Desde la suspensión de las clases presenciales, allá por marzo, los docentes debieron readaptar su trabajo sin mediar preámbulos. Los datos, que se desprenden de la evaluación nacional de continuidad pedagógica, muestran que ello implicó un esfuerzo adicional. Casi todos, el 90% de los maestros, dice que su trabajo aumentó durante la cuarentena.
En el desglose se observa que el 68% indicó que incluso la carga laboral se incrementó “considerablemente”. Ante la consulta de cuáles fueron los hábitos que debieron modificar por el aislamiento, la respuesta más recurrente estuvo en los tiempos dedicados al diseño de la propuesta educativa, tanto la búsqueda de los recursos como la propia elaboración de los materiales que antes eran físicos y ahora son, en el mejor de los casos, virtuales.
En el mejor de los casos porque la mayor traba para la educación virtual es justamente la tecnología. Los maestros señalan que la falta de conectividad y dispositivos en los hogares complica la tarea de enseñar en la pandemia. Incluso surge un dato revelador: solo un tercio de los docentes dispone de una computadora personal, es decir, que no deba compartir con otros integrantes de la familia.
La brecha no es solo tecnológica, sino también por nivel educativo. La diferencia entre las respuestas de los estudiantes de primaria y secundaria es enorme y se explica, en parte, por el acompañamiento de los padres y las responsabilidades de los chicos en el hogar. Mientras en primaria, el 83% de los docentes dice que la mayoría respondió a las actividades, el porcentaje baja al 64% en secundaria.
Lo mismo sucede en la frecuencia de contacto. Mientras el 87% de primaria señaló que todos o la mayoría de sus alumno se mantuvo en contacto, en secundaria este porcentaje es del 54%. “Estos treinta puntos porcentuales de diferencia que se advierten en estos y en el resto de los ítems entre el nivel primario y secundario, expresan la desigual respuesta que encontraron los y las docentes de primaria y secundaria a sus propuestas didácticas”, advierte el documento. Esa pérdida de vínculo, estiman, redundará en mayor abandono una vez que se retome la actividad presencial.
El ministro de Educación, Nicolás Trotta, presentó el lunes por la tarde los resultados del informe preliminar a sus pares provinciales. Antes habían sido publicados los primeros datos a partir de las encuestas a directivos y familias. Ahora se suma la línea docente: una muestra representativa de 21.471 educadores de todo el país respondió un cuestionario online sobre la realidad de la enseñanza remota en sus contextos.
“Este informe visibiliza la voz de las y los docentes de todo el país. Su mirada sobre la continuidad pedagógica es fundamental para detectar desafíos y nudos críticos que las políticas educativas deben contener. La evaluación es un instrumento que nos permite corregir o profundizar aquellas políticas que tenemos que desplegar con mayor convicción a partir de los distintos momentos que transita nuestro sistema educativo”, planteó Trotta.
El informe muestra que “el año de Zoom” es una afirmación exagerada. En realidad, más bien, es “el año de WhatsApp”. El celular fue el gran protagonista de la continuidad pedagógica, con las dificultades que ello conlleva por el tamaño del dispositivo y el vínculo asincrónico que propone. Tanto en jardín, primaria y secundaria fue el medio más utilizado. En cambio, las plataformas de videoconferencia como Zoom o Meet tan solo encontraron un 35% de respuestas. “Los datos permiten inferir que el uso de plataformas de interacción sincrónica fue más utilizado para replicar el formato del aula que para el trabajo colectivo”, dice el informe.
Durante el aislamiento, los maestros apelaron a una variedad de recursos para intentar sostener el vínculo con sus alumnos. Los videos disponibles en la web (55%) fueron los más elegidos, seguidos por las clases grabadas (54%), las actividades preparadas por los propios docentes (52%) y un poco más lejos, los cuadernillos oficiales (34%). Entre los que respondieron, un 7% de dice que aún no se pudo adaptar a la modalidad remota.
Si bien la mayoría manifiesta haber estado en contacto asiduo con sus alumnos, el 24% plantea que el vínculo fue poco frecuente. Ese vínculo débil se observa más en secundaria (38%) que en inicial (19%) y primaria (12%). De igual modo, advierten, se debe contextualizar el dato. La dinámica de los trabajos por horas en secundaria, hace que las y los docentes tengan menos contacto con sus estudiantes también en las aulas. Asimismo, por tipo de gestión y considerando los niveles primario y secundario, el sector privado muestra contactos más frecuentes que el estatal.
En lo relativo a la evaluación, el universo docente se dividió en dos mitades. Una mitad no les tomó ninguna instancia evaluativa a sus alumnos y la otra mitad sí. Más allá de que las calificaciones numéricas este año se suspendieron, algunos maestros apostaron a la devolución conceptual.
Infobae