En una sociedad en donde los fracasos están mal vistos, debemos naturalizar, desdramatizar y capitalizar el cometer errores, entendiendo que los errores son una parte muy importante del proceso de aprendizaje.
“Ni vos estás cometiendo un error, ni yo te estoy corrigiendo; vos estás aprendiendo y yo te estoy enseñando”. Este diálogo tuvo lugar hace algunos meses atrás con mi hija, cuando, corrigiéndole algo, me dijo: “Ma, no me corrijas siempre”.
En una sociedad en donde los fracasos están mal vistos, y lo que se busca es el éxito, el cometer un error pone en la luz a los más débiles. Sin embargo, cuando entendemos que cuando los chicos se equivocan podemos trabajar junto a ellos la frustración que ello conlleva, estamos brindándoles un regalo de por vida. Los niños que pueden hacerle frente a la frustración, serán adultos menos conflictuados con este tema.
Una cosa es fracasar, pero otra, muy distinta, es que piensen que no sirven. Ahí es donde tenemos que accionar como adultos. Tenemos que enseñarles a nuestros alumnos e hijos a separar su auto confianza del resultado. Cuando el adulto cambia su cabeza acerca del cometer errores, y puede comprender la importancia de dignificar, naturalizar y capitalizar los errores, le enseña a los chicos que a través de los errores y los fracasos, podemos aprender y mejorar.
Ayudarlos a desarrollar la resiliencia emocional es el regalo más importante que podemos darles. Pero para eso, debemos naturalizar, desdramatizar y capitalizar el cometer errores, entendiendo que los errores son una parte muy importante del proceso de aprendizaje.
Cuando algo no les sale, o no entienden, alentémoslos a pedir ayuda. Un niño que pide ayuda de pequeño, podrá hacerlo de grande.
Los niños que aprenden a capitalizar los errores y a seguir adelante están mejor predispuestos a enfrentar desafíos, aprender de los errores y ver las críticas como algo útil en lugar de verlas como un motivo para rendirse. Éste es el tipo de pensamiento que mantiene a los chicos motivados, incluso cuando el aprendizaje significa esforzarse.
Compartamos con ellos que muchísimos inventos o creaciones ¡surgieron de errores! El microondas, las galletitas con chips de chocolate, la penicilina, el telescopio, el velcro y muchas otras cosas fueron el resultado de intentos fallidos, a cargo de personas, que, en vez de frustrarse, siguieron adelante. Y si de personas hablamos, recordemos que a Walt Disney lo despidieron de un periódico por no ser creativo, o que a Steve Jobs lo despidieron de su propia empresa. Fue la manera en la que manejaron su frustración y esos desafíos u obstáculos lo que marcó la diferencia. Una característica que distingue a la gente que triunfa, no es sólo su talento, su pasión y dedicación por lo que hacen, sino que además, la manera en que identifican, enfrentan y manejan sus debilidades y cómo actúan frente a los obstáculos o desafíos.
Hay una campaña de Honda en donde se muestran a pilotos cometiendo errores…¡chocando! Honda les agradece en su comercial, porque gracias a ellos aprendieron de los errores. Esto los ayuda a detectar fallas, y por en ende a mejorar. Generemos aulas y casas en donde el fracaso esté bien visto y en donde lo podamos capitalizar para poder mejorar.
Por mucho tiempo se ha visto a los gerentes de empresas buscar y marcar los errores. No es poco común ver en las aulas a los docentes corregir a los alumnos. A mi criterio se está poniendo mucho más el foco en el error que en el acierto o los logros- o en las cosas a mejorar. No te enfoques en lo que está mal. Enfocate en aquellas áreas en las que puede mejorar. Tristemente nuestro sistema educativo enfatiza más la nota que el aprender. No pongamos el foco en aprobar sino en aprender. Cometer errores y capitalizarlos es sinónimo de aprender.
Por otro lado, de tantas “malas notas” muchos chicos terminan pensando que no sirven: baja su motivación, se frustran, se rinden y abandonan el barco. Debemos permitirles a los niños arriesgarse y fracasar. Aprender de los fracasos los ayuda a ser más resilientes. Cuando les enseñamos a nuestros alumnos a ver sus errores de manera racional y no emocional, les estamos dando una lección mucho más importante que el tema en cuestión: les enseñamos a manejar la frustración y el aprender de los errores, que son sin duda, habilidades esenciales para la vida.
Laura Lewin – Infobae