Una adecuada educación sexual integral y la naturaleza humana

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Durante 2018, una de las cuestiones que se hicieron presentes en el debate público y que llegó al Congreso de la Nación fue la de la llamada Educación Sexual Integral (ESI). La Prensa entrevistó sobre el asunto a Débora Ranieri de Cechini, miembro de la Asociación para la Promoción de los Derechos Civiles (Prodeci) y Doctora en Ciencias Jurídicas (UCA).

– ¿Cómo podría caracterizarse adecuadamente la llamada «educación sexual integral»?
– Una adecuada «educación sexual integral» no puede desentenderse de las nociones que la antropología filosófica ha discernido sobre la naturaleza humana. Tampoco puede desconocer la noción de bien y de mal moral y la necesidad de la formación en las virtudes relacionadas con la afectividad humana. Lamentablemente hace tiempo que la educación, en general, ha perdido como norte la enseñanza de las virtudes morales e intelectuales en los alumnos. Por otro lado, las premisas que están en la base del diseño de esta educación deben purificarse de las ideologías imperantes, especialmente a partir del mayo francés: el dualismo antropológico que opone alma a cuerpo, el feminismo radical que ha ido desfigurando la esencia de lo femenino y ha desvirtuado los verdaderos fines de la maternidad y paternidad, las ideas que han trastocado el orden familiar natural, entre otras.

– ¿Cuáles serían las «claves» para explicar qué es una auténtica «educación sexual integral» en un contexto de relativismo cultural en el que se vive actualmente?
– El daño más terrible del relativismo cultural ha sido el de instalar una desconfianza permanente respecto al conocimiento humano y a la búsqueda del bien. Al desaparecer todo horizonte de «verdad objetiva», inmediatamente después el bien se vuelve inalcanzable. La manera de restaurar este daño es recuperar las nociones básicas de la antropología clásica y cristiana, entre ellas, la virtud de la templanza. Los estudios clásicos que han atravesado la historia de Occidente, desde las tragedias griegas, los diálogos platónicos, las obras aristotélicas (especialmente la Etica Nicomaquea), hasta los tratados medievales sobre las virtudes y los vicios, ofrecen a todo educador verdades asequibles a los jóvenes. Los problemas humanos referidos a la afectividad, a las pasiones, a la búsqueda de la felicidad, son constantes en la historia de la humanidad.

– ¿Cuál es el rol de los padres en la educación sexual integral respecto de sus hijos?. A veces pareciera que los niños son seres completamente autónomos.
– El rol de los padres en toda la educación de los hijos es esencial y, mucho más, en relación con los valores relacionados a la sexualidad donde los padres son quienes mejor pueden transmitir los conocimientos necesarios de acuerdo a la madurez y temperamento de cada hijo, sin dejar de advertir la necesaria custodia de la inocencia adecuada a la niñez y pubertad. El tópico de la autonomía de la voluntad es falaz en todo ser humano, y mucho más en los niños. Sin una educación y una constante enseñanza en el discernimiento de lo bueno y de lo malo, ningún niño puede desarrollarse armónicamente. Prueba de esa falacia puede ser el cúmulo de nuevas enfermedades en los jóvenes que, dejados a su libertad sin normas ni orden, se presentan cada vez más en las sociedades actuales, especialmente las más urbanas e individualistas. El desamparo de los niños más la crisis de la familia generó en los niños y adolescentes trastornos que las agrupaciones de pediatras y médicos no dejan de señalar la preocupación por el aumento de la depresión, fobias, trastornos de identidad, debilidad en el pensamiento y la voluntad.

– Desde el plano jurídico, ¿cómo se puede ayudar a los padres para hacer valer su rol insustituible en la educación de los hijos?
– El orden jurídico tanto nacional como internacional protege el derecho de los padres de educar a sus hijos conforme a sus convicciones, valores y principios religiosos. El Estado no puede desconocer esta verdad jurídica. En el caso en que las leyes, las políticas educativas o la implementación de las leyes desconociesen en los casos concretos este derecho, los padres deben hacerlo valer, por vía administrativa frente a las instituciones educativas en primer lugar y por vía judicial de ser necesario como último recurso. El problema que aquí se presenta es que muchas veces los padres no son conscientes de la necesidad del ejercicio de este derecho y de la importancia de custodiarlo. De allí que muchos colegios han decidido en el próximo año realizar talleres y capacitación para los padres para que sean ellos, junto al colegio, los verdaderos protagonistas de esta educación.

– El Estado, ¿de qué manera debería ayudar a los padres en la educación de los hijos en general y, en particular, en la denominada «educación sexual integral»?
– El Estado debe ejercer un rol subsidiario en esta educación. Para fortalecer a los padres el Estado debería desarrollar políticas públicas y legislativas que protejan a la familia. Lamentablemente en este campo en las últimas décadas la familia ha sufrido múltiples ataques que la han debilitado en su función principal: la de proteger a los hijos frente a las falacias e ideologías en torno a la sexualidad. Lo sucedido en torno al intento de legalizar el aborto durante este año, ha ocasionado cierto despertar de las familias que han tomado conciencia de este avasallamiento. Está en ellas el hacer valer frente a las autoridades gubernamentales el derecho a educar y proteger a sus hijos.

La Prensa


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