Clases a distancia: 20 consejos para sostener el vínculo emocional con los estudiantes

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Como lo hemos conversado muchas veces, un aula segura desde lo emocional es la base de todo espacio (presencial o virtual) en donde se den profundos deseos de pertenecer. Cuando los alumnos están en entornos amigables donde se sienten seguros y el docente hace un esfuerzo genuino por conectarse con cada uno de ellos, la energía fluye mejor. No lo olvides: sin vínculo no hay aprendizaje. Educar es sostener vínculos.

Veamos:

– No te olvides que una clase virtual no es una clase presencial a través de una pantalla. La clase virtual tiene otra lógica, otros tiempos, otro ritmo.

– Haceles sentir tu presencia. Que sepan que pensás en ellos, que los extrañás.

– Si un alumno falta o no enciende su cámara, llamalo o conectate de alguna manera. Te prometo (¡te prometo!) que el impacto de un llamado personalizado de parte tuya va a generar un cambio de actitud.

– Abrí la clase temprano, sorprendelos con alguna noticia o novedad, desayunen juntos, conectate desde el corazón. Aunque hayas podido desarrollar una conexión con tus alumnos de manera presencial, no olvides que, a través de la virtualidad, tenés que comenzar de nuevo.

– Saludalos por su nombre cuando vayan entrando a la sala.

– Chequeá el estado emocional de tus alumnos: dependiendo de su edad, puede ser mostrando su pulgar al inicio de la clase (pulgar para arriba estoy bien; para el medio, más o menos; para abajo, nada bien). Esto te puede dar una pista de con quiénes debés interactuar más ese día. Tal vez solo necesitan un mimo especial, o reírse un rato.

– Diseñá algún sistema para ver quién no participa activamente de la clase.

– Para garantizar que involucrás a todos tus alumnos, poné palitos de helados en un frasco con los nombres de los alumnos y cuando nombrás a alguno, sácalo.

– Fomentar la auto-regulación de los alumnos es clave para lograr que construyan aprendizajes. El aprendizaje se produce cuando el alumno, no el docente, aprende a autogestionar sus propios aprendizajes.

– Necesitamos involucrar a nuestros alumnos cognitiva y emocionalmente. Esto se logra a través de una variedad de recursos pedagógicos, no sólo enseñanza seguida de algún tipo de trabajo individual asincrónico.

– Las oportunidades de aprendizaje se desvanecen cuando los alumnos están aburridos. Sumado a esto, la atención de los chicos en entornos virtuales es muy limitada. Recurrí a cápsulas de aprendizaje cortas pero significativas.

– Cuando decae la atención, es momento de una pausa activa. Al moverse, aunque sea en su lugar, detrás de su silla, el cerebro recibe más oxígeno, lo que mejora las funciones ejecutivas como la concentración.

– Sostené la relación. Esto puede ser con un video de 2 minutos entre clase y clase anunciándoles alguna novedad, resumiendo el tema de la clase anterior, o invitándolos a participar de alguna actividad especial.

– Podés enviarles una encuesta para ver cómo van llevando la modalidad virtual. Podés pedirles que marquen con una cruz cómo están (contentos, ansiosos, tristes, cansados, aburridos, desinteresados, motivados,sobrepasados, etc), para luego explicar brevemente lo que han marcado. Además, pueden comentarte cómo van en relación a las clases: 1 – Voy muy bien, con todas las tareas completas / 2 – Voy bien, hice bastante, pero me faltan otras / 3 – Hice poco, me estoy quedando atrás / 4 – No hice casi nada porque no quiero / 5 – No hice casi nada porque estoy confundido/a.

Clarisa Orfila, profesora de viola del programa de orquestas infantiles y juveniles de Buenos Aires, da clases a sus estudiantes a través de zoom en su casa, durante la pandemia de coronavirus en Buenos Aires, Argentina, el 16 de julio de 2020. Foto tomada el 16 de julio de 2020. REUTERS/Agustín MarcarianClarisa Orfila, profesora de viola del programa de orquestas infantiles y juveniles de Buenos Aires, da clases a sus estudiantes a través de zoom en su casa, durante la pandemia de coronavirus en Buenos Aires, Argentina, el 16 de julio de 2020. Foto tomada el 16 de julio de 2020. REUTERS/Agustín Marcarian

– Podrían contarte qué planes tienen para esa semana (académicos y de ocio) y si necesitan algún tipo de ayuda, qué sería.

– Asignales una pareja: de a dos deben encarar algún proyecto o estudiar juntos y una vez por semana, deben “reportarse” y comentarte cómo ven a su compañero (siempre desde una mirada constructiva y afectiva). Esto te va a dar pistas para poder conectarte un poco más con el alumno que te necesita, ya sea para ayudarlo con el contenido o acompañarlo desde lo emocional.

– Si te es posible, enviá feedback por mensajitos de whatsapp. Son más rápidos ¡y mucho más efectivos!

– No olvides la importancia de lo social y de la interacción. Algunas experiencias áulicas deben ser individuales, otras en pares y muchas otras en grupos (a través de pantallas compartidas en zoom, por llamadas de whatsapp, por mail, etc).

– Innová: intentá algo que no hayas hecho hasta ahora. ¿Alguna visita inesperada? ¿A quién podés invitar a tu clase? ¿Un escape room virtual?

– Incorporá espacios de consultas con vos para la retroalimentación. Dales oportunidades para volver a intentar una actividad o proyecto. Evalualos con una mirada formativa para ayudarlos a mejorar.

– Cada día tratá de identificar quién no está participando como vos esperás y tratá de conectar de alguna manera con él.

– Tenés una gran oportunidad de conectar con un alumnos, simplemente diciendo “Leí esto y me acordé de vos”.

– Chequeá todo el tiempo para ver si están aprendiendo. No debemos suponer que aprenden, debemos asegurarnos que lo hacen. Las muchas opciones de evaluación formativa te van a ayudar a tener el pulso de tu aula.

– No olvidemos que no todos los alumnos están preparados para la virtualidad.

Una profesora da clase desde su aula (REUTERS/David W Cerny)Una profesora da clase desde su aula (REUTERS/David W Cerny)

¿Quiénes padecen las clases virtuales?

– Obviamente quienes se quedan fuera del sistema por no tener conectividad o recursos tecnológicos.

– Aquellos alumnos que no han podido desarrollar su autorregulación y son muy dependientes del docente.

– Aquellos alumnos que poseen altos niveles de estrés o padecen trastornos emocionales.

– Aquellos alumnos que no disponen de estrategias de aprendizaje o una guía para acompañarlos en sus trayectorias.

– Los que ya tenían problemas de desempeño en la clase presencial.

– Aquellos alumnos que con poca autoestima o autoconfianza.

– Aquellos alumnos cuyos padres no pueden acompañarlos o descalifican el trabajo virtual.

Tristemente, muchos docentes ven como sus alumnos apagan sus micrófonos y sus pantallas para prestarle atención a cualquier otra cosa, menos a ellos. Hablemos de la importancia de estar involucrados.

Tomar clases a distancia (REUTERS/Edgard Garrido)Tomar clases a distancia (REUTERS/Edgard Garrido)

Un alumno involucrado:

– Hace preguntas.

– Se involucra en los debates.

– Pide ayuda cuando la necesitan.

– Muestra curiosidad.

Para terminar, no olvides que si vos sufrís de agotamiento, no hay manera que puedas ofrecer una educación de calidad a tus alumnos. Diseñá rutinas para la mañana, tomate recreos y asegurate tener tiempo para tus cosas personales y de ocio.

Pero, por sobre todas las cosas, disfrutá de los encuentros. Con tantos alumnos que no tienen la posibilidad de seguir avanzando en sus estudios debido a la falta de conectividad o dispositivos móviles, aprender en un entorno virtual hoy es un lujo. Capitalizalo. Y no lo olvides, si un influencer puede motivar e inspirar a millones de personas a través de una pantalla, ¿por qué vos no?

Laura Lewin es autora, capacitadora y oradora TEDx. 

Infobae


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