El keniata Peter Tabichi ganó el Global Teacher Prize, considerado el Nobel de la Educación. Tabichi tiene 36 años y es profesor de Ciencias, Matemática y Física en la secundaria Keriko Mixed Day, en Pwani Village, en una parte remota y semiárida del Valle del Rift en Kenia. Allí la comunidad convive con el hambre y la sequía, el 95% de los alumnos son pobres, a un tercio le falta el padre o la madre, y los problemas de adicciones, embarazos adolescentes y suicidios son moneda corriente. Por estos motivos, resulta tan positivo y meritorio que los estudiantes de Tabichi, de entre 11 y 16 años, hayan ganado la Competencia Nacional de Ciencias, y que el equipo de Matemáticas, que él mismo formó, esté clasificado para un Torneo Científico de Ingeniería en Arizona, Estados Unidos.
Antes de llegar al Keriko, Tabichi trabajaba en una escuela privada. La decisión de cambiar fue suya. «Quería nuevos desafíos», comentó durante su visita a Buenos Aires: «La escuela privada estaba muy equipada. Cambié para estar en contacto con los desafíos que valen la pena. En Nakuru hay familias pobres, con carencias, sin equipamiento ni infraestructura. En esta escuela, como profesor, puedo cambiar mucho las cosas, y esto me reconforta». Las profundas adversidades y devastadoras historias de cada uno de los chicos de esta pequeña comunidad no hacen mella en el trabajo de Tabichi como educador. Desde que comenzó a impartir clases en esta comunidad, en 2015, la matrícula se multiplicó: pasó de tener 200 alumnos a unos 480, aproximadamente. El profesor ayuda a los chicos a diseñar proyectos de investigaciones de tal calidad que el 60% califica actualmente para competencias nacionales. Tabichi grafica su trabajo en un caso de éxito. Una de sus estudiantes, Esther, pese a las carencias de origen, logró el primer puesto en la Feria de Ciencias e Ingeniería de Kenia. El galardón llegó a raíz de un dispositivo que la alumna inventó y permite que las personas ciegas y sordas puedan mensurar y medir objetos. Próximamente, Esther representará a Kenia en una competencia internacional en Estados Unidos.
La labor docente de Tabichi es sobresaliente y altamente admirable. Debería ser emulada por todos aquellos que eligen el camino de la enseñanza y la docencia, pero sin el acompañamiento del Estado y la sociedad no es suficiente. No podemos abandonar a maestros como Peter Tabichi. Representa el paradigma del educador. Sin embargo, ¿es la aparición de maestros como Tabichi la solución a la falta de calidad educativa en la Argentina? No. En la Escuela de Educación Técnica N° 5 2 de Abril, en Temperley, nos encontramos con Martín Salvetti, uno de los 10 mejores maestros del mundo, según el Global Teacher Prize. Aun así, la educación pública argentina sigue siendo deficiente. Entonces, ¿por qué teniendo uno de los mejores maestros del mundo, la educación pública argentina en términos generales sigue siendo precaria? Muchos docentes en nuestras escuelas públicas comparten, como Martín Salvetti, los ideales, determinación y fortaleza de Peter Tabichi.
Estos maestros son personas que, con mucho esfuerzo, dedicación y capacitación, logran mejorar la calidad de vida de un determinado número de personas, en este caso niños. Sin embargo, considerando el rol fundamental que debemos exigir al Estado, centrar los elogios exclusivamente en esfuerzos individuales no es fructífero, ya que estos esfuerzos individuales deben contar con el total apoyo y compromiso del Estado, sustentado por una fuerte decisión política en este mismo sentido. Kenia en la actualidad tiene más de 80% de analfabetismo y más de un 30% de la población vive con menos de 2 dólares estadounidenses al día. La excelente labor de maestros como Peter Tabichi siempre se va a limitar en su alcance a un determinado número de alumnos, y termina sin tener un impacto global si no se enmarcara dentro de una política de Estado que garantice una educación pública de excelencia para toda la población.
Para garantizar la tan mentada igualdad de oportunidades, los gobiernos deben tener como prioridad la excelencia en la educación pública del país. La docencia es una de las profesiones más nobles e importantes para una sociedad. Los docentes deben ser educados, valorados y retribuidos de acuerdo a ese rol fundamental que desarrollan. Introducir la meritocracia en la carrera docente es clave y fundamental para poder transformar la educación. Es una forma de reconocer a los mejores. Maestros como Tabichi y Salvetti deben ser ejemplos a emular. Cuando una sociedad tiene una educación pública de excelencia, cambia, progresa y se hace justa.
Rodrigo Miguel – La Nación