Un mapa de la educación superior a distancia

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El contexto de emergencia sanitaria provocado por la pandemia del coronavirus hizo que la educación a distancia pasara de ser una modalidad poco extendida entre las carreras universitarias, representando tan solo el 4,1 por ciento de los programas de educación superior, a alcanzar al 100 por ciento de las clases y espacios de aprendizaje. Si bien estos cambios no son permanentes, es probable que, a partir de la actual experiencia, la modalidad virtual tenga mayor alcance en los años venideros.

La conclusión proviene de un relevamiento del Centro de Estudios para el Desarrollo Nacional Atenea, elaborado para la Federación de Docentes de las Universidades (Fedun). El estudio analiza la capacidad institucional de las universidades para abordar la virtualización forzosa de sus carreras.

El informe presenta resultados preliminares producto de una investigación sobre la educación a distancia de emergencia adoptada por las universidades argentinas en el Marco del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio. Algunos de los interrogantes giran en torno al desarrollo de los programas a distancia en nuestro país, el tipo de oferta académica que encontró en la educación digital una posibilidad de extensión, y las respuestas que las universidades han ensayado para garantizar la continuidad de las clases. Para esto último, se recogieron datos de seis universidades nacionales: Universidad Nacional de Tucumán, la Universidad Nacional del Nordeste, la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad Nacional de Comahue, la Universidad Nacional de La Matanza y la Universidad de Buenos Aires.

En primer lugar, el informe resalta la sólida tradición de presencialidad que siempre caracterizó al sistema universitario argentino. «Si bien a partir del año 2000 aumentaron los estudios a distancia, más del 95 por ciento de las carreras ofrecidas por las instituciones universitarias se realizan únicamente en formato presencial», señala el estudio. Es decir, la modalidad de educación a distancia es relativamente reciente y poco extendida entre las universidades argentinas, donde apenas un 4,1 por ciento de la oferta académica se dicta de manera virtual.

En ese sentido, el estudio revela que las 76 universidades que acreditaron Sistemas Institucionales de Educación a Distancia ante la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau) tuvieron mayores herramientas para virtualizar sus clases que las 56 restantes.

«Estos datos son significativos para pensar la capacidad que las universidades tenían para afrontar los procesos de virtualización de sus carreras previo a la covid-19. Incluso en los casos de las instituciones que habían acreditado sus sistemas de educación a distancia, y que contaban con alguna trayectoria en el dictado de programas virtuales, dicha capacidad se vio afectada por el crecimiento abrupto y exponencial de los docentes y estudiantes que debieron aislarse y buscar soluciones remotas», resalta el informe.

Al observar cómo se compone la habitual oferta de educación a distancia del nivel superior universitario, el informe indica que existen disciplinas poco exploradas en esta modalidad. Los trayectos pertenecientes a las Ciencias Sociales y Económicas conforman el 79 por ciento de toda la formación a distancia. En tanto, disciplinas como las Ciencias Exactas e Ingenierías contaban con menos experiencia en la virtualización de sus contenidos. Al igual que las carreras de Medicina y Ciencias de la Salud.

Es decir, el impacto de la emergencia sanitaria provocó la virtualización forsoza de disciplinas que tradicionalmente han sido enseñadas de forma presencial.

En cuanto a las respuestas que las universidades nacionales relevadas elaboraron para afrontar la distancia impuesta por las medidas de aislamiento social, se encontró que hubo programas de becas de conectividad para estudiantes con el objetivo de atender a los problemas de accesibilidad. Por ejemplo, la Universidad del Nordeste creó un programa de becas que otorga un dispositivo de conexión a internet (módem) y el consecuente pago del abono de internet por parte de la universidad hasta tanto se prolongue la cuarentena.

Asimismo, las universidades también impulsaron una intensificación de las capacitaciones en entornos virtuales y la creación de nuevas aulas, campus y plataformas para el trabajo y la educación a distancia.

«La articulación institucional de distintos actores, Citep por ejemplo, permitió el lanzamiento del propio Campus Virtual de la FADU, el cual por diversos motivos no había podido materializarse antes», indica el informe.

Otra de las herramientas usuales fueron la elaboración de documentos con recomendaciones no sólo para el desarrollo de las clases sino también para el armado de instancias evaluativas a la distancia, como es el caso de las universidades de Tucumán o del Nordeste.

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