La bimodalidad atraviesa a casi todo el sistema educativo argentino. De acuerdo a una nueva encuesta, solo el 15% de las escuelas primarias permiten que sus alumnos asistan todos los días, de lunes a viernes. Del mismo modo, muchas de ellas no logran compensar esos días sin presencialidad con clases virtuales.
A dos meses y medio del comienzo del ciclo lectivo, alrededor del 40% de los estudiantes se vieron afectados por la suspensión de las clases presenciales. El grueso de ese número se explica por los alumnos del conurbano bonaerense que desde hace 4 semanas continúan sus estudios de forma remota.
Hasta que se decretaran los primeros cierres escolares, el 75,2% de las primarias estatales urbanas del país optaron por la combinación de clases presenciales y virtuales. En casi todos los colegios, los alumnos fueron divididos en burbujas para hacer posible el distanciamiento social dentro de las aulas.
Los datos surgen de un nuevo informe del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Melina Furman, profesora de la Universidad de San Andrés, Víctor Volman y Federico Braga. El documento indaga en las características de la vuelta a clases en Argentina tras un año signado por la educación a distancia.
Según los resultados, apenas en el 15,9% de las escuelas primarias estatales urbanas los estudiantes asiste los cinco días de la semana a la escuela, mientras que el 50,6% lo hace cuatro días por semana. El 7,5% respondió que asisten 2 días a la semana y el 5,4%, tres días. En el 5,8% de las escuelas, los estudiantes solo tuvieron clases presenciales un día por semana.
Para las escuelas, la modalidad combinada implica una dificultad extra. Se supone que los días en los que los chicos no concurren a la institución deben al menos ser asistidos en sus tareas, cuando todos los docentes -a excepción de los que integran los grupos de riesgo- están abocados a la presencialidad.
Esa problemática se refleja en los datos. El 48,8% de las familias encuestados manifestó que sus hijos tuvieron clases de manera virtual cuando no hubo clases presenciales, pero la otra mitad no logró la continuidad deseable. El 25,6% dijo que no existía la virtualidad, un 15% señaló que “algunos días sí y otros no”, mientras que el 10% restante advirtió que no tenían clases sincrónicas, pero al menos recibían material para leer y tareas en fotocopias.
“La encuesta muestra que la bimodalidad es el formato más extendido en esta vuelta de las escuelas primarias del país. Esta vuelta a la presencialidad, aunque no sea completa aún, es clave para la continuidad pedagógica y el bienestar emocional de los chicos. Existe aún una deuda pendiente para que esa continuidad pedagógica se siga fortaleciendo, especialmente para chicos que tuvieron un vínculo muy intermitente con la escuela en 2020”, explicó Melina Furman, coautora del informe.
El indicador más alarmante es que el que muestra que, aun con el retorno de la presencialidad, el 1,2% de los chicos sigue completamente desvinculado de la escuela. “Nos tiene que interpelar para multiplicar el esfuerzo de toda la comunidad educativa, para nominalizar a esos estudiantes y recuperar el tiempo perdido con cada uno de los niños y niñas”, reflexiona Martín Salvetti, profesor de secundaria y subsecretario de Educación de Lomas de Zamora.
Incluso entre quienes sí pudieron volver a las aulas surgen disparidades grandes. Las cargas horarias reflejan asimetrías: en el 46% de los casos los alumnos de primaria asisten 4 horas a clases presenciales; en el 33,3%, entre 2 y 4 horas. Mientras que en una de cada 10 escuelas, los alumnos tuvieron 2 horas o menos.
“La vuelta a clases en este escenario de pandemia pone de manifiesto con bastante claridad que la bimodalidad requiere resignificar los contenidos previstos por nivel educativo, por grado o año y por materia, dado que la digitalidad requiere el uso de herramientas diversas y novedosas que ayuden a que los niños y jóvenes puedan seguir sosteniendo el vínculo educativo y su correspondiente exigencia asociada”, afirmó Gabriela Azar, directora del Departamento de Educación de la UCA. “La bimodalidad requiere que cada escuela y cada docente revise sus prácticas de enseñanza y de evaluación para hacerlas adecuadas a este nuevo escenario educativo”, agregó.
Protocolos a medias
En casi todas las escuelas los estudiantes estuvieron fueron divididos en burbujas de no más de 15 chicos. Sin embargo -quizás la medida sanitaria más importante- en muchos casos no se puede aplicar: dos de cada tres colegios no cuentan con ventanas al exterior y solo el 20% dispone de un termómetro sin contacto.
El 84,5% de las escuelas cumplieron con el ingreso escalonado para evitar las aglomeraciones de padres y chicos en la puerta. En la misma medida, el uso de barbijo permanente está muy extendido en las instituciones.
“Los encuestados reportaron que los protocolos de cuidado dentro de las escuelas mayormente se están cumpliendo, aunque por supuesto hay que seguir monitoreando ese cumplimiento de acá en adelante y en todas las instituciones. Preocupa sin embargo el dato de que una proporción no menor de escuelas no tienen buena ventilación de las aulas ni algunos insumos básicos como termómetros”, advirtió Furman.
Ante la aparición de casos sospechosos o positivos de COVID-19, no hay una línea común. El 28,5% de las escuelas respondió que los miembros de la burbuja involucrada dejaron de concurrir. El 20,8% mencionó el aislamiento de las personas con contacto estrecho, mientras que el 4,2% informó el cierre de la escuela, que en realidad no está previsto en los protocolos que se aprobaron a nivel federal.
Según los resultados, en 1 de cada 3 escuelas (33,2%) no ha habido detección de casos desde el inicio de clases. El 15,2% menciona contagios de docentes y el 14,8%, de estudiantes. Menos del 3% informa contagios de directivos (2,8%) y auxiliares (2,5%), mientras un 30,7% no sabe si hubo casos en su escuela.
Infobae