“Acá hay oro en polvo” pensó Cecilia Muñoz cuando la directora de la escuela le comentó, al pasar, que tenía en la dirección «una cajita de cartón guardada». La caja decía algo así como “Pizarra digital interactiva” y nunca había sido abierta. Estaba arrumbada en un armario desde hacía cuatro años, cuando alguien la trajo en nombre del Gobierno nacional. Pero nadie se atrevía a abrirla. Cecilia la encontró en 2017, había llegado en 2014.
Y había “oro en polvo” porque cuando finalmente Cecilia -profe de inglés de la escuela- la abrió dejó al descubierto justo lo que ella estaba necesitando para motivar a sus alumnos, en ese colegio semi rural de la ciudad de Bandera, Santiago del Estero, a 270 kilómetros de la capital de Santiago. La Escuela Primaria N° 751 Teniente General “Juan Carlos Sánchez”, a la que van 500 alumnos, el 80% de ellos de sectores vulnerables, sin agua potable y con graves problemas de saneamiento.
Cecilia Muñoz, maestra de inglés de una escuela primaria de la ciudad de Bandera, Santiago Del Estero
“Bandera es una ciudad que se dedica a la actividad agrícola ganadera, más agrícola. En Santiago del Estero hay inglés solo en séptimo grado, y los chicos tenían mucho desánimo en aprender el idioma. Lo veían como algo extremadamente inalcanzable e inútil para ellos. Pero empecé a investigar cómo podía hacer para que les gustara y todos los caminos me conducían a la tecnología”, le cuenta Muñoz a Clarín, vía telefónica, desde Bandera.
La pizarra digital le sirvió para hacer ese clic, ese puente con el entusiasmo dormido de los chicos. “Yo no tenía conocimiento de tecnología, fue puro atrevimiento. Instalé la pantalla. Para calibrarla usé los tutoriales de YouTube. Los chicos nunca habían visto algo como esto, era una novedad. Ellos ya tenían las notebooks del carro y uno de ellos me propuso reemplazar las carpetas de papel por carpetas en las computadoras. ¿Y por qué no? Terminé dando clases sin tiza ni pizarrón y solo con carpetas digitales”, cuenta Cecilia.
Lo que siguió fueron “paseos virtuales” por el mundo usando Google Earth, por ejemplo. Y un montón de actividades que conectaron a los alumnos con el inglés y el planeta a través de la tecnología.
La historia de Mariela Guadagnoli también tiene mucho de entusiasmo que contagia. La ciudad de Gálvez está ubicada a mitad de camino entre Rosario y Santa Fe y allí viven unas 25.000 personas. Mariela estudió arquitectura, de hecho ejerce como arquitecta, pero también -dice- ama la docencia. Por eso da clases en el taller de Construcción, Tecnología y Materiales de Construcción en la escuela técnica profesional de la ciudad, la N° 456 “Hipólito Yrigoyen”.
Mariela Guadagnoli, profesora de una escuela técnica de Gálvez, Santa Fe.
“En la escuela enseño lo que más me gusta, sobre todo la experiencia que tengo en las obras. Y me permite jugar con los materiales y aprender junto a mis alumnos”, le dice Mariela a Clarín, también vía telefónica.
Y cuenta que Gálvez tenía un problema. Que en los días de lluvia los accesos a la escuela, de barro, se inundaban. El camino se hacía intransitable, sobre todo para la mayoría de los estudiantes que llegan en bicis o motos. El proyecto educativo fue, entonces, desarrollar y colocar adoquines, pero lo hicieron con material descartable, que sacaron del “punto de encuentro”, un contenedor grande donde la gente tira su basura reciclable.
“Ese lugar lo usa una cooperativa que junta la basura, la enfarda y la vende. Lo único que no se vende es el telgopor, técnicamente poliestireno expandido. Con ese material hicimos los adoquines. Le incorporamos un químico que hace que que los adoquines sean descontamintantes del aire, que en presencia del sol, por fotocatálisis, destruya los contaminantes que tiene el aire, y libere aire puro. No hay ninguna empresa que los haga”, cuenta Mariela.
El proyecto arrancó en 2018 con los alumnos que estaban en segundo año del industrial. Y sigue hasta hoy, que sumó a profesores y estudiantes de otros cursos. Pero el proyecto parece haber tomado vida propia, porque ahora, a través de un convenio con el municipio, gente sin recursos de la ciudad los están instalando en diversas partes de la localidad.
Mariela Guadagnoli, profesora de una escuela técnica de Gálvez, Santa Fe.
Cecilia y Mariela fueron seleccionadas este miércoles como dos de las 50 mejores docentes del mundo, en el Global Teacher Prize, un premio organizado por la Fundación Varkey, en alianza con UNESCO. Compitieron contra otros 12.000 candidatos de 140 países, que presentaron sus propios proyectos.
El jurado tuvo especialmente en cuenta la forma en que estas dos docentes argentinas despiertan el interés de sus estudiantes. En el caso de Cecilia, a través del uso de la tecnología; y en Mariela con el «aprendizaje basado en proyectos», una tendencia para las escuelas secundarias de todo el mundo que busca que los estudiantes aprendan con proyectos concretos, en lo posible vinculados a sus comunidades.
La Fundación Varkey tiene presencia en la Argentina, donde diseña e implementa programas de formación para directivos y docentes. Desde fines de 2016 llevan capacitados más de 10.000 educadores de escuelas de diferentes provincias. Su Programa de Liderazgo e Innovación Educativa (PLIE) fue tomado como caso de estudio por la Universidad de Harvard y destacado por el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Las dos docentes argentinas ahora deberán competir contra las otras cincuenta para ver quién se queda con el premio mayor. Es un millón de dólares, pero bajo el compromiso que deberá ser utilizado para seguir desarrollando el proyecto por el cual fueron premiadas.
Con actividades a distancia por el coronavirus
La noticia sobre la selección en el premio Global Teacher Prize las encuentra a Cecilia y Mariela en un momento especial, raro. Con las escuelas donde trabajan cerradas por el coronavirus.
Cecilia cuenta que en el colegio de Banderas, Santiago del Estero, los docentes se turnan para que siempre haya alguien. Y que la virtualidad la pueden hacer a medias, porque muchos alumnos no tienen computadora ni Internet en sus casas. Por eso, ella prepara actividades, que las deja en el colegio, para que los padres las pasen a buscar.
A los que tienen WhatsApp les envía el material a través del celular. También manda videos con temas básicos de inglés y ejercicio que están en la Web y que tienen autocorrección, para que los mismos chicos vean si los hacen bien.
Un ejemplo de esos ejercicios, cuenta Cecilia, son videos sobre los colores, en los que los chicos tienen que asignar el nombre a color. En Santiago del Estero, los chicos de las escuelas públicas (el 87%) recién tienen inglés en el último año de la escuela primaria.
Mariela, en tanto, cuenta que les mandó mucho material a los estudiantes para que avancen en la parte teórica del taller. Y que a un grupo les encargó que trabajen en el patentamiento de los adoquines, porque hasta ahora no hay nada así en el mercado. “Sólo un producto similar en Europa, pero es diferente”, aclara.
“En tiempos donde tenemos que buscar nuevas formas de encontrarnos, los maestros dicen presente. Hoy maestros de todo el mundo sostienen su misión de enseñar pero de manera remota. Ellos nos muestran nuevas formas de dialogar, representan la alternativa, el puente, la posibilidad de continuar caminando, abriendo un sendero que hasta ayer no existía. Y al mismo tiempo, responden a la urgencia del mañana”, dijo Agustín Porres, director regional de Fundación Varkey.
“Hoy nos toca dar a conocer las historias de estos 50 grandes docentes en un contexto distinto a otros años, pero más que nunca se vuelve crucial apoyar y acompañar a los maestros, que ya están haciendo una tarea distinta pero con la misión de siempre. Un reconocimiento especial a Mariela y Carolina, las dos argentinas que llegan a la final de este premio por haber logrado despertar el interés de sus alumnos involucrándolos con aprendizajes para toda la vida”, agregó.
Cómo es el premio
Conocido como el “Nobel de la educación”, el “Global Teacher Prize” busca valorizar el trabajo de los docentes. Organizado por la Fundación Varkey, en alianza con UNESCO, va por su sexta edición. Puede participar cualquier docente del mundo, que de clases a chicos en los niveles de escolaridad obligatoria en escuelas públicas.
Este miércoles se conocieron los 50 seleccionados, de una lista de 12.000 postulantes de 140 países. El ganador será anunciado en el Natural History Museum de Londres, la noche del lunes 12 de octubre de 2020.
Los criterios para elegir a los ganadores son los siguientes:
● Emplear prácticas de enseñanza eficaces que puedan replicarse, para incidir en la calidad de la educación a nivel mundial.
● Emplear prácticas de enseñanza innovadoras que aborden los desafíos particulares de la escuela, la comunidad o el país, con suficiente evidencia para superar desafíos de una forma novedosa.
● Lograr resultados de aprendizaje demostrables en el aula.
● Impacto en la comunidad, más allá del aula, que brinde modelos de excelencia únicos y distinguidos para la profesión docente y otras.
● Ayudar a los alumnos a convertirse en ciudadanos del mundo, dándoles una educación basada en valores que los prepare para desenvolverse en un escenario con personas de diferentes nacionalidades, culturas y religiones.
● Mejorar la profesión docente, ayudando a mejorar el nivel de la enseñanza, compartiendo los mejores métodos y colaborando con los colegas para superar los desafíos que deben afrontar.
● Reconocimiento por parte de los gobiernos, las organizaciones nacionales de enseñanza, los directores, los colegas, los miembros de la comunidad en general o sus alumnos.
El jurado está integrado, entre otros, por Brett Wigdortz, fundador de Teach First; James E. Ryan, decano y profesor de Harvard Graduate School of Education, Estados Unidos; Jeffrey D. Sachs, reconocido profesor de Economía y asesor especial de la ONU; y Lewis Pugh, la única persona que ha nadado largas distancias en todos los océanos del mundo.
Clarin