funcionan el jardín de infantes y la primaria Nº 13 “Remedios Escalada de San Martín”, que fue inaugurada en 1936. Tras varios avatares, hoy reciben a 17 chicos que cada día llegan caminando, a caballo, en tractor y hasta haciendo dedo.
De lunes a viernes, el lugar tiene una sola «habitante»: es la maestra jardinera Mónica Tortone (47), quien viaja desde General Pico. Todas semanas recorre 120 kilómetros para darle clase a sus siete alumnos: la última se sumó esta semana.
Mónica es maestra rural desde hace 24 años. Aunque se recibió en La Pampa, no pudo tomar cargo allí. Se enteró que había un puesto en una escuela en el Meridiano V. “Inauguré el jardín rural de la escuela 35, de la estancia El Meridiano, cerquita de Villa Sauce. Cortaron las cintas”, recuerda. Cuando tomó el cargo, la inspectora Carmen Mateo le preguntó si tenía auto, porque «para ir al campo hay que tener auto». «Me lo dijo clarito”, recuerda risueña.
Mónica Tortone (47), la maestra jardinera de la escuela rural en Colonia El Balde.
El interior de la escuela rural en Colonia El Balde.
Fue docente en diferentes escuelas rurales del oeste bonaerense en Colonia Viña, en Mira Pampay en la escuela 107 de Villa Sauce. Desde hace 13 años es la maestra titular del jardín de Colonia El Balde.
“Mi hijo Gianfranco (hoy a punto de terminar el secundario) hizo el jardín y se recibió de la primaria en El Balde”, cuenta.
Ahora recorre 120 kilómetros ida y vuelta por caminos de tierra, por los que a veces no pasa nadie durante horas. Cuando llueve, quedan llenos de barro o inundados. “Esto le pasa a todos los maestros rurales. Cuando los caminos están cortados, hago el ‘camino del caracol’”. Es un recorrido que tiene 120 kilómetros de ida.
Mientras su hijo Gianfranco cursó la primaria, Mónica Tortone vivió durante meses en la escuela de El Balde sin volver a Pico.
En la actualidad, vive de lunes a viernes en una pequeña casa construida junto a la escuela. «Es una paz bárbara. Mi día es muy largo hasta las 5 de la tarde. A la mañana voy a Roosevelt donde doy clases en una escuela del pueblo. No tengo para aburrirme«, asegura la maestra jardinera, cuya historia se conoció luego de que el periodista Leandro Vesco la encontrara como parte de la investigación para un libro sobre personajes bonaerenses.
Vista de la escuela rural en Colonia El Balde.
Las docentes que sostienen una escuela rural en Colonia El Balde.
La escuela tiene Internet, gas y energía eléctrica. “No nos falta nada. Cuando tenemos un problema siempre están. Los de la Cooperativa de Roosevelt o la gente de la delegación”, dice Mónica.
La helada del jueves pasado, con temperaturas de 6 grados bajo cero, dejaron un paisaje particular en el campo. “Quedó todo blanco”, cuenta Mónica.
Pero en medio de la ola de frío, llegó una buena noticia. “La semana pasada empezó otro alumna: tenemos siete en total”, afirma.
A punto de cerrar
El jardín y la escuela de Colonia El Balde son dos instituciones distintas, pero comparten el día a día. “Izamos la bandera juntos, hacemos trabajos de integración, y compartimos los actos escolares”, explican sus maestras.
Mientras el jardín en 2017 llegó a tener solo dos alumnos, la escuela rural primaria Nº 13 estuvo a punto de cerrar. Fue en septiembre de 2017, cuando se quedó sin alumnos. Y durante esos tres meses en los que la escuela estuvo parada, la maestra (que cumplía la función de directora) se jubiló.
En marzo de 2018, Lorena Argüello (44) tomó el cargo de directora y maestra multigrado. “Salimos por los campos a buscar los alumnos. Nos brindó todo el apoyo de la inspectora escolar, Carola Vázquez. Pero tuvimos que buscar la matrícula. Apostó a esperar a la maestra, que apareciera. Si firmaban el cierre esa vez, no la abrían más”, recordó.
Con su auto recorre todos los días los 20 kilómetros que hay entre Roosevelt donde vive y Colonia El Balde.
“Lo gratificante fue cuando a principios de este año empezaron a acercarse nuevos alumnos”, explicó Lorena. A la escuela rural van chicos de Roosevelt, pero también llegan desde los parajes Nueva Castilla y Lértora.
“La escuela está en el medio del campo. No hay nada”, describe la directora. Y recuerda el tornado de diciembre del año pasado, que dejó el paisaje raleado. “Fue terrible. Se cayeron todos los árboles, quedaron desparramados. Pero a la escuela no la tocaron”, dijo.
Los últimos años fueron de un esfuerzo conjunto para que la escuela siguiera abierta. “El profesor de educación física, Francisco Echeverría, recorre 40 kilómetros todos los días. Daniela Lovera, la maestra de artística vive en General Pico: hace 160 kilómetros cada viernes, y no falta nunca, para dar dos horas de clases. ¡Y gana 3.200 pesos! Lorena Martínez, la maestra de inglés, vive en América y hace 50 kilómetros ida y vuelta para dar su clase semanal los miércoles”, detalla la directora. Todos ponen su propio auto para llegar.
Lorena Argüello conoce a cada una de las familias de los 10 alumnos de la primaria. Y eso que no es la única escuela en la que trabaja: también es directora y única docente de la rural de Mira Pampa, en el Meridiano V.
“Nuestro sacrificio es para responder al que hacen los alumnos que llegan caminando, a caballo, en tractor y en moto”, afirma. Enumera a cada uno de sus chicos: “Aaron (6) y Alan Samsong Stuelce (6) van a pie. Está a unos 500 metros de la escuela. Son los últimos que ingresaron a la escuela”.
“Iván (8) y Jeremías (10) van a caballo o en moto. Los lleva una hermana más grande”, cuenta. “Después de los puestos vienen Guadalupe, Valentina, Morena y Angeles, en camioneta. Y me faltan Xiomara (12) y Yael (11) que hacen dedo. Vienen de un campo que está a 15 kilómetros”, precisa la directora. La actividad agrícola y ganadera de Colonia El Balde es intensa, por lo que el movimiento de camionetas y vehículos les permite llegar cada día a clases.
El día a día de la escuela rural plantea desafíos constantes. “Cuando hay lluvia, los caminos vecinales se ponen imposibles. En marzo me quedé encajada. Tuve que dejar el auto en la escuela varios días”, cuenta Argüello. Pero hay un plan B para cuando los alumnos no llegan a la escuela: a principio de año les reparten un cuadernillo.
También es clave la tecnología. A través del programa RED (Rivadavia Educación Digital) se entregaron 5.400 tablets, 200 pizarras digitales y 2 impresoras 3D. Fue implementado por Celeste Vitale, que es funcionara de Rivadavia, «hija de una exdirectora de la escuela El Balde y exalumna”, afirma Argüello.
Los chicos de la primaria de Colonia El Balde tiene sus tablets. En el jardín está una de esas pizarras digitales. “Ya no hay tizas. Esa es la idea. Para las escuelas rurales, la tecnología es clave» dice el intendente de Rivadavia, Javier Reynoso.
Lorena y Mónica coinciden en que sus alumnos tienen una predisposición especial. “Están atentos a todo. Con las familias se generan más vínculos, somos conocedoras de cada una de ellos. Y son muy compañeros. Se esperan, se ayudan como además son multiedades, generan una relación especial”, dice Tortone.
Clarin