El auditorio de Ticmas en la Feria del Libro se convirtió en el escenario ideal para pensar la educación federal en una jornada en la que pasaron ministros, secretarios, rectores, intendentes y otras personalidades del ámbito nacional que plantearon la situación actual de la educación en la Argentina.
El primer invitado del día fue Jaime Perczyk, quien desde hace casi dos años está al frente del Ministerio de Educación de la Nación. En una extensa entrevista, el ministro habló de la agenda educativa en un año electoral y turbulento.
—Lo primero para preguntarle es qué evaluación hace del período en que le ha tocado estar al frente del Ministerio, un tiempo signado por lo complejo. El año pasado, aquí mismo hablábamos de la salida de la pandemia. Ahora, que ese tema quedó atrás, han aparecido una serie de informes sobre el rendimiento escolar que hablan de una crisis educativa.
—El año pasado, cuando vinimos acá, estábamos trabajando en, uno: la recuperación de la presencialidad plena, dos: la recuperación de todos los chicos que se habían ido de la escuela, y tres: la reparación de los aprendizajes. Discutíamos barbijo sí o barbijo no. Las vacunas: desde qué sala, desde qué grado, cuántas. Discutíamos cómo recuperar a los chicos que se habían ido de la escuela; una discusión que no solo era de Argentina sino de toda América Latina. En octubre de 2021, pusimos el programa “Volver a la escuela”. No hay situación más injusta que haya chicos fuera de la escuela. Hicimos una inversión muy grande, y hoy podría decir que todos los chicos que se desvincularon por la pandemia volvieron a la escuela. En el balance de gestión, ese es un logro enorme. Recuperamos la presencialidad, lo que para la Argentina es muy importante. Tenemos un sistema educativo que, desde la sala de tres hasta el postdoctorado es eminentemente presencial. Habrá que discutir qué transformaciones vienen —lo híbrido, lo virtual—, pero nuestro sistema es un sistema eminentemente presencial. También discutíamos qué era lo que los chicos no habían aprendido por dificultades de conexión, por dificultades en casa o, por algo que es central, porque no tenían al maestro o lo tenían mediatizado.
—¿Y este año?
—Un año después volvieron todos los chicos, tenemos clases presenciales y, desde el año pasado, tenemos una hora más de lengua y matemática, que dan treinta y ocho días más de clase por año. Hoy el 81% de las escuelas tienen al menos una hora más de clase. Pasamos del 17% al 85. Las escuelas de jornada completa crecieron un 50%. Hay más lengua, hay más matemáticas. Los chicos tienen más clases con libros este año y el año pasado. Tienen clases en más del 70% de las escuelas con conectividad. Con conectividad pedagógica, no conectividad administrativa.
—Hablaba del regreso de los estudiantes que se habían alejado de la escuela. Pero esta semana, Gustavo Zorzoli dejó el dato de que la mitad de los adolescentes están fuera del sistema educativo ¿Cómo se trabaja con ellos? No con los que se fueron y volvieron, sino con los que todavía no ingresaron.
—Ese dato es falso. La Argentina, según todas las fuentes —UNESCO, fuentes privadas— tiene una tasa de escolarización en la secundaria de más del 90%. ¿Qué dice el dato del 50%? Son los que terminan la secundaria en los años correspondientes. Pero la primera contradicción es pensar que son doce años, cuando hay un subsistema de la educación técnico profesional que tarda trece. ¿Cuántos se reciben en doce años? Hasta marzo del año siguiente es el 55%. ¿Cuántos se reciben un año después? El 65%. Argentina tiene otro problema, que es que hay menos chicos que se reciben. No todos los que entran se reciben. Y hay otro problema asociado, que también es un problema muy difícil, y es que no todos los que están en la escuela —ese porcentaje cercano al 90%— aprenden lo que creemos que tienen que aprender. Ahora, con respecto al número de los que están y no están, ese dato no es correcto.
—En la primera pregunta también le hablaba de los informes de Argentinos por la Educación. Es cierto que el informe da datos que no corresponden a su período, pero da un marco. ¿Cómo lo toman desde el Ministerio? ¿Es un contralor, es un dato a considerar, a rebatir? ¿Cómo tomaron la campaña #NoEntiendenLoQueLeen?
—Ese es un informe del 2019. No es un informe de Argentinos por la Educación; es un informe de UNESCO de 2019. Después de 2019 hubo un montón de cosas. Vino la pandemia. Después de 2019 hay una hora más de clase. Y después de 2019, los chicos van a la escuela con libros. Y después de 2019 van con capacitación docente. Hay una inversión muy grande en capacitación docente. Entonces plantear un dato y no decir nada de lo que pasó después no aclara. Confunde. La otra pregunta, no es mi tarea en este lugar hacer preguntas, pero si yo pudiera reformular la pregunta diría: “¿Dónde usted ve los logros y las dificultades en la escuela primaria argentina?”. Tenemos una tasa de escolarización muy grande, cercana al 99.3%. Estamos justo en los cuarenta años de democracia. Cuando empezó la democracia, Argentina tenía una escolarización cercana al 85% de primaria. En el año 94 se logró el 99.3%. Hubo un trabajo de inclusión y escolarización de chicos que antes no iban.
—Pero…
—… ¿Qué problemas tenemos? Tenemos dificultades en comprensión lectora y en pensamiento matemático. Por eso la hora más está destinada a lengua y matemática, que son dos áreas que te permiten aprender otros temas mucho más complejos que la escuela tiene que garantizar. Para comprender los procesos históricos, la geografía, la filosofía tenés que entender y saber lengua y matemática. Tenés que tener comprensión lectora. Saber leer y escribir, tenés que saber las cuestiones de matemática.
—El informe de Argentinos por la Educación es un informe de 2019, pero las pruebas PISA dan una progresiva caída en los últimos años.
—Las pruebas PISA muestran otra cosa: muestran un estancamiento. Muestran que siempre, más o menos, sube o baja un punto. Hay 500.000 chicos nuevos en la escuela secundaria en la última década, el estancamiento tiene varias lecturas. Pero lo central es decir que nosotros tenemos que mejorar lo que los chicos aprenden, y para eso tenemos que lograr que los que están y los que no están vayan y aprendan. Para eso, la mejor manera es enseñarles más y mejor. Más tiempo con cuestiones más interesantes. Incorporando toda la tecnología que ha producido la sociedad en su historia. Con las nuevas tecnologías y con las tecnologías anteriores. Nosotros tenemos que asegurar que los chicos tengan libros y usen los libros, y que tengan computadoras y usen computadoras. Tenemos que lograr que toda la tecnología que la humanidad ha inventado esté en la escuela.
—El 6% del PBI destinado a educación ¿es un sueño imposible?
—No, porque se cumplió.
—Se cumplió tres años.
—Bueno, por eso no es imposible. Se cumplió. También presentaron un informe sobre eso, y hay que decirlo: se cumplió algunos años y, cuando no se cumplió, en algunos años de nuestro Gobierno, no se cumplió por un 0.1% —en 2014, por ejemplo—. En el 2019 se invirtió el 4.8 %: faltaba 1.2 del PBI. También había una cifra de cuánto se debía a la Educación, y de los 26 mil millones de dólares, 19 mil corresponden al gobierno de Mauricio Macri. Hay que invertir más. Si no, no hay manera de mejorar los salarios docentes, de garantizarlos, de hacer los jardines que faltan. La mayor desigualdad que tiene la Argentina es en la sala de tres: la mitad no va a la sala de tres años. Ahí tenés una desigualdad que te acompaña por el resto de la vida. Hay que construir jardines. Estamos construyendo cuatrocientos, pero faltan muchísimos jardines más y faltan mejorar las escuelas primarias y hay que hacer miles de escuelas secundarias. El 17% de nuestros chicos y chicas va a la escuela secundaria técnica. Tenemos que pasar el 30% para garantizar más trabajo, trabajo con agregado de valor, para garantizar que esos chicos continúen estudios superiores en carreras tecnológicas.
—¿Qué se hace para llegar a ese 30%?
—Hay que construir escuelas técnicas. Hay dos maneras: una es transformar escuelas secundarias en escuelas técnicas; hemos hecho varias y estamos construyendo cien. Pero la Argentina tiene 1.500 escuelas secundarias y hay que duplicarlas, para eso la inversión. Estudiás un año más, tenés muchas horas en la escuela, tenés un turno que es de taller o de trabajo de campo —depende de la orientación—. Para lograr eso, primero debe haber una decisión política y después decisión económica.
—¿Vamos a tener esas 1.500 escuelas en un futuro?
—Estamos haciendo cien, hay que seguir con eso. Esto lleva mucho tiempo. La Argentina tiene una ley que es virtuosa, que es un modelo. La ley 1420, de 1884. Argentina hasta 1980 no tuvo escolarización completa de la primaria. A esa ley se la trabajó. La pendiente es así. No es que un día lo lograste. No es que mañana vas a tener 1.500 escuelas, estamos haciendo cien. Hay que seguir todos los años hasta llegar a tener más del 30%. Y tenemos otro problema: el 17 % que va a la escuela técnica, está compuesto por el 65% de varones y el 35% de chicas.
—Es cierto, pero, si bien el 35% es bajo, es más alto de lo que uno podría pensar hace…
—En 2006 era el 15%. Ahora se llegó al 35%. Por eso, la pendiente es así. Hay que tener decisión, hay que tener confianza. Son muchas horas de trabajo, muchos días, muchos años. Un sistema tiene una parte de su inversión que es en lo rutinario. El sistema de educación tiene que garantizar hábitos, rutinas, métodos. Abrir y cerrar las escuelas todos los días, limpiarlas todos los días. Comprar los materiales: hábitos. Y al mismo tiempo garantizar la innovación. Hay una parte que es la incorporación de tecnología, de recursos. Pero hay otra parte, que es ampliar su sistema. Todo eso implica inversiones que hay que hacer. Hay que construir escuelas, modificar, y a todo eso agregar el taller que tiene que ser el mejor. La pregunta anterior sobre si es un sueño. Bueno en algunos años fue realidad. En otros años fue nada, un discurso.
—¿Qué significa la creación de un espacio de integración del conocimiento? De eso estuvo hablando hace poco en España.
—Hay tradiciones distintas, hay producciones distintas y nosotros tenemos que construir un espacio común donde esté reflejado el conocimiento que producimos. En la Argentina hay un conocimiento pedagógico que producen las escuelas, hay un conocimiento científico que producen mayoritariamente las universidades y creemos que eso es posible de compartir, de intercambiarlo. A partir de lo que nosotros producimos, aprender de lo que producen otros y coproducir algo nuevo. Los países de la región hemos podido construir sociedades que son de paz. Poder coproducir con una agenda común: la seguridad alimentaria, la protección del medio ambiente, la incorporación de tecnología, el trabajo con la revolución tecnológica, la paz en un momento de conflicto.
—En este espacio integral del conocimiento, ¿cómo se relaciona Argentina con Uruguay y con toda América Latina?
—La Argentina tiene una tradición educativa muy importante, y la sigue teniendo en la región. Tenemos una relación de hermandad con Uruguay…
—Los datos de UNESCO dicen que la mayoría de los estudiantes de la región que dejan su país para estudiar en otro, eligen Argentina.
—El 90 % de los chicos de América Latina que sale de su país a estudiar viene a la Argentina. Está en el preámbulo de la Constitución. Todos los que de buena voluntad vienen, se integran a la universidad. Nosotros tenemos una relación de hermandad con Uruguay, con Brasil, con Paraguay, con Chile. Con todos tenemos proyectos en común. Desde escuelas de fronteras hasta intercambios de estudiantes, de docentes, de investigadores. Tenemos proyectos cofinanciados de investigación, de producción de conocimiento. Tenemos una relación muy importante con Colombia, con México. Tenemos un centro universitario argentino-alemán que cotitula y cofinancia estudios de posgrado. Con España tenemos una relación cercanísima y propusimos crear un centro universitario argentino-español. Con México también. Hay una relación que la Argentina tiene que institucionalizar de defensa y promoción de nuestra lengua. El castellano es una lengua de la poesía, de la comunicación y también es una lengua de la ciencia. Todo eso requiere trabajo, institucionalización y método. Hace un mes, en Argentina, hubo una reunión muy importante de ministros con representantes de África y vinieron quince representantes de veintiún países de África. Esos espacios reflejan la relación que tiene nuestro país con los países de la región y la vocación que tenemos de cooperar en que no haya hambre, que haya paz, que haya solidaridad, educación, hermandad.
—Este año es un año eleccionario y el presidente ha dicho que no va ir por la reelección, por lo que es obligatorio un cambio de Gobierno. ¿Qué programas les gustaría alentar para que continúen en los años que siguen?
—La construcción de jardines, la inclusión de todo lo que nos falta en términos de incorporar a los chicos al jardín. La hora más de clase en primaria. Que todos los chicos tengan libros cuando van a la escuela, que haya más días y horas de clase, que haya más escuelas técnicas. Seguir construyendo escuelas. Las becas PROGRESAR para que los chicos puedan ir a la escuela, la construcción de escuelas secundarias. La Argentina necesita más universidades, también necesita que sus universidades adecuen los planes de estudio, que tengan horas mínimas y máximas. Que tengan títulos intermedios, que haya carreras más vinculadas a la producción y al trabajo en la universidad. Ahí hay un paquete de cosas que la Argentina debiera —no dije debería— continuar. Y la discusión del financiamiento. Vos me dijiste si es un sueño: bueno, hay que hacerlo realidad. Si todos estamos de acuerdo con más días y horas de clase, que los chicos tienen que tener los materiales en la escuela, que tiene que haber computadoras en la secundaria como Conectar Igualdad. La verdad es que hay una cuenta que requiere una inversión que es el 6 % o un poco más. Un año, el otro año, el otro: eso es el gobierno que viene, el otro y eso es lo que debiera continuar en la Argentina.
—Un chico que empieza hoy en el nivel inicial va a pasar por cuatro o cinco presidentes hasta terminar sus estudios.
—Y si hace un postdoctorado más. La ley 1420 dice que la escuela primaria es pública y es para todos. Es un derecho y la responsabilidad está en las madres, padres, tutores o encargados. Los chicos tienen derecho a ir a la sala de tres años, y la responsabilidad está en la familia que vayan. Y no es posible que vos incorpores un derecho y después lo pierdas; en la medida que cumplas tu responsabilidad tenés que tener ese derecho. Por eso hay que garantizar por muchos años el derecho que van a tener los chicos en la escuela en la educación.
—Por el auditorio de Ticmas pasó el ministro de Educación del Uruguay, Pablo da Silveira, que, además, es doctor en Filosofía. A él le pregunté cómo hacía para convivir a quién estaba en el cargo ejecutivo con el que pensaba la Filosofía. Y me dijo: “Son incompatibles”. Para usted, ¿cómo es la relación entre el académico y el ministro?
—Yo sigo dando clases desde hace muchos años. Pero no hay manera seria de continuar una vida académica, de producción de conocimiento con la gestión. La gestión es todo el día, todos los días. Es una elección que hace uno. Lo otro continúa a su ritmo y a su tiempo. No hay posibilidad de hacer la gestión seriamente y otra vida. La vida es toda la gestión.
—2024 lo encuentra en las aulas.
—Sí, me encuentra en las aulas.
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